Este artículo se publicó hace 2 años.
El horror de la guerra abre un debate urgente sobre cómo ser pacifista ante la invasión rusa de Ucrania
El conflicto bélico lleva a militantes del pacifismo y expertos académicos a analizar los posibles caminos para detener los misiles y evitar más muertes. ¿Es oportuno apoyar con armas al Gobierno ucraniano en un escenario como este?
Bilbao-
El drama de la guerra es hoy parte del escenario europeo. Las bombas caen a diario sobre Ucrania, un país que se desangra en medio de un horror anunciado, previsto y no resuelto. Hoy es tiempo de misiles; hoy urge adelantar la hora de la paz. El asunto clave está en cómo mover esas manecillas del reloj antes de que sea tarde. Aún más tarde.
"El pacifismo no es una cuestión de principios, es una cuestión de supervivencia, porque hay un imperativo: evitar como sea una confrontación entre potencias provistas de armamento nuclear", reflexiona y reivindica el filósofo Santiago Alba Rico.
El pasado miércoles, mientras Público abría una ronda de contactos con pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico, desde el Congreso llegaba un ensayo de respuesta: el Gobierno ha optado por la receta de enviar armas a Ucrania para ayudar al ejército de Volodímir Zelenski en su enfrentamiento con las superdotadas Fuerzas Armadas rusas.
"No se están mandando armas para lograr la paz, sino para conseguir una buena posición en el caso de que se tenga que negociar no solamente entre Ucrania y Rusia, sino entre los diferentes bloques hegemónicos que se están construyendo y que esta guerra ha cristalizado", sostiene Jule Goikoetxea, profesora del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad del País Vasco (UPV) e investigadora de la Universidad de Oxford.
En tal sentido, destaca que "en todos los conflictos hay armas y, normalmente, diálogo", por lo que cree que ahora mismo deben utilizarse "todos los cauces posibles para no llegar a agresiones". Sin embargo, Goikoetxea se plantea la pregunta sobre qué entendemos exactamente por agresiones. "No necesariamente la peor violencia es la física. Parte de la población rusa y parte de la población de Ucrania están viviendo diferentes violencias estructurales", subraya.
"En este momento concreto, el envío de armas es para que la población ucraniana se pueda defender. No se busca tanto la paz, sino una política de contención y respuesta a Rusia", incide por su parte el sociólogo Ricardo Feliú, profesor de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
Mientras Feliú hacía este análisis, Amnistía Internacional (AI) enviaba al Gobierno y al Congreso un breve análisis sobre la situación actual. En ese texto, el organismo de derechos humanos señalaba expresamente: "En relación a las posibles transferencias de material de defensa a Ucrania, de momento no tenemos elementos para oponernos".
"Ante un ataque armado, el uso legítimo de las armas puede ser necesario para proteger los derechos humanos fundamentales de las personas amenazadas y para defender el Estado de Derecho", señaló.
Del mismo modo, AI –una de las organizaciones que ha reclamado de forma reiterada el fin de la venta de armas a países involucrados en graves violaciones a los derechos humanos, como Arabia Saudí– sostiene que cualquier transferencia de material de defensa a Ucrania debe velar por el estricto cumplimiento de la normativa en materia de derecho internacional humanitario.
"¿Cómo hacemos para parar la guerra? A mi juicio, enviar armas no es una manera", se pregunta y se responde el investigador Alejandro Pozo, profesor de Conflictos Armados, Terrorismo, Seguridad, Geopolítica o Humanitarismo en grados y posgrados de distintas universidades. "¿Cuántas armas tienes que enviar para contrarrestar la amenaza rusa? ¿Y qué tipo de armas? Si te pones, puedes enviar armamento nuclear, que es el que puede llegar a usar Rusia. Es una locura", continúa.
Alejandro Pozo: "Hay un primer objetivo que es parar la guerra"
"Lo que no cabe es seguir intentando demostrar quién es el más fuerte –continúa Pozo–. Hay un primer objetivo que es parar la guerra. ¿Cómo se logra eso? Diciendo a Rusia "frena, que vamos a hablar". No se conseguirá desde los parámetros de más guerra o rendición total de Ucrania. Ambas cosas son inaceptables".
