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Manuel Gerena: "La lucha por la igualdad sigue y la esperanza es lo que no podemos perder"

El cantautor flamenco atiende a Público después de mostrar su apoyo a la huelga del metal en Cádiz.

Manuel Gerena, este jueves en Sevilla.
Manuel Gerena, este jueves en Sevilla. Raúl Bocanegra

Delante del palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta, la semana pasada, se arrancó con un martinete jondo en solidaridad con el metal de Cádiz: "Si un parlamento tenemos, ¿por qué está mordiendo el hambre las entrañas de mi pueblo?". Manuel Gerena (La Puebla de Cazalla, Sevilla), cantautor flamenco, tiene hoy 76 años, sigue en la lucha que lo convirtió en los años 70 en un un símbolo de la libertad y de la lucha por la justicia social, y prepara un nuevo libro, de 1001 páginas, para homenajear a sus amigos del Proceso 1001, que en los años finales del franquismo, condenó a prisión a toda la dirección de CCOO, en el que combina poemas nuevos con otros más antiguos.

Gerena cobra una pensión no contributiva y lo que se embolsa de los conciertos que sigue dando, más de 30 desde que se terminó el confinamiento. Vive la vida como si fuera un niño chico. "Vivo, como si fuera un joven real, no de años, pero sí de coco y de cuerpo, lo que me mantiene vivo. No tengo pereza por nada. He huido de ser un divo, aunque me ha tocado ser una persona conocida. Presumo de ser una persona honesta. No tengo un duro de los 3.000 conciertos que llevo en el pellejo, porque lo he dado todo para la lucha. He llenado plazas de toros y campos de fútbol y los millones de pesetas en esos años 70 se han quedado en las cajas de resistencia de los presos políticos. Y sigo en eso. SI hubiese tenido que ir a Cádiz a cantar, lo hubiese hecho. Estoy en todas las trincheras posibles. Me siento contento, eso me da mas fortaleza, hay amigos íntimos que me dicen, te han engañado, pero eso no puede ser, a mí no me engaña nadie. Cada vez que he tenido que dar un concierto por la causa, siempre el dinero se ha quedado para la lucha, sé dónde iba el dinero".

Los ojos se le ponen alegres cuando habla de música, de poesía, de ternura. El gesto se le vuelve apesadumbrado, serio, nunca indignado, cuando habla de las cosas del mundo, las malas. "La esperanza es lo que no podemos perder. Yo, con 76 años que acabo de cumplir el 4 de octubre, no sé lo que voy a durar, pero me encuentro bien, estoy permanentemente viajando. Para mí eso es normal. Estoy preparando la gira del año que viene, Manuel Gerena vuelve a Catalunya", afirma mientras comparte un agua con Público. Está fría. Hay un momento que se atraganta, tose un poco. "Se me ha metido por la garganta de cantar, no por la otra", dice, mientras ríe, travieso.

¿Qué vino antes, Manuel Gerena, el cante o el compromiso? "Vino antes el compromiso social, empecé a escribir antes que a cantar. Soy un niño, como millones, que a los diez años ya no va al colegio. Estábamos en el campo, esas cuadrillas de niños y mujeres. Algodón, maíz, hacíamos todas las tareas del campo, el girasol, el trigo, desde la siembra, escardar. El algodón y el maíz había que irlo quitando, diez horas agachado, dos manijeros detrás. Íbamos entresacando los que no valen", recuerda.

"Empiezo por ahí –prosigue Gerena–. Con 13 años me vine a Sevilla capital a ser electricista. A la rama del metal. Ahí empecé a escribir mis sentimientos, sobre todo, de la niñez, de lo vivido. Las casas sin luz ni agua, las calles de barro. Así, cientos de familias. Yo era una de esas. Todo eso empecé a contarlo, lo que he vivido con tanta gente con el mismo problema. Yo tengo una cultura práctica de la vida. Luego fui poco a poco leyendo. Me quemaba los ojos leyendo libros de electricidad".

