MADRID
Actualizado:Las ciudades están llenas de lugares de memoria, de esquinas que guardan las historias de vida cotidiana. Rincones que acumulan las silenciosas voces de los vecinos que vivieron antes que nosotros. Nombres desconocidos que no han pasado a la historia pero cuyas vidas han sido ejemplo de lucha por la democracia y contra el machismo. La historia de los edificios, de las plazas, de las calles nos ayuda a comprender cómo fueron las condiciones de vida de los vecinos que habitaron en otra época, cómo fueron sus luchas y también hacer balance de lo ganado, lo perdido y de las batallas que heredamos.
Con el objetivo de recuperar estas historias perdidas de nuestro pasado reciente y poner en valor la lucha feminista, obrera y democrática de la ciudadanía de Madrid, el Instituto 25M ha elaborado dos recorridos por la ciudad y ha organizado unas visitas guiadas para este jueves a partir de las 19.00 horas. Por un lado: Lugares de represión y resistencia antifranquista, por otro, Lugares de genealogía feminista. Los mapas están acompañados de ilustraciones realizadas por Miguel Brieva y Bea Luc. El recorrido de ambos comienza las 19.00 horas en la Puerta del Sol.
Estos son diez de los lugares que han sido elegidos por el Instituto 25M para los mencionados mapas. La explicación y la mayor parte de los datos aquí recogidos han sido proporcionados por el colectivo Candelas Feministas y La Comuna (presxs del franquismo. En las visitas guiadas participarán Miguel Urbán, coordinador del Área de Memoria Democrática y Antifascista de Podemos y eurodiputado, y Sofía Castañón, secretaria de Feminismos Interseccional y LGTBI de Podemos. Las dos áreas del partido morado han participado en la elaboración de los mapas.
1. Cárcel de Yeserías
La dictadura de Franco se asentó sobre la represión sistemática sobre los hombres y mujeres que reclamaban sus derechos fundamentales y una democracia para el Estado. Sólo en Madrid, el régimen dispuso de 21 cárceles entre 1939-1945. Cinco de ellas eran de mujeres y 16 de hombres. Una de ellas fue la cárcel de Yeserías, en el barrio de Delicias, que actualmente es el Centro de Inserción Social Victoria Kent.
El periodista Eduardo de Guzmán describió así la situación penitenciaria: “El 31 de diciembre de 1939 funcionan en Madrid las siguientes prisiones: Yeserías, Porlier, Conde de Toreno, Santa Engracia, Torrijos, Duque de Sesto, Ronda de Atocha, Barco, Cisne, Ventas, San Antón, San Lorenzo, Santa Rita, Comendadoras, Claudio Coello y Príncipe de Asturias. Todas se hallaban tan abarrotadas que los presos amenazan con reventar sus recintos, teniendo muchas veces que dormir amontonados en un espacio de 35 centímetros de ancho por metro y medio de largo. En Yeserías, donde me encuentro, pasan de 6.000 los reclusos; en Ventas hay más de diez mil mujeres y varios millares más en cada una de las restantes prisiones”.
A partir de 1969 este recinto pasó a ser una cárcel de mujeres, función que cumplió hasta 1991. Su patio conoció los pasos de presas como Eva Forest, Lidia Falcón o Rosa María García, entre los de otras muchas mujeres, condenadas por los llamados "delitos específicos de mujeres". Las otras grandes cárceles de mujeres de Madrid fueron la de Ventas y la de Alcalá de Henares.
2. Convento de San Antón
Entre 1938 y principios de los años 60, más de 200.000 presos cumplieron trabajos forzados en España en un sistema de redención de penas que prácticamente sirvió para la utilización de mano de obra casi esclava. Estos trabajadores fueron utilizados para construir, entre otros lugares, el Valle de los Caídos o el hoy conocido como el Canal de los Presos en la margen derecha del Bajo Guadalquivir, en Sevilla.
En Madrid, la mano de obra semiesclava fue utilizada sobre todo para la construcción. Así, hubo trabajo esclavo en la construcción de la estación de Chamartín, del barrio del Pilar, y del convento de San Antón. Este último edificio es un ejemplo, además, de la connivencia de la Iglesia con estas prácticas. Convertido en cárcel durante la Guerra Civil, en la posguerra se inició su reconstrucción en condiciones infrahumanas hasta su devolución a los Escolapios, que los usaron como colegio hasta finales de los 80.
3. Las Trece Rosas y el cementerio del Este
Entre 1939 y 1944 un total de 2.934 fueron asesinadas por el franquismo en Madrid. La inmensa mayoría fueron fusiladas contra las tapias del cementerio del Este. Quienes habían escuchado su nombre como parte de una diligencia de ejecución eran trasladados a las cárceles de Porlier (los hombres) o Ventas (las mujeres), desde donde un piquete de militares o guardias civiles los trasladaba, en mitad de la noche, hasta el lugar de su muerte. Antes de que el día siguiente acabara, los cuerpos eran enterrados en fosas comunes o "fosas de cuarta".
Entre quienes corrieron esta suerte se encuentran las Trece Rosas. "Que mi nombre no se borre de la Historia", escribió Julia Conesa, de 19 años, en su última carta a su familia. Conesa sería ejecutada acusada de "adhesión a la rebelión". La historia de estas Trece Rosas ha sido recuperada, pero es una más dentro de la represión contra las mujeres. Están documentados 84 casos de mujeres que fueron recogidas por camiones en la cárcel de Ventas para ser asesinadas en las tapias del cementerio del Este.
4. La Tabacalera
El centro social de La Tabacalera se ha convertido en los últimos años en un paso obligado para jóvenes y militantes de movimientos sociales por su agenda social. Este lugar, además, es una pedazo de historia viviente de la ciudad. Del feminismo y de la lucha obrera.
