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Actualizado:La céntrica plaza de toros de València se alzó durante multitud de citas electorales en el escenario predilecto para la clausura de las campañas del PP. Epicentro de la inmoderación, en aquel coso se libraron, con presencia de los líderes autonómicos y estatales, las más desenfrenadas exhibiciones de su adulterado músculo. Aquellas diapositivas, reflejo de un tiempo ensoñado de mayorías que parecían para siempre, ya forman parte del pasado. Esta noche, quien ha agotado las entradas de la plaza de toros es Mark Knopfler.
Mientras el líder de Dire Straits asombre con su guitarra al público del coliseo, en diferentes puntos de la ciudad los partidos ofrecerán su propio espectáculo: el cierre de campaña. Y no es casualidad que tres de los cuatro flamantes candidatos a la presidencia española hayan elegido la capital del Turia. La doble contienda electoral de este domingo en territorio valenciano añade pólvora a las tensiones y las expectativas. Aquí se la juega Pedro Sánchez pero también se la juega Ximo Puig, artífice del adelanto electoral autonómico. Se la juego Pablo Casado pero también Isabel Bonig, erigida en renovación de los suyos. Se la juega Albert Rivera y Toni Cantó juega también la partida.
Pablo Iglesias se ausentará y no acompañará al candidato a la presidencia de la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, a su cierre de campaña en Elx. Es sobre esta formación que recaen los mayores temores dentro del bloque de las fuerzas progresistas valencianas. Las últimas encuestas vislumbran un empeoramiento de la intención de voto para Unides Podem-Esquerra Unida, que se acercaría peligrosamente a los lindes del techo electoral del 5%. PSPV-PSOE y Compromís miran muy de cerca la situación. Necesitan la tercera pata para hacer posible la reedición del gobierno del Botànic, aunque esos últimos sondeos también indiquen que su suma sin Podem bordearía los 50 escaños que marcan la mayoría absoluta de Les Corts. Es quizás aquí, en este descosido, donde también miran las derechas para colgarse a la opción real del vuelco electoral.
Con Compromís ha pasado algo distinto con las encuestas. Hace unas semanas, a los de Mónica Oltra se les arrojaban unos resultados marcadamente inferiores a los cosechados en 2015. Sin embargo, el sondeo encargado por Valencia Plaza a SyM Consulting realizado entre el 11 y 12 de abril sitúa a la coalición valencianista como segunda fuerza del hemiciclo valenciano, cinco puntos por encima de 2015 y una proyección de entre 22 y 24 escaños, por encima de los 19 obtenidos en los pasados comicios autonómicos. Compromís, con una campaña de baja intensidad, ganaría terreno haciendo buena su posición de partido no sucursalista y de marca preocupada por los temas que afectan a los valencianos.
A pesar de todo, Ximo Puig es el candidato que encara estas elecciones con los mejores pronósticos. Y van al alza. El adelanto electoral se convirtió en una operación de doble o nada. "Pero creo que lo que le vaya bien a Pedro Sánchez le irá bien a la Comunidad Valenciana, y lo que le vaya bien a la Comunidad Valenciana y al PSPV le irá también bien a Pedro. Sobre todo, en términos institucionales", le dijo el president a Manuel Sánchez en la entrevista publicada por este medio. La marca valenciana del PSOE, de hacerse buenos los augurios demoscópicos, conseguiría la primera posición en Les Corts después de más de un cuarto de siglo. El tándem Puig-Sánchez se ha acabado haciendo compacto a fuerza de necesidad. Quién lo diría después del distanciamiento que provocaron aquellas primarias en las que el de Morella se alió con la candidata Susana Díaz.
