Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Irnos de Twitter?
Pablo Iglesias
Madrid-Actualizado a
¿Desaparecerá Twitter? No lo sé, pero les confieso que he fantaseado en estas horas con que pudiera ocurrir y he tenido la sensación de que sería más feliz si Twitter pasara a mejor vida.
¿Por qué sigo entonces en Twitter? Pues porque es una red social muy importante que me permite difundir los artículos que escribo, mis intervenciones en medios, los programas de La Base y también seguir los temas de actualidad que se supone que generan más debate.
Sin embargo, tener la sensación de que mi trabajo no aconseja desentenderme de esta red social, no me hace dejar de ver algo que me parece evidente: Twitter se ha convertido en buena medida en un espacio tóxico, donde los insultos y la violencia simbólica se han normalizado, y donde las mentiras y las noticas fake, como demuestra cada día Julián Macías, operan con notable eficacia.
Recuerdo una época en la que los activistas soñábamos con que las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones iban a suponer una revolución democrática que iba a facilitar la participación, que iba a poner en cuestión el dominio de los medios de masas a la hora de definir los relatos políticos, y que iba a acercar a la ciudadanía a los responsables políticos.
Quizá las redes, en general, han contribuido a socavar la unidireccionalidad de los mensajes y han facilitado que se puedan crear medios de comunicación alternativos pero, a estas alturas, creo que es incuestionable que Twitter se ha convertido en uno de los campos de batalla política e ideológicamente más desagradables.
Que sus trabajadores se rebelen frente a la tiranía de su nuevo propietario parece una noticia saludable, y hoy vamos a hablar de ello pero, quería compartir con vosotros ese sentimiento, tal vez irracional, de que sin Twitter, quizá viviríamos mejor.
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