madrid
Actualizado:Ningún sismógrafo pudo predecir la magnitud del terremoto que se vivió este jueves en el Congreso durante el debate sobre el decreto de la reforma laboral. Tras su conclusión, y la votación en la que el Gobierno ha sacado adelante la norma por un voto, gracias a un error del PP, sin tres de sus principales socios y con el apoyo de Ciudadanos, hará falta algún tiempo para valorar el nivel de los destrozos. Lo que se da por seguro es que la legislatura sigue en pie.
No es la primera vez que partidos como ERC o EH Bildu confrontan abiertamente con el Gobierno acerca de una medida o política concreta. Lo que es una novedad es que lo hagan con Yolanda Díaz y con Unidas Podemos (y viceversa, que el espacio confederal cargue contra estos partidos en un debate parlamentario).
Pero la reforma laboral no es cualquier norma, y ambas partes lo sabían. No solo porque se trate de una de las medidas más importantes de la legislatura, sino porque encarna el debate más trascendental de los últimos tiempos sobre la recuperación de derechos de los trabajadores.
Por eso, más allá de los mensajes cruzados, de que Unidas Podemos calificara de electoralismo la actitud de la izquierda soberanista por su supuesto miedo a la creciente figura demoscópica de Yolanda Díaz, o de que Gabriel Rufián apuntara a la vicepresidenta con la tanqueta de Cádiz, el reproche más desgarrador fue quizá el de la acusación mutua de haber dilapidado la lucha obrera de las últimas décadas con sus respectivas decisiones.
Para formaciones como ERC y EH Bildu (y también para otras, como las CUP), la reforma laboral del diálogo social desaprovecha una fuerza trabajadora que en los últimos 10 años se ha bregado con la reforma laboral del PP y la precariedad para acabar con el marco de relaciones laborales de la derecha (algo que, a su juicio, el decreto que se ha convalidado este jueves no hace).
Para Unidas Podemos, la actitud de estos partidos casi logra dar al traste con un primer paso crucial para tumbar los pilares maestros del modelo laboral del PP (limitando de forma clara la temporalidad y recuperando herramientas para los representantes de los trabajadores en la negociación colectiva), un primer paso que rompe una tendencia de largo peregrinaje por reformas que solo han arrebatado derechos y al que, según avanzó la diputada de En Comú Podem Aina Vidal, le seguirán otros.
La geometría variable le da un gran susto al Gobierno
Pese lo subido del tono del debate y a la primera confrontación entre la izquierda soberanista y Yolanda Díaz, antes de la celebración del Pleno y también durante su desarrollo, ERC y EH Bildu habían ensayado la explosión controlada y habían construido un muro alrededor de su epicentro para que no dañara las estructuras básicas de la legislatura.
La alianza entre el Gobierno y el bloque de la investidura ha sufrido un revés, pero este golpe probablemente está lejos de causar la "herida profunda" que algunos habían anticipado en las horas previas al Pleno. En primer lugar, porque si algo demostró la votación es que la geometría variable que el PSOE anheló en algún momento se parece más a una ruleta rusa que a una aritmética parlamentaria estable.
Hizo falta un error sobrevenido de un diputado del PP que votó telemáticamente para salvar sobre la bocina el rechazo al decreto. El salvavidas que UPN le tiró al Gobierno el miércoles por la noche (cerrando de esta manera los apoyos necesarios para convalidarlo), fue pinchado el jueves por la tarde por los dos diputados navarros, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, que optaron por saltarse la disciplina de voto de su formación y pulsaron el botón del 'no'.
En segundo lugar, antes incluso de tener lugar esta carambola, tanto desde ERC como desde EH Bildu insistieron en separar la votación de la reforma laboral de su alianza con el Gobierno de coalición.
Por este motivo Rufián y Oskar Matute insistieron en que "no se acaba el mundo" y aseguraron públicamente que son conscientes de que la alternativa a este Ejecutivo es un PP de la mano de la ultraderecha de Vox. "Si es por nosotros, no pasarán", aseguró el diputado vasco en un mensaje de tranquilidad que parecía dirigido a la propia Yolanda Díaz (y también a Pedro Sánchez).
Sin embargo, aunque se busque separar el debate y votación de la reforma laboral del futuro de la legislatura, su impacto en la misma podría ser mayor del esperado. En las próximas semanas, y con las leyes que traiga el Ejecutivo de coalición a la Cámara, se verá si al terremoto de este jueves le sigue alguna réplica.
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