MADRID
Actualizado:En un repaso rápido de los titulares de prensa que se escribieron entre el mes de febrero y el mes de mayo salta a la vista una ¿mentira? mil veces repetida: "El nuevo PP". Desde mayo hasta septiembre (incluso hasta este momento) "el nuevo PP" fue sustituido por "el PP de Feijóo". Como si el expresidente de la Xunta de Galicia arrastrase consigo un Partido Popular propio, Feijóo llegó a Génova como adalid de otra forma de hacer política.
Iba a ser un "reinicio". "Devolver" al PP a la carrera por la gobernabilidad del país bajo la imagen de "partido serio", prometió Feijóo en abril enmendando para propios y ajenos la estrategia de Pablo Casado. Él sería "el último en levantarse de la mesa de negociación", anunciaba. La mayor crisis interna de la historia del PP, que atravesó al partido en lo político pero también lo personal, iba a cerrarse con un nuevo liderazgo y, sobre el papel, con un nuevo rumbo. El balance habla por sí solo.
Crisis institucional agravada
Feijóo tenía un primer mandato: cumplir con la Constitución y pactar con el PSOE la renovación del Consejo General del Poder Judicial. La aritmética parlamentaria hace que solo sea posible así. No solo no lo ha hecho, sino que la crisis institucional se ha agravado llevándose por delante al Tribunal Constitucional.
Del PP de Pablo Casado y sus cuatro años en la oposición quedarán los intentos frustrados para desbloquear el Poder Judicial. Con él, y con la filtración de un mensaje del entonces portavoz del PP en el Senado Ignacio Cosidó en 2018 en el que aseguraba que el acuerdo que entonces se alcanzó permitía a su partido controlar "desde detrás" a Sala Segunda del Tribunal Supremo, todo empezó a torcerse.
Del PP de Feijóo lo que queda por ahora es una negociación que se prometió inminente y que los intereses electorales tanto de los populares como de los socialistas postergaron hasta el otoño, la ruptura de un acuerdo in extremis y una maniobra política en el Constitucional con la que ha paralizado por primera vez en la historia democrática un debate parlamentario. La victoria, así lo sienten en Génova, la hizo posible una mayoría conservadora caducada a la que el PP (el de Casado y el de Feijóo) no quiere renunciar.
Ayuso, Ayuso y Ayuso
El del CGPJ es solo uno de los fantasmas de Casado del que Feijóo no se ha deshecho. Otro bien distinto, que también le persigue, es la sombra de Isabel Díaz Ayuso. Porque las cuatro mayorías absolutas del barón de barones que era Feijóo hace ocho meses fueron todo el capital político que salvó a los populares de la guerra abierta entre dos examigos,
El 16 de febrero saltó la noticia: Génova habría ordenado espiar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. El día 17 Ayuso también saltó y denunció desde la Puerta del Sol una operación de Casado para destruirla. Un día después, el 18, el todavía presidente del PP firmó su sentencia de muerte (política) en una entrevista radiofónica.
En su partido todavía le siguen reprochando que "se le ocurriera decir" esto antena: "No es ejemplar que un hermano cobre de un contrato adjudicado por mi gobierno". O esto: "La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros".
Lo que vino después es una historia que el PP se ha esforzado por borrar: Casado defenestrado en diferido, Feijóo coronado, Ayuso victoriosa y el PP (esta vez ya el de Feijóo) cerrando filas con la presidenta madrileña a pesar del escándalo por las comisiones que su hermano cobró de la Comunidad de Madrid en el peor momento de la pandemia.
Pero el pulso entre Génova y Sol que empezó con Casado y que se iba tensionando a medida que la popularidad de Ayuso crecía sigue latente con Feijóo. Al menos mediáticamente. La relación entre ambos líderes es "muy buena y muy fluida", en eso coinciden todos, pero Ayuso le sigue marcando el paso al presidente nacional cada vez que tiene ocasión. Aún a costa de debilitar su liderazgo, como ocurrió con la negociación del CGPJ y el "whatsapp" que aireó en los medios de comunicación.
Génova, su fortín
Una de las cosas que más daño hizo a Casado dentro del PP fue la poca 'mano izquierda' con la que su secretario general, Teodoro García Egea, organiza la estructura territorial del partido. A posteriori salieron a luz quejas de dirigentes autonómicos sobre las "imposiciones" que se hacían desde Génova. Feijóo no iba ser igual. Hizo de su condición de líder gallego un valor añadido por el que iba a dar "plena autonomía" a los territorios. No iban a decidir desde Madrid lo que se hacía.
Por el momento Génova ha nombrado al candidato del PP a la presidencia de Asturias, el alto funcionario de la Comisión Europea Diego Canga, y forzado la salida de Teresa Mallada; Feijóo, por ejemplo, también empujó a Jorge Azcón a asumir la candidatura del PP en Aragón; y anunció en una entrevista en EsRadio que el PP no votaría en contra de una moción de censura presentada por Vox sin someterlo al Comité de Dirección.
Además, el presidente del PP ha traído consigo desde Galicia a un equipo de su máxima confianza con el que despacha todos los asuntos. Un cónclave gallego (casi al completo) blindado que despierta suspicacias entre algunos dirigentes y cuyo principal objetivo es cuidar el liderazgo y la imagen de Feijóo.
Motivos para concluir que los cambios que Feijóo ha implantado en el PP son más cosméticos que estratégicos hay muchos. Por ejemplo, ha eliminado la bandera de España de logo del PP que colocó Casado y cambiado el "Populares" que presidía la sede nacional del partido por "Partido Popular". Pero si Casado intentó coaligarse en Navarra y Catalunya para ganar votos, Feijóo también lo ha hecho. Y si el PP de Casado se opuso a ley del solo sí es sí y a la ley trans, el de Feijóo con más ímpetu si cabe.
Feijóo y la Guerra Civil
La simbiosis de las dos almas del PP que hace seis meses monopolizaban junto a la guerra en Ucrania la actualidad podría resumirse en los tres actos que siguen. En julio de 2021 el presidente del PP Pablo Casado dijo en un pleno del que Congreso que "la Guerra Civil fue un conflicto entre los que defendían la democracia sin ley y la ley sin democracia". El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Fijóo contestó que era "una forma muy resumida y probablemente incompleta de explicar las cosas" y afirmó que "la Guerra Civil fue un golpe de Estado". En noviembre de 2022, de nuevo el presidente del PP, se refirió asía la Guerra Civil: "Hace 80 años nuestros abuelos y bisabuelos se pelearon". Este último era Feijóo.
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