"La audiencia corona ganador a quien plantea soluciones y resulta creíble"

No hay frivolidad que valga. Los duelos televisivos preelectorales deciden, y mucho, el voto. Así lo recalca el catedrático de la Autònoma de Barcelona Pere-Oriol Costa.

¿Hasta qué punto son útiles los debates cara a cara?

Puede que hasta decisivos. La historia nos recuerda cómo [Richard] Nixon perdió contra [John Fitzgerald] Kennedy en 1960 por cómo abordó el debate. Y en España, la mala actuación de José María Aznar contra Felipe González en 1993 le hizo quizá perder las elecciones.

¿Qué corrimiento de voto puede producirse?

Es difícil pronosticarlo. Pero con un empate técnico previo caben los vuelcos, ya que a fin de cuentas, con resultados tan ajustados, deciden las elecciones los indecisos. En cambio, si una fuerza parte como favorita, elude los debates. No gana nada, y sí puede fallar.

Por eso no hubo en 1996.

Claro. El PP se sentía ya ganador. ¿Para qué exponerse entonces? Ahora, para 2008, todo cambia: las distancias se han encogido. Eso provocará una expectación enorme. Consecuencia: quien sea derrotado sufrirá un desgaste mayor.

De modo que casi importa más no cometer errores.

Eso es lo básico, porque la televisión sobredimensiona los patinazos. También tiene que aparecer agresivo, sin pasarse.

¿En qué se fija la audiencia?

Hay algo básico: la credibilidad. Los espectadores coronan ganador a quien plantea soluciones y les inyecta confianza.

¿Pero no influye más a quién da por vencedor la prensa?

Sin duda. Tan importante es el debate como el metadebate. Cada partido intenta generar un clima favorable a su líder.

¿Ahora quién tiene más a su favor, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy?

El presidente, ya que su índice de aceptación, como probó la encuesta que el Centro de Investigaciones Sociológicas la semana pasada, es mayor. Pero todo depende de qué temas se cuelen en el debate.