¿Hay riesgo real de que suceda en España lo mismo que en Brasil o EEUU?
Tras el intento de asalto a las instituciones brasileñas, como sucedió también hace dos años con la irrupción de una turba violenta ultra en el Capitolio estadounidense, afloran dudas sobre si las democracias están exentas de estos riesgos.
Pilar Araque Conde
Madrid--Actualizado a
El intento de asalto a las instituciones en Brasil por parte de los bolsonaristas, como ya hicieron hace dos años los seguidores de Donald Trump en EEUU al no asumir este su derrota en las urnas, ha vuelto a poner a prueba el sistema democrático. Lo sucedido en Washington en 2021 y en Brasilia en 2023, con apenas 24 meses de diferencia, supone, como poco, un aviso a navegantes para el resto de democracias.
También para las europeas toda vez que la presencia y la fuerza de la ultraderecha se hace cada vez más evidente. España no es ajena a estos riesgos con Vox, partido hermanado al populismo de extrema derecha de Donald Trump y Jair Bolsonaro, como tercera fuerza y sin visos de que pierda peso en el próximo ciclo electoral que está a la vuelta de la esquina.
En los últimos años han sido varios los representantes de Vox que han agitado el fantasma del fraude electoral. También el PP ha contribuido a abonar este caldo de cultivo al poner en duda la legitimidad del Gobierno de coalición, formado por el PSOE y Unidas Podemos, en la toma de ciertas decisiones. Y todo ello en un creciente clima de crispación política que no cesa, dando lugar a un choque institucional sin precedentes entre el poder legislativo y el judicial.
Y es que, la decisión del Tribunal Constitucional de impedir la votación en el Senado de una reforma que afectaba a la propia renovación del tribunal de garantías fue a su vez fruto de otra crisis institucional prolongada durante cuatro años, como es el bloqueo del PP a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), él órgano de gobierno de los jueces.
Con estos mimbres y a raíz de la invasión del Congreso, el Palacio de Planalto y la sede del Tribunal Supremo el pasado domingo en Brasilia, Público se ha puesto en contacto con varios politólogos para tratar de responder a esta importante pregunta: ¿hay riesgo real de que suceda en España lo mismo que en Brasil o EEUU? En líneas generales, estos expertos rechazan esta posibilidad. En caso de darse, tendría otros tintes, añaden. Eso sí, llaman a preservar la democracia y reforzar la confianza en sus instituciones.
Estrategia de deslegitimación de las instituciones
La politóloga Verónica Fumanal habla de un fenómeno compartido en ambos asaltos: el negacionismo electoral. Este proceso "no empieza con negar los resultados en la noche electoral, sino con la campaña previa de difamación del sistema electoral". En este sentido, recuerda que tanto Donal Trump como Jair Bolsonaro emplearon parte de su campaña electoral y sus esfuerzos comunicativos "en hacer pensar a la gente que, o ganaban, o es que había habido un fraude".
La presidenta de la Asociación de Comunicación Política considera que, "afortunadamente y de momento", este tipo de mensajes no han llegado a España. Pero alerta de que sí se lleva a cabo una estrategia de deslegitimación de las instituciones, tanto del Gobierno como del Congreso. Y saca relucir varios ejemplos: "Hemos escuchado a representantes del PP y Vox hablar de 'Gobierno ilegítimo', Isabel Díaz Ayuso [presidenta del PP madrileño y de la Comunidad de Madrid] ha dicho que España se encamina a una dictadura, o el PP se ha negado a sentarse con el propio Gobierno porque una parte del Ejecutivo de coalición, Unidas Podemos, está presente [en el marco de las negociaciones para renovar el CGPJ]". Cabe destacar también las acusaciones de PP y Vox de "prevaricación" vertidas sobre la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, la tercera autoridad del Estado.
En cierto modo, estas estrategias narrativas, "que socavan la legitimidad de las instituciones, son un primer paso". Y, aunque "no quiere decir que los pasos continúen más allá", es cierto que "el desgaste y el descrédito en las instituciones actual es algo que nos debería de preocupar a todos porque, cuando la gente deja de creer en el sistema, es cuando empiezan a producirse los fallos". Y apostilla: "La democracia es algo que hay que preservar y hay que respetar entre todos. Para que el sistema electoral funcione es básico que el ganador se reconozca como tal, pero que el perdedor también se reconozca como tal".
El bulo sobre el recuento de votos en España
Su colega Pablo Simón tampoco cree que haya riesgo de que suceda lo mismo en España que en Brasil o EEUU, o al menos, "no a la misma magnitud". El profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid no duda de que "los espacios conspiranoicos siguen el mismo manual", esto es, impugnar el resultado electoral.
Asimismo, pone sobre la mesa un ejemplo que se ha dado en España y que, de cara a las próximas convocatorias electorales, "se repetirá", como es el bulo de que INDRA es la empresa que cuenta los resultados de las elecciones, que está controlada por el Gobierno y que se puede producir fraude en algún momento (obviando que esta empresa solo vuelca los resultados en una aplicación y que los votos los cuentan los miembros de la mesa, con interventores, por lo que se trata de es un proceso público y transparente).
"Si la derecha no gana, seguro que se intentará hacer correr esto, pero ¿se traduciría en en acciones que perturben el desarrollo de las instituciones en España? Yo creo que no", añade Simón porque, a diferencia de lo que ocurre en Brasil o EEUU, la administración de la seguridad en España está centralizada y canalizada a través del Ministerio del Interior. "Sería complicado que se irrumpiera en edificios públicos, como sí sucedió en Washington o Brasilia con la connivencia de estos cuerpos. La ocupación de estas sedes sería muy complicada en España, más allá de que hubiera protestas", opina.
En cualquier caso, subraya el papel de los consensos informales alcanzados en democracia. "Estos acuerdos recientes implican que ningún actor, a diferencia de lo ocurrido en Brasil o EEUU, si quiera coquetee con la idea de no acatar el resultado. Si se rompe este consenso, desde la perspectiva penal, no procede hacer ninguna acción, pero de aceptarla es corrosiva para el funcionamiento de la democracia. Ahí es donde se tiene que hacer un consenso de mínimos entre las fuerzas demócratas para no aceptar el desvío de ninguna regla", sintetiza.
Elementos a tener en cuenta
Aída Vizcaíno, socióloga y politóloga, que un "muy poco probable" asalto a las instituciones españolas, de darse, no tendría la misma forma estética que la que tuvo en ambos países del continente americano, pues entiende que "aquí somos más contenidos". Si bien, la profesora de Ciencias Políticas en la Universitat de València, que llama a "mantener y cuidar" la democracia como ente vivo que es, pone de relieve otra cuestión.
"Lo interesante es que, detrás de ese movimiento, hay una ruptura o un conflicto socioeconómico profundo que no ocurre en países europeos, o no al mismo nivel". En este sentido, añade que en España, la posibilidad de que hubiera una turba violenta de seguidores ultras adquiriría "otros elementos" en caso de vivirlo, pues "el fraude electoral lo sacan a pasear unos cuantos, pero me preocuparía si se empieza a vincular con corrupción política, ya que esto lo tenemos mucho más interiorizado".
Por último, sostiene que, en el actual momento de revisión vinculado al auge de la extrema derecha, y desencadenado por la crisis de desconfianza de aquellas instituciones "que se habían salvado 2010", como son los cuerpos de seguridad del Estado y la judicatura ("la monarquía va aparte", cuenta), hay que dejar espacio a que a la generación que se ha socializado en democracia se le explique qué se entiende por confianza en las instituciones y por la propia democracia", zanja.
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