La Tabacalera fue abierta en 1809 como Real Fabrica de Tabacos y Rapé. Hasta 3.000 mujeres llegaron a trabajar en este espacio, heredando su plaza de madres a hijas. Ya en el siglo XIX las trabajadoras crearon una especie de guarderías dentro de la fábrica para poder atender a sus hijos y trabajar a la vez.
En 1885 se produjo un motín en esta fábrica al grito de "¡Arriba, niñas!" para protestar contra la posibilidad de que la automatización del proceso de elaboración del tabaco las dejase sin trabajo.
5. El Pozo del Tío Raimundo
Un ejemplo de resistencia desde el territorio y el hábitat fue el Pozo del tío Raimundo, que se fue constituyendo con la llegada de un amplio exilio rural que iba construyendo barrio en lo que era un descampado. Desde los años 50, además, se sumaron al barrio un nuevos problemas: las de las trabas de los propietarios del terreno que veían crecer el poblado y la de los guardias civiles que intentaban evitar la proliferación de las chabolas.
Una figura clave para comprender la lucha del Pozo del Tío Raimundo fue el padre Llanos, un cura rojo que desde 1955 lideró la organización del vecindario y la progresiva consecución de mejoras en su calidad de vida. Hasta 1969, los grises no consiguieron entrar en este barrio, que se había convertido en una auténtica ciudad con leyes propias.
6. Induyco y la huelga de las trabajadoras
El movimiento obrero madrileño no se puede entender sin la lucha de las mujeres aunque sus nombres y hazañas no hayan merecido hasta ahora la misma posición en los libros de historia que la de los hombres. Un ejemplo fue la lucha de las trabajadores de Induyco, la empresa más importante de textil en Madrid, que contrató desde su creación en 1941 a multitud de mujeres jóvenes.
En 1976, las trabajadoras de esta empresa protagonizaron una gran huelga en la que se reivindicó una revisión del convenio laboral, un incremento salarial y derechos sociales como el acceso a la seguridad social o la creación de guarderías. Durante meses, cada mañana más de 300 mujeres se reunieron en asamblea ante las puertas de la fábrica y resistieron las cargas policiales. En 2012, Induyco fue adquirida por El Corte Inglés.
7. Café de la Mezquita
Los bares han sido siempre puntos de encuentro de ideas, tertulias y debates que han permitido la creación de redes y movimientos. Uno de ellos en Madrid fue el Café de la Mezquita (Cafetería Santender), un lugar habitual de conspiración de intelectuales y estudiantes.
En 1956, año de especial actividad del movimiento universitario, se gestó en este lugar un manifiesto a favor de los Derechos Humanos, firmado por 3000 alumnos y alumnas. El escrito, que se repartió el primer día de febrero, era un llamamiento a la formación de un Congreso Nacional de Estudiantes y un intento de romper el Sindicato Español Universitario (SEU), de ideología fascista.
8. Residencia de Señoritas
Dirigida por la pedagoga María de Maeztu desde su fundación en 1915, la Residencia de Señoritas fue el primer centro oficial destinado a fomentar el acceso a la Universidad de las mujeres (aprobado cinco años antes). Desde su apertura, su éxito fue enorme: si en 1915 había 13 estudiantes, en el curso 1931-32, ya eran 1.000. Victoria Kent, Matilde Huici, Delhy Tejero o Josefina Carabias fueron algunas de las residentes más destacadas.
María Goyri, María Zambrano, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez participaron en sus actividades. Muy cerca de la Residencia estaba el International Institute, organismo estadounidense con el que la Residencia mantuvo una constante relación y que contribuyó a su desarrollo mediante la colaboración tanto material como humana. El centro dejó de funcionar en 1939, tras la Guerra Civil.
9. Calle Atocha 55
El 24 de enero de 1977 un grupo de pistoleros de extrema derecha asaltó el despacho laboralista situado en la calle Atocha 55. Preguntaron por Joaquín Navarro, histórico líder de Comisiones Obreras, que no estaba en el local. Entonces, abrieron fuego. “Nos agruparon en una esquina del hall del despacho y sin mediar palabra se liaron a tiros con nosotros. Era evidente que fueron a matarnos. Los altos teníamos tiros en el corazón y los bajos en la cabeza. Una vez que estábamos en el suelo nos intentaron dar el tiro de gracia", señaló Alejandro Ruiz, abogado superviviente de la matanza de Atocha.
De los nueve abogados que se encontraban en la sala cinco murieron en el acto: Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez. El mismo 24 de enero, horas antes de la matanza de Atocha, un bote de humo lanzado por la Policía impactó en la frente de la estudiante universitaria Mariluz Nájera, causándole la muerte. En ese momento, Mariluz se encontraba en la manifestación protesta por el asesinato de otro joven estudiante un día antes: Arturo Ruiz, quien fue tiroteado por un grupo de extrema derecha durante una manifestación que pedía la amnistía para los presos políticos que aún estaban encarcelados.
10. Del Lyceum a la Eskalera Karakola
En 1926 nació el Lyceum Club, una rama española de una federación internacional de mujeres de ámbitos ilustrados que contribuyó a desarrollar su actividad económica, científica y artística. En los años 70 fue el turno del local 44 de la calle Barquillo, que acogió durante más de 35 años a un centenar de colectivos, convirtiéndose en clave de la articulación unitaria del movimiento feminista madrileño.
Los 90 serían el tiempo de la Eskalera Karakola, una okupa solo para mujeres, laboratorio de pensamiento y formas de vida que se abtió a conceptos como lo queer, el transfeminismo o los feminismos del sur. Hoy siguen siendo muchos los espacios que recogen sus testigos.
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