"Empiezo a cantar. De Sevilla –continúa Gerena– nos mandaban a los pueblos a hacer montajes de electrificaciones. Empezamos a cambiar el alumbrado incandescente por el fluorescente en las farolas. A veces, nos tirábamos meses en un pueblo, en una pensión, yo era siempre el forastero en los pueblos. Los cortijos, los cables de alta tensión, el transformador, electrificar todo, llevar la corriente a los pozos, para el riego, eso lo he vivido yo. E iba escribiendo. A mí lo que más gustaba era el flamenco, lo que oía por la radio. Ahora no, ahora hay algún problema especializado, pero antes la radio se escuchaba mucho. Pepe Pinto, La Niña de la Puebla… Había mucho flamenco. Oía la música, porque las letras no me decían mucho.. Yo he ido adaptando siempre mis letras".

"Mi oficio verdadero –remacha Gerena– de toda la vida es el de cantautor flamenco, soy uno de los primeros. Empezaron a prohibirme muy pronto. Los ocho gobernadores de Andalucia, me fui Despeñaperros arriba. Empecé a estar prohibido en Madrid también. En la dirección general de seguridad había un menda de cuidado. Ese es el que nos reprimía a gente de izquierdas. Yo conozco las comisarías de España, las 72 horas obligadas. Algunos jueces preguntaban ¿Otra vez usted aquí? ¿Y qué quiere que haga? Que no le vea más por aquí. Firme usted aquí. Multas de 200.000 pesetas. Yo no pagaba ni una. Te hablo de los años 70. No voy a contribuir a que la policía represora tenga nuevas pistolas. A Fraga lo tenía loco", ríe, travieso Gerena.

Lecciones de la huelga de Cádiz

¿Qué lecciones saca de la huelga de Cádiz Manuel Gerena? "Ha sido una huelga importante, no tanto por lo que hayan conseguido, sino por el significado de que la lucha continúa, la lucha por la igualdad. Simplemente, reclamaban pequeños derechos, ni siquiera igualdad, pequeños derechos totalmente justificados, que si sube el pan, suba el sueldo, así de simple. Si sube todo, mi sueldo no se puede quedar atrás. A mí me gustaría que los trabajadores fueran dueños de sus tierras, de las que labran", dice. En este punto, Gerena recita unos versos: "Vergüenza debe de darte si eres patrón de estas tierras, que estén tan altas las hierbas y el pueblo muerto de hambre, vergüenza debería de darte".

"El problema –añade– es que no hay una democracia real y la justicia no se ve por ningún sitio. Cuando aquí hubo ese consenso, digamos, en la sociedad española, cuando se murió franco y hubo que fabricar otro Estado ¿Qué pasó? Lo primero que se hace es un acuerdo con los dictadores y dejar a los mismos jueces y fiscales, que estaban ya en los tribunales de Franco, entonces ¿Cómo quieres que esto cambie? Hay que barrer, es dura la palabra, hay que meter gente nueva en el sentido democrático, gente que haga justicia de verdad. Luego, la gente en esta España de hoy, sigue habiendo de todo. Hay más facha de la que la gente se cree. Yo me tropiezo con ellos por todos lados. Mi cante tiene una oposición acojonante".

¿Cómo ve a la izquierda? "La izquierda está dormida, pero no dormida en el sentido de la lucha, sino porque no tiene capacidad de hacer esa necesaria unidad. El pobre tiene que estar unido para defender sus derechos, el capital siempre está unido, porque les une un interés, el interés. A la gente de izquierda nos une el sentimiento y vamos cada uno por un sitio. No lo digo en términos de crítica, sino llamando a la unidad. Ya no hablando de partidos, sino los pobres del mundo".

¿Y al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos? "Todos los gobiernos son gobiernos. Hay que tener mucho cuidado. Yo no valdría para gobernar. Tendría una contradicción permanente. Comprendo a los que gobiernan ahora, tienen unas obligaciones, y tienen que seguir un mandato, hay leyes, yo no valdría porque sería un gobernante que me estaría autoexigiendo, estaría contra mi propia labor, la labor que a mí me dan en un gobierno. Lideraría la manifestación contra mí mismo, pero ¿este tío que hace aquí si no hace lo que tiene que hacer? Es verdad porque ese es mi espíritu de revolucionario, de poeta, de cantaor. Aun con esto, los que no estamos gobernando tenemos la obligación de apoyar sentimentalmente a los que gobiernan, este es un gobierno de izquierdas y nos ha costado mucho trabajo que llegue ahí con todos sus defectos, pero también hay que exigir, no se nos pueden dormir".

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