madrid
Este miércoles, la Ministra de Igualdad, Irene Montero, fue reprobada por hablar de cultura de la violación en el Congreso de los Diputados. Lo hizo en respuesta a una pregunta de la diputada del PP, Belén Hoyo, que había exigido en su turno de palabra explicaciones sobre la exitosa campaña del Ministerio del 25N.
La bancada de la derecha y la extrema derecha reaccionó con abucheos y gritos de "sinvergüenza" a las palabras de la Ministra, y exigió la intervención de la presidenta del Congreso. Meritxell Batet reprobó a la Ministra de Igualdad, le dijo que expresiones como "cultura de la violación" estaban fuera del lenguaje permitido en la cámara, y mandó borrarla del diario de sesiones.
Esto no es un caso aislado, el mismo día en el que Batet reprobaba a Irene Montero por hablar de cultura de la violación en sede parlamentaria, el presidente de las Cortes de Castilla y León retiró la palabra al diputado de Podemos, Pablo Fernández, después de que llamara "fascista" al vicepresidente de Castilla y León, y político de Vox, Juan García Gallardo.
Gallardo es el tipo que decía que había que heterosexualizar el fútbol porque estaba lleno de maricones, que ser feminista era una ridiculez, o que se indignaba por tener que compartir espacio en el autobús con un jamaicano.
Irene Montero se refería a las campañas institucionales impulsadas por gobiernos autonómicos del PP en Galicia y Madrid que pretenden luchar contra las agresiones sexuales, pero que ponen el foco en las víctimas y no en los agresores. La primera campaña la lanzó la Xunta de Galicia del Partido Popular un día antes del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La campaña incluía una infografía en la que se veía a una mujer haciendo deporte al atardecer acompañada del siguiente texto: "Vístete con mallas. Sal a correr por la noche. ¿Qué pasa ahora? No debería pasar, pero pasa".
La otra campaña institucional a la que se refería Irene Montero este miércoles en el Congreso es la que lanzó la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso para, supuestamente, prevenir la sumisión química con narcóticos en bares y discotecas. La campaña se centra, una vez más, en las mujeres, y les advierte de que "vigilen su copa", "miren lo que les sirven" y "no acepten bebidas de desconocidos".
"Cultura de la violación" se trata de una expresión acuñada por el feminismo de los 70 en Estados Unidos. Son muchas las teóricas que han escrito sobre ello, entre ellas la escritora feminista Emily Buchwald.
En su libro de 1993 Transforming a rape culture lo explica muy bien: [La cultura de la violación] "es el sistema de creencias, ideas y actitudes que justifica, sostiene y normaliza la existencia de la violencia sexual, y permite que esa violencia se produzca".
Además, tal y como explica la Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, es la cultura que culpabiliza a la víctima mientras ampara y justifica la conducta de los agresores y su impunidad.
La cultura de la violación también es la creencia de que las mujeres mienten.
Y cultura de la violación es también banalizar esa violencia.
Todos tenemos en mente frases como estas que contribuyen a perpetuar la cultura de la violación, pero a pesar de ello no se han realizado muchos estudios sobre el tema.
La única encuesta oficial hasta la fecha sobre percepción social de la violencia sexual se realizó en 2018. Las conclusiones fueron las siguientes:
1. La inmensa mayoría de los encuestados condenaba cualquier tipo de violencia hacia la mujer.
2. La mitad de la población consideró que el alcohol es a menudo el "causante" de una violación.
3. Dos de cada diez señalaron que si una mujer se viste "de forma provocativa" no debería sorprenderse si un hombre intenta obligarle a mantener relaciones sexuales.
4. El 22% restaba credibilidad a la víctima si había tenido varias parejas sexuales.
Esto es algo que reconoce la propia ONU, que considera que la cultura de la violación es "omnipresente" y que "está grabada en nuestra forma de pensar, de hablar y de movernos por el mundo".
Para combatirla, la Organización de las Naciones Unidas propone 16 maneras, entre ellas, como apuntan desde el Ministerio de Igualdad, poner el foco en el agresor y no en la víctima. Una de estas medidas de la ONU dice: "Cuando se habla de casos de violencia sexual, la vestimenta y la sexualidad de la víctima son irrelevantes. En lugar de ello hay que cuestionar la idea de que los hombres obtengan el poder mediante la violencia y cuestionar la noción del sexo como un derecho. Cómo viste una mujer, qué y cuánto ha bebido y dónde se encontraba en un momento determinado no son invitaciones para violarla".
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