barcelona
Actualizado:Más allá del debate de cifras de participantes (6.500 según la Guardia Urbana y 30.000 según las entidades organizadores) la manifestación contra la cumbre hispano–francesa celebrada este jueves en Barcelona pone de manifiesto que la movilización independentista persiste, aunque lejos de la capacidad de convocatoria que había tenido entre el 2012 y el 2017, o el 2018 incluso.
Quizás el procés se ha acabado como argumentaba el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños; pero como mínimo una parte de la sociedad catalana vive todavía en clave de procés manteniendo vivas unas brasas que siempre pueden reavivar el fuego del conflicto político. No parece sensato decir que el incendio está extinguido cuando solo está controlado o perimetrado. Porque un golpe de viento puede volver a descontrolarlo.
Pero por encima de la estéril disquisición que se ha establecido en Catalunya y en el Estado sobre si el Procés se ha acabado o no, la manifestación contra la presencia de los presidentes Sánchez y Macron (con sus respectivos gobiernos) en Barcelona deja una nueva muestra de la profunda división interna que sufre el movimiento independentista catalán, a pesar de haber conseguido materializar una convocatoria unitaria.
De hecho, se podría decir que la protesta ensancha todavía más las discrepancias viendo y oyendo los abucheos contra la presencia de la delegación de Esquerra Republicana de Catalunya por parte de algunos sectores de la protesta. O por las duras críticas a la participación del president de la Generalitat, Pere Aragonès, en el acto de bienvenida a los dos presidentes.
Fuentes de la dirección de Esquerra quitan hierro a la marcha de Oriol Junqueras de la manifestación que justifican por compromisos de agenda y niegan que se haya visto forzado por una bronca contra el presidente del partido. Junqueras llegó a la concentración a las ocho de la mañana e hizo declaraciones a los medios a las ocho y cuarto. Su marcha se produjo alrededor de las diez de la mañana. Pero a su salida, un reducido grupo de manifestantes le abroncó con gritos de "fuera botiflers" y "Puigdemont, nuestro president". Alguno incluso se mostró más contundente: "Junqueras, traidor, te queremos en prisión".
Duros ataques contra ERC
Al margen de explicaciones oficiales no se puede obviar que los ataques contra ERC se han recrudecido por una parte del independentismo. Tal como se puede comprobar en las duras críticas de los hasta hace poco compañeros de viaje independentistas de los republicanos.
La presidenta de Junts, Laura Borràs, ha sido tajante: "No queremos desjudicialización ni humillaciones, queremos la independencia". Y el diputado de la CUP en el Parlament Carles Riera acusó al president de la Generalitat, Pere Aragonès, de poner una "pista de aterrizaje" con la mesa de diálogo para que este jueves se celebrase la cumbre hispano–francesa en Barcelona. Una mesa de diálogo que, según Riera, "no ha servido para la autodeterminación y la amnistía sino para facilitar la desactivación del conflicto".
Mientras Òmnium, la principal entidad de Catalunya con cerca de 200.000 socios, intenta mantener una cierta equidistancia, los sectores más radicales del independentismo vinculados y espoleados por el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, han convertido en anatema la estrategia posibilista de Esquerra en su apuesta por el diálogo con el Gobierno español, a través de la mesa de negociación, los acuerdos como la reforma del Código Penal o las contraprestaciones parlamentarias en el Congreso.
La crítica a esta opción de los republicanos, que se han quedado bastante solos en su defensa, es total y a discreción a pesar de que diversos dirigentes de Junts se han visto beneficiados por la desjudialización impulsada por ERC con el Gobierno español. Es el caso del secretario general de Junts, Jordi Turull, y el resto de los presos con los indultos, o en el de los exconsellers Clara Ponsatí y Lluís Puig que muy probablemente podrán retornar de su exilio después de la derogación del delito de sedición.
