Opinión
Vox, un partido extranjero

Por Pedro González de Molina
Profesor de GeH. Militante de CCOO
Resulta llamativo que un partido que se considera “patriota” defienda los intereses de otras potencias diferentes a la suya, sobre todo cuando esta amenaza con imponer aranceles que perjudicarán los productos españoles. Pongamos que hablo de Vox, el partido ultra que tiene ahora línea directa con dos potencias que pretenden debilitar a la UE, los EEUU y Rusia.
Vox, pese a declararse patriota, ha salido por la tangente a la hora de criticar el anuncio de aranceles a la UE en varios productos (25% al aluminio y al acero, y a los productos que contengan uno u otro material), y por ende, a España. Cuando se le ha interpelado con respecto a esto han intentado defenderse diciendo que “Sánchez cae mal en Washington”, y que por ello iba a imponer aranceles a España. Sin embargo, dichos aranceles también afectarían a productos de países más cercanos a Washington que a España porque la política arancelaria de la UE es común. ¿Qué le dirá Santiago Abascal cuando Donald Trump perjudique a los productores españoles con dichos aranceles? ¿Les enseñará sus fotos donde rinde pleitesía al presidente de los EEUU?
Vox se considera a sí mismo como defensor de la “ibero-esfera”, tirando de tradición nacional-católica, defendiendo la labor “civilizatoria” de la Monarquía hispánica en América. Evidentemente obvian o minimizan los desmanes que se realizaron durante la conquista y explotación de las “Indias”, pero lo curioso es que no han levantado la voz contra la decisión de Trump de dejar de emitir en español en la página web de la Casa Blanca. Cualquier nacionalista, patriota, o incluso ciudadano/a de a pie, se sentiría orgulloso de que en los EEUU la segunda lengua más hablada sea el español, precisamente impulsado por inmigrantes latinos, de los que Vox se supone que defiende con su idea de “ibero-esfera” pero que luego denigra por ser inmigrantes. ¿Dónde están las declaraciones airadas del señor Abascal defendiendo nuestra lengua en los EEUU?
Vox también realizó un cambio de chaqueta con la nueva conformación del Parlamento Europeo, cambiaron al grupo de Meloni por el de Víctor Orbán, acercándose al máximo defensor de Vladimir Putin en la UE. Si seguimos el rastro del dinero, vemos cómo un banco húngaro (MBH BANK NYRT), del entorno del presidente Orbán, prestó 6,5 millones de euros a Vox, además de otras formas de captación de fondos opaca, que está en manos de la Fiscalía anticorrupción. El partido patriota ya había sido multado por Anticorrupción con 233.324,22 euros por financiación irregular. Compartir grupo con Orbán, jefe de los Patriots, supone acercarse a las tesis de Putin y al intento de debilitar la UE que Orbán y Putin pretenden.
Recordemos que también fueron financiados por un grupo opositor iraní, Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), que financió generosamente la campaña de 2014 de las europeas de Vox, cuestión que reconoció el partido. El nombre real del grupo es Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán, con lo de Consejo Nacional intentan camuflar su identidad y dar la imagen de que son un grupo más amplio. Este grupo está acusado de graves violaciones contra los derechos humanos, y durante mucho tiempo fue considerado un grupo terrorista, aunque en las últimas épocas ha sido acogido con alegría por los neocon de los EEUU como opositores al régimen iraní.
Por no hablar de los fondos opacos que se mueven en sus distintas filiales, como en la Fundación Disenso, en los medios ultras que les sirven de caja de resonancia, sus relaciones con sectas cristianas ultras, grupos como Manos Limpias, nazis variados, grupos negacionistas de la ciencia, etc.
Vox es un partido trampantojo. Se presenta como defensor del campo, pero se opone a cualquier medida para paliar las sequías, o mitigar el cambio climático que afecta al campo. Se declaran a favor de la clase trabajadora española, pero se oponen a cualquier medida social o que beneficie a los y las trabajadoras, como las distintas subidas al SMI, a la reforma laboral o a la reducción del tiempo de trabajo. Vox dice que defiende los intereses de los españoles, pero cuando gobiernan atacan las políticas de igualdad, a la memoria histórica, piden eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias (con las catastróficas consecuencias que conocemos), votan en contra de las ayudas de la DANA, financian a los toros y a todo lo castizo, etc. Si uno se lee su programa económico es el ultraliberalismo desregulador, la privatización del Estado del bienestar, la defensa de una “nación” en la que no cabe todo el mundo, de un país homogéneo, ultracatólico y autoritario.
Vox es un partido que intenta utilizar las “pasiones más bajas” (demagogia), el antifeminismo, e intenta inocular el miedo a la inmigración irregular y a las okupaciones, para desviar la atención de los problemas de desigualdad, falta de vivienda, del poder desmesurado de la riqueza y la tecnoligarquía, y del programa regresivo que abanderan. Un partido que intenta capitalizar el enfado, pero que nada a contracorriente de las soluciones necesarias para solventar los grandes problemas del siglo XXI para los que manejan un modelo fracasado, el ultraliberalismo autoritario.
Por lo tanto, tenemos un partido de ultraderecha que con una mano saluda a Trump, con la otra a Putin, ha recibido fondos de un banco húngaro y de un exgrupo terrorista iraní, y que se autodenominan “patriotas”. Más bien parecen la sección nacional de la Internacional trumpista. Un partido supuestamente patriota que sigue las consignas de Washington y Moscú. Un partido influido notablemente por fuerzas extranjeras hostiles a nuestro país y a nuestra democracia. Vox, un partido extranjero.
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