El FLA se cuela en campaña
Mientras en la derecha lo emocional ha superado con creces a lo racional, en los partidos botánicos las propuestas en el debate han revelado las ambivalencias, los matices o las grandes distancias que deberá tener en cuenta esta intersección de potenciales votantes. La campaña ha contado con un invitado inesperado que ha irrumpido de lleno en los discursos: el FLA. La enésima inyección —de 700 millones de euros— por parte del gobierno español al País Valenciano a través del Fondo de Liquidez Autonómica ha abierto la caja de los truenos y ha vuelto a ubicar la financiación como piedra angular de la agenda valenciana. Para Puig el FLA es una estafa necesaria; para Oltra una vergüenza para los valencianos y quiere pedir la suspensión inmediata del pago de los intereses. Bonig, por su parte, se pregunta qué recortes ha tenido que realizar el Consell para recibir este monto.
Todos los partidos que han debatido estos días en la televisión pública autonómica coinciden, no sin discrepancias reivindicativas, en la reforma del sistema de financiación como vía para solucionar el gran "problema valenciano", es decir, el hecho de ser la única autonomía de todo el Estado que, a pesar de tener una renta per cápita por debajo de la media española, aporta a la caja común más dinero del que recibe. Precisamente ayer la plataforma Crida pel Finançament Valencià se concentró ante Les Corts para presionar y dejarle claro al futuro gobierno que no valen solo buenas palabras por parte del Estado ante la deuda, el expolio histórico y la infrafinanciación.
Lo cierto es que, en los cuatro años de gobierno botánico, y a pesar de que una parte de la ciudadanía ha tomado conciencia sobre esta discriminación, los avances han sido nulos. En clave postelectoral, estas últimas horas se ha apuntado al pronóstico de un pacto de legislatura en el Estado con una mayoría del PSOE y el apoyo de Podemos, PNV y Compromís, un escenario que situaría a los de Joan Baldoví en posición de exigir, ahora sí y sin dilaciones, la ansiada mejora de la financiación. Sin embargo, esto no suena nuevo. Ya con los presupuestos truncados de Pedro Sánchez, la voz valenciana en Madrid se reveló débil y siempre propicia a posponer.
Sin tregua para los escándalos
Lo que tampoco ha faltado en campaña han sido las noticias sobre supuestos casos de corrupción. Toni Cantó, el candidato de Ciudadanos, afronta este último tramo con la sombra de una presunta irregularidad en relación con una evasión de impuestos. En las últimas horas, por cierto, Cantó se ha reunido con los miembros de Sociedad Civil Valenciana, la entidad hermana de la catalana que se puso a caminar en julio de 2018 como contrapeso, decían, a la "partitocracia" del estado español.
Como un fantasma incómodo, y en medio de los buenos presagios que les marcan las encuestas, al PSPV también se le ha puesto delante un sumario. Se llama Alquería y en él figura como investigado el alcalde socialista de Ontinyent y expresidente de la Diputación de València, Jorge Rodríguez. En junio del año pasado, Rodríguez abandonó su cargo en la Diputación tras ser detenido y acusado de contratar a siete personas afines al PSPV y Compromís a razón de 70.000 euros brutos para cada una de ellas. El levantamiento del sumario hace unos días ha precipitado su marcha del partido y la creación de una marca independiente para poder presentarse electoralmente en su pueblo. Una gran lona en València colgada por Ciudadanos se hace eco de este caso, quizás la sacudida más importante de este mandato en el seno de los gobiernos valencianos del cambio.
Sea cual sea el alcance de todo esto, faltan poco más de 48 horas para salir de dudas y conocer cómo saldrá este experimento de doble contienda inaudito en la historia democrática valenciana. O cómo se traducirá en las urnas la puesta en escena que anoche lució Vox en el Museo Príncipe Felipe. En qué dirección se pronuncian los indecisos, los parados, los agricultores, los usuarios de la sanidad pública, los de la educación, el movimiento cooperativista… Y también, por supuesto, los casi 165.000 jóvenes que votarán por primera vez. Y hacia dónde dirigen su voto las más de 189.000 personas que han solicitado hacerlo por correo, triplicando los registros de 2015. En el País Valenciano este (casi) superdomingo, que se celebra en medio de un puente festivo, ya puso la cuenta atrás hace unos cuantos días.
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