Pugna electoralista
Que acabemos de empezar un año profundamente electoral, con elecciones municipales y generales a la vista, resulta un aliciente todavía mayor para agudizar la confrontación entre los partidos independentistas, en una eterna disputa por la hegemonía de este espacio en que Esquerra ha cogido una mínima ventaja pero que el resto quiere evitar que consolide y aumente en el nuevo ciclo electoral.
En este sentido, la pugna por el liderazgo del movimiento independentista –por lo menos en lo que se refiere a la parte que todavía se mantiene fuertemente movilizada– es titánica y a degüello. Y Puigdemont no está dispuesto a renunciar a ese liderazgo que le permite a su vez mantener el control y la influencia en el interior de Junts, a pesar de no contar ya con ningún cargo orgánico. Aunque sea a costa del evidente empequeñecimiento del conjunto del independentismo.
Todo ello hace que cualquier movilización sea ahora instrumentalizada contra la estrategia de los republicanos, como ha pasado en la protesta de este jueves contra la cumbre hispano–francesa, pero que ya pasó también en la conmemoración del quinto aniversario del referéndum del 1–O con fuertes abucheos a la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell.
La ANC prepara candidatura para las elecciones
Otro actor relevante que opera en esta misma sintonía es la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Su presidenta, Dolors Feliu, aseguraba en la concentración de este jueves que ERC está protagonizando una "gran contradicción" porque el president de la Generalitat, Pere Aragonès, está en "connivencia" con la cumbre y al mismo tiempo el partido participa de la manifestación.
"Tenemos la obligación de soportar la crítica y eso –en referencia a los abucheos a Oriol Junqueras– también lo es. Estaría bien que entendieran que es necesario un cambio de rumbo en este sentido. No entrar en contradicciones tan grandes", ha añadido la presidenta de la ANC.
La relación entre la ANC y ERC se puede definir prácticamente de ruptura. Hasta el punto que los republicanos decidieron no participar en la manifestación de la pasada Diada por primera vez en la historia. Pero aunque la posición de la ANC pueda parecer coincidente con las críticas de Junts y Puigdemont a Esquerra, está por ver si también es connivente. Todo apunta a que la ANC empieza a distanciarse de este sector y va por libre. Con el objetivo de preparar una candidatura propia alternativa a los partidos independentistas tradicionales –ERC, Junts y la CUP–. El llamado 'cuarto espacio independentista'. Una operación que incrementaría la división y atomización del independentismo.
Desde la ANC centran sus críticas ahora mismo en Esquerra, pero alertan que tampoco consideran suficiente la "retórica de la confrontación" de Junts. Ya que aseguran que cuando Junts ha gobernado la Generalitat, o con pactos como el de la Diputación de Barcelona con el PSC, "tampoco ha sido coherente en los hechos con su discurso de ruptura independentista". Por lo cual, Feliu asegura en conversación con este periodista en el programa El Fax de 8TV que "mucho tienen que cambiar los partidos independentistas, todos ellos, en su actuación, para que no impulsemos una nueva candidatura en unas futuras elecciones".
Esquerra se defiende
En Esquerra ven con preocupación las críticas a su posición estratégica de diálogo y negociación con el Gobierno español, pero se reafirman en ella y minimizan el abucheo contra Junqueras en la protesta de la cumbre de este jueves. La secretaria general de ERC, Marta Rovira, no ve ningún tipo de "contradicción" en que Esquerra se manifieste a las puertas de la cumbre y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, participe en la recepción.
En una rueda de prensa, Rovira aseguró que, pese a las críticas, viven la situación con "absoluta normalidad". "Queremos estar presentes en todas partes y eso ERC no lo vive como una contradicción sino como una oportunidad", dijo después de la protesta. "No todo el mundo tiene la capacidad de movilizar a la gente y tener la valentía y la firmeza de entrar en la cumbre y decir a los dos dirigentes: Autodeterminación y amnistía", añadió.
