Este artículo se publicó hace 7 años.
La Ertzaintza cerca Errekaleor, el mayor barrio okupa autogestionado
Los agentes han golpeado a los concentrados. Hay tres detenidos y se abrirán diligencias contra otras dos personas.
Vitoria-
Los presagios se han cumplido. Esta noche, los 150 vecinos de Errekaleor, el mayor barrio okupado y autogestionado del Estado español, no tendrán luz que ilumine sus hogares. Siguiendo órdenes del Departamento de Industria del Gobierno Vasco, la Ertzaintza ha entrado este jueves en esta antigua barriada obrera de Vitoria para facilitar los trabajos de los técnicos de Iberdrola, que han cortado cables a diestro y siniestro. De la misma manera han actuado los Antidisturbios de la Policía Vasca: golpes, cargas y dos detenciones ha sido el resumen de una mañana fría y lluviosa en este rincón de la capital de Euskadi.
“Lo sospechábamos desde ayer, porque ya habíamos visto a los trabajadores de una subcontrata manipulando el transformador de luz que hay en el barrio”, explicó a Público una de las vecinas que se ha quedado a oscuras, Itsaso Viñe. Todo comenzó a las diez de la mañana, cuando los vecinos que se encontraban en la zona divisaron una larga fila de furgonetas de la Ertzaintza dirigiéndose hacia allí. El mensaje corrió rápido por teléfonos y redes sociales: Errekaleor, símbolo de la autogestión vecinal, estaba a punto de ser intervenido.
“La gente ha hecho un muro humano para impedir que cortaran la luz, así que la Policía los ha sacado a rastras”, relata esta mujer. Sin embargo, aún no habían conseguido su objetivo: junto al transformador había otros vecinos encadenados y aferrados a largos tubos. La Ertzaintza solicitó ayuda a los Bomberos, pero no hubo suerte: “les respondieron que sólo irían al barrio en caso de emergencia, no para desencadenar gente”, asegura Viñe.
Frente a esta resistencia, los técnicos de Iberdrola optaron por manipular cables fuera de las viviendas, lo que finalmente les permitió dejar sin luz a todo el barrio. En el medio hubo nuevos porrazos a quienes trataban de impedirlo. La Policía también se mostró especialmente virulenta con un periodista de la radio libre Halabedi Irratia que era testigo del operativo. A través de Twitter, la emisora ha denunciado que los ertzainas rompieron el móvil de su compañero y le quitaron a la fuerza su carnet de prensa.
Por su parte, fuentes de la Ertzaintza señalaron a este periódico que fueron detenidas tres personas, dos de ellas acusadas de atentado y la tercera por “desobediencia”. Según informó la Policía Autonómica, también se abrirán diligencias contra otras dos personas por “acusaciones similares”. Aseguraron además que los agentes “acudieron para acompañar a técnicos de Iberdrola que habían sido requeridos por Industria del Gobierno Vasco por motivos de seguridad, a efectos de que eliminasen las acometidas irregulares” que había en el barrio, lo que –según la Policía- derivó en “incidentes”.
Larga batalla
La pelea de este barrio no empezó esta mañana. Los antecedentes se remontan a 2002, cuando el entonces alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso (PP), planificó derribar Errekaleor para montar allí otro proyecto urbanístico, enmarcado en la burbuja inmobiliaria. Si bien la crisis del ladrillo dejó esta polémica iniciativa en el aire, sus vecinos se vieron obligados a aceptar las ofertas de realojo formuladas por el ayuntamiento.
En septiembre de 2013, un grupo de estudiantes entró en el portal número 26, tan vacío como el resto. A pesar de las trabas institucionales, el proyecto de un barrio autogestionado fue creciendo. Hoy viven allí personas de diferentes edades. “Hay una niña que nació en marzo, y también una persona que supera los setenta años”, recuerda Viñe. La sociedad pública Ensanche21, que se reivindica como propietaria de sus hogares, quiere dejarles en la calle. La demanda de desahucio cuenta con el respaldo del gobierno municipal –integrado por PNV y PSE- y del PP.
“Se trata de una estrategia de desgaste, porque la vía judicial se les está haciendo demasiado larga”, comenta esta vecina. Sin embargo, dice que seguirán resistiendo. Con o sin luz, el sueño de Errekaleor continúa vivo.
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