Desde Canarias, la activista Koldobi Velasco se hace otras preguntas "al margen del legítimo derecho a defenderse" del país atacado. Se cuestiona, por ejemplo, si el envío de armas "va a conducir a menos sufrimiento en Ucrania" o a lograr que "la guerra sea más corta". A su juicio, ni una cosa ni la otra. "Entonces –subraya Velasco–, ¿para qué lo vamos a hacer?".
"Hoy defender la paz significa ejercer la solidaridad con quienes luchan allá por la paz, y exigir aquí al Gobierno que no insista en las políticas militaristas. También lo hacemos llamando a la deserción y a la desobediencia a toda la población en Ucrania vinculada al conflicto. Hay otros cauces, como el de la cultura de la paz en la promoción de la resolución no violenta de los conflictos", afirma.
Jordi Calvo, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz e integrante de la Junta del International Peace Bureau (IPB), es otra de las voces reconocidas del pacifismo español. También destaca en el ámbito académico, donde se desempeña como investigador y docente.
"Desde el pacifismo debemos contribuir a desactivar la violencia en la guerra de Ucrania en todas sus manifestaciones", dice Calvo a Público. Seguido, identifica los pasos a dar en ese sentido. "Debemos oponernos con claridad a la agresión rusa y responder con contundencia que estamos en contra de la guerra", apunta.
En cualquier caso, el experto aclara que debe abordarse "un no a la guerra crítico en el que señalemos a Putin, pero también a quien no ha sabido parar la guerra por no estar a la altura de las circunstancias o a quien nos ha llevado de algún modo a esta situación, que no son otros que nuestros gobernantes, quienes no han sabido gestionar un conflicto que no es nuevo".
¿Cuántas veces más?
Tica Font es una de las fundadoras del Centro Delàs. Lleva ya muchos años analizando las claves de distintos conflictos bélicos y promoviendo vías de solución que escapan del ámbito militarista. Hoy, con Rusia invadiendo Ucrania, incorpora otra pregunta a esta historia. "Llevamos años diciéndolo, ya fuese en la Guerra de la ex Yugoslavia, la Guerra del Golfo, la invasión de Irak, Afganistán, Libia, Siria… pero no se cambia nada. ¿Cuántas veces más vamos a cometer los mismos errores?", cuestiona.
"Las armas nunca buscan la paz, buscan la victoria", dice Tica Font
En cualquier caso, Font cree que en el escenario bélico "sigue habiendo instrumentos sobre los que trabajar". En concreto, cita los "embargos económicos, meter mano en el bolsillo de los ricos rusos, preparar a la sociedad civil para la resistencia no-violenta a la ocupación" o exigir que la mesa de negociación "se amplíe a sociedad civil y organizaciones de mujeres", ya que "no es posible que solo negocien acuerdos de paz los actores armados". Esta investigadora apunta además que "las armas nunca buscan la paz, buscan la victoria".
Autodefensa
Por su parte, el filósofo Santiago Alba Rico muestra sus dudas sobre la conveniencia de aportar armas a Ucrania, al tiempo que plantea una interrogante de difícil respuesta: "¿Qué medios podemos proporcionar para defender la soberanía de Ucrania que sean compatibles con la defensa de la humanidad?". En esa línea, el filósofo y escritor destaca que existe "un principio irrenunciable a la autodefensa en caso de invasión", por lo que "los ucranianos tienen derecho a defenderse".
"¿Proclamamos ese derecho sin proporcionarle los medios? Podemos citar la Guerra Civil española, con la República abandonada internacionalmente, o también otros casos recientes, como Siria: el hecho de abandonar a los revolucionarios sirios acabó generando una guerra civil que condujo al secuestro de esa revolución por parte de islamistas", destaca.
"La autodefensa siempre será legítima desde un punto de vista emancipatorio y de izquierdas", reivindica por su parte la profesora Goikoetxea. Los distintos caminos hacia la paz están abiertos. A los lados hay ya un país destruido y miles de personas tratando de huir.
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