Opinión
¿Cambio político en Alemania?
Por Por David Lerín Ibarra
Profesor EMUI_ EuroMed University y Colaborador Honorífico Universidad Complutense de Madrid
El próximo domingo 26 de septiembre se celebra una cita electoral fundamental para Alemania y para todo el continente europeo. Ese día tendrán lugar elecciones en el Bundestag que pueden suponer un cambio político relevante. Merkel abandona la cancillería que ocupaba desde hace casi 16 años, concretamente desde el 22 de noviembre de 2005, dejando un panorama político muy abierto. Hagamos un repaso de la situación actual de las formaciones políticas del sistema de partidos alemán.
Según los principales sondeos del país germano es muy posible que el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, Sozialdemokratische Partei Deutschlands) conquiste el primer lugar, recuperando unos puntos porcentuales desde las últimas elecciones legislativas, llegando al 25% (desde el 20,5% anterior), tomando los datos del estudio del Instituto demoscópico INSA (de 7 de septiembre) y los de la prestigiosa encuesta "Politbarometer" de la cadena pública ZDF ( de 3 de septiembre).
Obviamente, el SPD se queda muy lejos de conseguir una mayoría significativa, como alcanzaba en el siglo pasado, pero es muy factible que su líder actual, Olaf Scholz, alcance la jefatura del gobierno. Casi todos los analistas coinciden en marcar la campaña política de este partido como una de las razones del éxito que le auguran las encuestas, sobrepasando a los ecologistas de Alianza/los Verdes (Bündnis 90 / Die Grünen, abreviado B90/GRÜNE) que eran hasta poco los potenciales vencedores de los comicios —no obstante, obtendrían un 17% según los sondeos, es decir, casi doblarían los resultados anteriores (8,9%).
De todas formas, el SPD tendrá que pensar la coalición necesaria que le dé la mayoría suficiente para gobernar Alemania. En este sentido, la alianza mas probable sería la conocida en jerga política alemana como rot-rot-grüne koalition, es decir rojo-rojo-verde, que estaría compuesta por el SPD, por Los Verdes, que ya hemos citado, liderados por Annalena Baerbock, y por el partido Die Linke (La Izquierda), que presiden Susanne Hennig-Wellsow y Janine Wissler. Los sondeos otorgan a este grupo político, de modo sostenible, en torno al 6% - 7%, es decir que entraría sin problemas en la Cámara Baja germana, recordemos que el límite o barrera electoral es de un 5%. Esta formación izquierdista es resultado de la fusión, en 2007, del postcomunista Partido del Socialismo Democrático (PDS) y del WASG (Partido del Trabajo y Justicia Social), escisión de izquierdas y sindical del SPD, liderada por Oskar Lafontaine, tildado como traidor por algunos líderes del partido socialdemócrata. Este hecho supuso históricamente dificultades para llegar a acuerdos políticos entre SPD y Die Linke. Pero el trascurso del tiempo parece sanar las heridas y las necesidades de llevar a cabo políticas diferentes parece que ha mejorado la convivencia entre ambas formaciones.
Numéricamente, también sería posible un gobierno semáforo (rojo-amarillo-verde) que formaría el SPD, Los Verdes y los liberales del FPD (Partido Democrático Libre, en alemán Freie Demokratische Partei), que obtendrían según las encuestas un 13% (subiendo 2,3 puntos desde el 10,7% de la anterior cita electoral). Sin embargo, esta coalición difícilmente materializaría las promesas de la izquierda de incrementar el salario mínimo, subir los impuestos a los más pudientes o potenciar fuertemente las energías renovables. Además, a pesar de que el socialdemócrata Olaf Scholz haya dejado la puerta abierta a tal coalición, el líder liberal Christian Lindner prefiere la alianza con conservadores y verdes, lo que en el argot político germano se denomina coalición Jamaica, semáforo jamaicano o schwampel (verde, amarillo y negro).
Por su parte, la derecha conservadora CDU/CSU, Unión Demócrata Cristiana de Alemania y Unión Social Cristiana de Baviera (Christlich Demokratische Union Deutschlands y Christlich-Soziale Union in Bayern), sufrirá un duro varapalo político pasando de un 33% a un 19%. Es evidente que la pérdida del liderazgo de Ángela Merkel se va a notar y que el partido no ha conseguido que Armin Laschet consiga el respaldo popular suficiente para que esta formación conserve el poder. En las últimas semanas el grupo conservador esta intentando recuperar el terreno perdido apelando a la vieja estrategia de campaña conocida como rote socken (calcetines rojos), que se basa en agitar el miedo al peligro rojo de un gobierno de izquierdas, sobre todo ahora que hay posibilidades de que la formación Die Linke entre en el gobierno de Berlín.
Por último, el partido de derecha radical populista Alternativa para Alemania (AFD, Alternative für Deutschland), que ha tomado como eje de campaña el escepticismo antivacuna, a pesar de que posiblemente atesore un resultado significativo por encima del 11%, se encuentra fuera de cualquier pronostico para entrar en el gobierno de la nación, ya que ningún partido, a día de hoy, se abre a la posibilidad de negociar con la formación de ultraderecha. Por ejemplo, el líder conservador Laschet ha reiterado en bastantes ocasiones que se niega no solo a un gobierno de coalición con este grupo, sino también a la posibilidad de cooperar o negociar con él.
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