Opinión
Una tarde de conversación con un vendedor del ‘top manta’.
Por Joseba Torronteras
Joseba Torronteras // Du es un joven de 32 años de origen senegalés que vive de la venta ambulante en las calles de Madrid. Llegó a España en 2007 en busca de una vida mejor porque, según explica, en su país corría el rumor de que el salto a Europa era sinónimo de estabilidad y trabajo.
El joven afirma que su sueño se vio truncado cuando apareció la crisis. “España no es lo que me habían prometido en mi país”, cuenta con voz tranquila y pausada, un tono que contrasta con la decepción e incertidumbre que relata.
Al principio Du no quería hablar de él ni de su historia. “Qué te voy a contar”, decía mientras su mano invitaba a este periodista a seguir su camino, indicando que tenía que continuar trabajando. Pero un día, la cosa cambió tras el protocolario saludo, ya cotidiano, y empezó a hablar y desahogarse con confianza -confesó que confundió al que escribe estas líneas con un policía-.
“Llevo vendiendo desde 2007”, explica Du. Se refiere al ‘top manta’. “Llegué en avión, como uno más. Ni patera ni nada de eso”. Allá por el 2009, la policía le sorprendió vendiendo ilegalmente, le llevaron a comisaría y, tras comprobar que no tenía papeles, el juzgado decretó su ingreso en el CIE de Aluche. “Fueron los 42 peores días de mi vida, no te imaginas lo que es que te dejen sin libertad y encima cuando ni siquiera has cometido un crimen”. Su tono tranquilo encontra un bache mientras recuerda ese episodio. Esta es la única parte de la conversación en la que le tiembla la voz.
Al rato de estar charlando llega un hombre al que Du parecía conocer y que se presenta como Mali, como su país de origen. Se comunica con Du en castellano y olía a vino. Mali pasa la mayor parte de la conversación argumentando por qué, a su parecer, Francia es mejor que España en materia de derechos. Defiende que mientras en España era un “sintecho”, nunca tuvo que dormir a la intemperie en suelo francés. Mali saltó la valla de Melilla en 2001 y desde entonces vive en la calle, aunque reconoce que, a sus 36 años, todavía busca piso y trabajo. “Hubo mucha gente que quedó atrás, que no llegó a España, pero a quién le importa eso”, dice a modo de despedida mientras levantaba su maleta del suelo y emprendía camino.
Tras excusar a Mali -“no le hagas caso, es buena gente”-, Du lanza una sonrisa incapaz de disimular la nostalgia que impregna sus palabras. Cuenta que está feliz en España, pero que quiere dejar el ‘top manta’ y encontrar un trabajo formal y estable. Du es musulmán y cree que dios tiene un plan para él, que algún día tendrá la recompensa que merece, un pensamiento que le ayuda a esquivar la tristeza. “Me gustaría volver a mi país con mi gente si pudiera tener un trabajo allí”, dice al concluir la conversación.
Fuentes municipales apuntan que en Madrid no existe un censo de personas que se dedican a la venta ambulante irregular porque quienes la ejercen, buscan de manera continua salir del `top manta´. “Esta situación genera un nivel de rotación altísimo”, apuntan desde el consistorio. Según las cifras que maneja el Ayuntamiento madrileño, actualmente en la capital hay entre 150 y 200 personas ganándose la vida como Du.
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