Rovira no entró a valorar los silbidos y los abucheos que ha recibido el presidente de ERC, Oriol Junqueras, pero ha querido dejar claro que "queremos estar en la calle, en las movilizaciones, para decir lo que toca decir ante el Gobierno español y el francés que nos limitan y someten nuestra capacidad de ser como país y de progresar".
En este sentido, ha añadido que "por supuesto" que defienden estar, también, en una cumbre celebrada en Catalunya. Para "poder decir a la cara lo que decimos fuera: Amnistía, fin de la represión política, autodeterminación, referéndum y democracia".
Tensión pero no fractura entre la Generalitat y la Moncloa
El otro frente en que la cumbre hispano–francesa podía generar conflicto por su celebración en Barcelona es el de la relación entre el Govern de la Generalitat y la Moncloa. Y alguna tensión no ha faltado. Pero no se puede hablar de fractura y fuentes de los dos gobiernos aseguran que las complejas pero fluidas relaciones entre los Ejecutivos de Pedro Sánchez y Pere Aragonès se mantienen intactas después del evento internacional.
Que se hayan salvado los muebles no quiere decir que no haya habido malestar, al menos por parte de la Generalitat. Se deduce del tono de las palabras que Aragonès destinó a Sánchez después de su participación en la recepción. El president criticó desde el Palau de la Generalitat que Sánchez y Macron intenten imponer una percepción "que no se adhiere a la realidad", por afirmar que el conflicto político ya se ha resuelto y que no existe. "La realidad es tozuda, y sigue existiendo una mayoría sólida y transversal de la sociedad catalana que quiere resolver democrática y pacíficamente su futuro", subrayó Aragonès.
Fuentes de la presidencia de la Generalitat admiten que hubieran preferido un protocolo en que Aragonès tuviera una mayor relevancia. Y que los servicios de la Moncloa no han estado excesivamente receptivos a los planteamientos de la Generalitat sobre los entresijos de la recepción en el Museu Nacional d'Art de Catalunya donde se celebró la cumbre.
Pero admiten que el protocolo pactado finalmente se ha cumplido, que Aragonès pudo mantener una posición digna en el momento de recibir a Sánchez y Macron, con los que pudo departir brevemente, y saliendo del escenario en el incómodo momento para un president independentista de la revista militar y la audición de los himons francés y español. "Estamos razonablemente satisfechos de cómo se ha desarrollado", aseguran estas mismas fuentes.
Sánchez agradece la presencia a Aragonès
Por su parte, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se mostró mucho más conciliador y agradeció a Aragonès por su presencia, a pesar del desmarque final. Preguntado por la ausencia del president en la ceremonia de honores, Sánchez reconoció que le hubiera gustado que estuviera, pero le agradeció su presencia en la recepción.
"Yo lo agradezco. En otras regiones ni siquiera contamos con la presencia del presidente", ha dicho, en referencia a un encuentro bilateral con Alemania que se celebró en Galicia. En este sentido, desde la Moncloa no ven la ausencia de Aragonès en la ceremonia de honores como un plante porque sí ha aceptado la invitación participando en la recepción oficial de la cumbre.
Durante la rueda de prensa, tanto Sánchez como el presidente francés, Emmanuel Macron, expresaron su alegría por el hecho de que el nuevo tratado de amistad entre España y Francia se haya firmado en Barcelona. "Es un lugar magnífico", aseguró el francés. Por su parte, el presidente español destacó la capital catalana como "ejemplo de ciudad de vanguardia, de solidaridad, de diversidad, de compromiso social, de defensa del patrimonio cultural, que definen a Barcelona, a Catalunya y a España".
A pesar de ello, fuentes del Gobierno español reconocen que, entre otros motivos, se eligió Barcelona para acoger la cumbre hispano–francesa para demostrar la "situación de normalidad en Catalunya". Reiterando una justificación que ha incomodado profundamente a la Generalitat y ha sido un acicate para la reactivación de la movilización independentista. Aunque esta haya sido para dejar al independentismo más fracturado que nunca.
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