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Actualizado:Lunes, 4 de octubre de 2021. Doce y cuarto de la mañana. Un operativo policial en el distrito madrileño de Chamberí, con tres agentes de paisano, detecta a dos mujeres jóvenes, probablemente extranjeras, una morena y otra rubia "observando desde la calle varios pisos con los portales abiertos". Podrían ser las posibles autoras de robos en viviendas que han aumentado en la zona, según consta en el atestado policial, al que ha tenido acceso Público. Uno de los agentes, "mal vestido", con "mala pinta", como de "macarra de discoteca", consta en el sumario, las para y les pide la documentación. A partir de ese momento, las dos mujeres vivieron un calvario inédito en sus apacibles vidas.
Se trata de dos amigas, una de ellas, cuyas iniciales son I. T., polaca de 32 años, que lleva cinco en Madrid y que trabaja en una consultoría de marketing; y la otra, I. S., estudiante rumana de 27. I. T. había pasado la noche en casa de su amiga y aquella mañana desayunaron fuera y al regresar al domicilio, la portera de la finca les avisó de que una zapatería cercana iba a cerrar y ofertaba calzado. Las amigas se dispusieron a acudir a la zapatería en busca de saldos cuando fueron abordadas por un hombre que se presentó como policía.
I.T. sacó su móvil y comenzó a grabar, a la vez que se negaba a identificarse ante el desconocido. "Les pidió el pasaporte pero ellas pensaron que era un ladrón y le pidieron el número de placa, y no lo quiso decir. Que ella sabe por las películas que el agente debe decir su número de placa. Que empezó a grabar porque se asustó de verdad", consta en la declaración de la polaca. Al primer policía de paisano, se unieron sus otros dos compañeros. "Nosotras no nos vamos a identificar delante de borrachos, no tenemos que identificarnos a cualquier persona que nos enseñe una placa", consta en el atestado que dijeron las mujeres.
El revuelo en la calle Meléndez Valdés de Madrid, donde ocurrieron los hechos, ya era notorio. Ante la dificultad para que las dos mujeres se identificaran, los policías pidieron refuerzos y un coche patrulla con dos agentes se presentó rápidamente.
Pero para entonces las chicas ya habían accedido a enseñar sus pasaportes a los agentes, como puede verse en el vídeo aportado al juicio y procedente de la grabación que I. T. realizó del operativo con su móvil, advertida por los policías de que podía grabar pero que se atuviera a las consecuencias si el vídeo era difundido posteriormente. Pese a que las chicas accedieron a entregar sus pasaportes, el operativo ya era imparable.
Los agentes se las llevaron a un portal para proceder a los cacheos, a cargo de una de las agentes de paisano. Mientras la mujer rumana era cacheada, su amiga esperaba en la calle "manteniendo una actitud chulesca y altiva con los policías", consta en el atestado. En un momento dado, uno de los agentes uniformados, el jefe del operativo, la cogió del brazo para apartarla "porque estaba obstaculizando el paso en la vía pública" y ella "le dio tres manotazos en el antebrazo, mientras le gritaba: "A mí no me toca un hombre", manteniendo una actitud agresiva", consta en el atentado.
Ese hecho no está documentado en el vídeo. Lo ratificó en el juicio el propio policía y alguno de sus cuatro compañeros. "La mujer policía declaró que había visto cómo yo le daba en el brazo a su compañero pero ella estaba en ese momento registrando a mi amiga, era imposible que lo viera desde dentro del portal", explica I. T. a este diario. Respecto a la mujer rumana, el atestado policial indica que propinó otro manotazo al mismo policía. Los supuestos manotazos sirvieron para acusar a las dos mujeres de atentado a la autoridad. Ambas acabaron detenidas y pasaron la noche en un calabozo de la comisaría de Moratalaz. "En media hora supieron que no teníamos antecedentes penales ni policiales, pero nos dijeron: "Os quedáis encerradas por atentado", cuenta I.T.
Una experiencia traumática
"Pasamos una noche en la cárcel y eso es horrible. No dormimos ni comimos, no podíamos parar de llorar", explica I.T. En esas condiciones fueron conducidas a los juzgados, al día siguiente, para la celebración de un juicio rápido. "Nos decían que firmásemos la conformidad y que sólo tendríamos que pagar una pequeña multa, de 300 euros más o menos. Pero si no firmábamos acabaríamos en la cárcel, eso nos decían los abogados de oficio". La mujer polaca no admitió las acusaciones y rechazó la conformidad con la acusación de la Fiscalía, que pedía para ambas seis meses de prisión. Su amiga, en cambio, se derrumbó y firmó la conformidad, asumiendo el pago de la multa y los antecedentes penales, que caducarán dentro de dos años.
La mujer polaca decidió ir a juicio, "porque soy inocente, no pegué al policía y todo era surrealista, no me lo podía creer. Mis únicos antecedentes en España son dos máster y un buen trabajo que tengo". I. T. contrató a un despacho especializado, Ospina Abogados, para su defensa. La vista oral se celebró el pasado 9 de diciembre, "con la suerte de que el vídeo que grabó se pudo aportar como prueba. Fue fundamental que la jueza titular del Juzgado de lo Penal 14 de Madrid pudiera corroborar, a través del vídeo, que, en efecto, las mujeres entregaron sus pasaportes a la Policía", explica el letrado Juan Gonzalo Ospina, que cree en ese momento y tras comprobar que carecían de antecedentes, los agentes habían podido dejar libres a las mujeres.
"Y en el visionado se observa cómo uno de los agentes uniformados, es decir los que acuden con posterioridad, tiene dichos pasaportes en la mano, por lo que si bien tras numerosas evasivas la acusada se identificó. Constituyendo la actuación de la acusada una mera falta de respeto y consideración
debida a las los agentes la cual tras la reforma de la LO 1/2016 se encuentra destipificada", consta en la sentencia absolutoria.
La jueza no dio credibilidad a los tres manotazos presuntamente propinados por la mujer polaca. De esta manera, el caso se desinfló desde el presunto delito inicial, el de atentado a la autoridad, a la "mera falta de respeto" por haberse negado varias veces a la identificación. "Me gustaría poder iniciar alguna acción contra el policía por mentir en el juicio, por haberme hecho pasar este calvario", concluye I. T., satisfecha por el resultado en el juicio pero "impactada" aún por la experiencia.
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