Opinión
No es con Sánchez ni con el PSOE pero es con la democracia
Profesor de Ciencia Política en la UCM
"Hemos olvidado la guerra en el afán de construir la paz de los españoles, pero no hemos olvidado ni olvidaremos nunca la victoria".
Torcuato Fernández Miranda (21 de diciembre de 1973)
¿Que el PP no lleva robando desde antes de que fuera un partido?
En España, el mayor tráfico de influencias tiene lugar en la jefatura del Estado, donde los progenitores colocan siempre a su hijo o hija en el puesto que ellos dejan. Todo queda siempre en casa. No es extraño que en España se prospere más con buenas influencias que con buenas notas.
Al Partido Popular le da absolutamente igual que la esposa de Pedro Sánchez firmara cartas recomendando proyectos y empresas, igual que para cursar una denuncia les da igual que se haya hecho o no conforme a la ley. Este partido lo fundó un Ministro de Franco, Manuel Fraga, que hizo la campaña en Galicia con dinero del narco, lo que a su vez explica por qué el Presidente del PP, Núñez Feijóo, veraneó con un delincuente de la cocaína durante años mientras las madres de negro se manifestaban contra la droga que mataba a sus hijos. El PP ha sido condenado ya tres veces por robar a España y entre sus dirigentes ya hay decenas de ladrones que se gastaban el dinero robado a los españoles en cocaína y “volquetes de putas”. El responsable del milagro español del gobierno de Aznar, el Ministro del PP Rodrigo Rato, está condenado por robar muchísimo dinero a los ciudadanos representados por esa bandera que los delincuentes del PP llevan en la muñeca diciendo que la quieren tanto. Ni los que quieren romper España han robado tanto a España como los patriotas del PP. Sería bueno para España, en especial para sus arcas, que la derecha no la quisiera tanto.
Si a los “populares” les molestara que en el entorno de los políticos se hicieran recomendaciones económicas, tendrían que echar a Núñez Feijóo, que hizo lo mismo con sus familiares y, de manera aún más bochornosa, a Isabel Díaz Ayuso, que ha metido en esas recomendaciones a padres, hermanos, primos, amigos y conocidos, con el añadido sorprendente de que quien tuvo que dimitir en el PP fue Pablo Casado por denunciar la mordida del hermano de la presidenta por vender carísimas mascarillas cuando la pandemia se llevaba en los hospitales y residencias de Madrid a decenas de miles de personas. La españolidad de, aproximadamente, la mitad de los españoles está puesta en duda para la derecha desde, al menos,1873, y esta condición de malos españoles les hace susceptibles, siempre, de, llegado el caso, ser fusilados. Empezamos nuestra historia echando a moriscos y judíos, y el papel de la Inquisición lo representan, con togas en vez de sotanas, personajes a los que siempre les caen algunas migajas de las mesas de los ricos.
Razones clásicas para una dimisión
La decisión de Pedro Sánchez de ponerse en stand by cinco días es sorprendente y tenemos que reconocer que nos falta información para poder calibrarla. A Sánchez sabemos que le gusta cambiarle el ritmo a todo el mundo y su habilidad consiste precisamente en esos cambios de giro que hacen derrapar a los delanteros más finos de los demás equipos. Hasta hoy, y ya tiene una edad, lo que ha demostrado es una enorme sangre fría y una capacidad vulcaniana de ejecutar incluso a sus mejores amigos.
Tiene razón la directora de Público cuando afirma que no da “puntada sin hilo”. La expresión de amor que contiene la carta, aun siendo seguramente cierta (¿por qué hay que dudar de ella?), no deja de tener trazas del ajedrez aleatorio de Iván Redondo, ese que quiere dejar a todo el mundo con el polo de las pilas invertido. Con esa declaración de amor por encima de la política, seguro que Netflix baraja ya hacer una serie que se llame Lady Di y Mr. Handsome, HBO otra que se llame Los juegos del calamar de Pedro Sánchez y Filmin una tercera, siempre más frugal, Sánchez: diez días de mayo. La última vez que nadie tuvo a todo el país aferrado a un plazo fijo fue en circunstancias mucho más trágicas.
Las razones para una dimisión de la presidencia del gobierno que puede brindar la ciencia política serían las siguientes:
Una guerra civil dentro del partido. No es el caso, pues Pedro Sánchez tiene laminado al PSOE desde que le cortó en su día la cabeza y luego les derrotó en las primarias. Es verdad, sin embargo, que le estará esperando en la “bajadita”. No hemos escuchado a la vieja guardia del PSOE y tampoco a algunas ministras y ministros pronunciarse sobre el asunto.
Un escándalo para el que no se pudieran rendir explicaciones. Aquí todo son especulaciones, pues no hay información veraz sobre nada de esto. Es cierto que Begoña Gómez es empresaria y ha hecho negocios, pero no está demostrado ni hay indicios de que haya cometido ilegalidades. Aunque se pueda afirmar que debiera haberse abstenido de algunas recomendaciones por su vinculación con el Presidente del gobierno, es evidente que en la construcción mediática de su “condena” se ha mentido acerca de subvenciones falsas e, incluso, confundiendo su persona con otra empresario del mismo nombre. Para la derecha, la verdad es simplemente un recodo del camino.
La quiebra de la mayoría parlamentaria. Aquí lo que hay es debilidad: la incapacidad que está demostrando Sumar; el desgaste que supone para una parte del PSOE el apoyo de Bildu y ERC; el cansancio del chantaje permanente de Junts, incluso después de ponerse en marcha la amnistía; y la difícil conformación de mayorías debido a las diferencias ideológicas de los grupos que configuran la investidura son elementos que señalan cierto agotamiento.
Una amenaza inconfesable de los poderes fácticos. Es lo que le pasó a Adolfo Suárez y hoy, en un mundo globalizado y lleno de espías, los riesgos se multiplican. Igualmente, esto permanece en el misterio, dando pábulo a supuestos usos de la herramienta Pegasus y a todo tipo de narraciones conspiranoicas que, aunque carezcan de pruebas, colaboran a la especulación. El silencio absoluto de Pedro Sánchez puede entenderse con los tintes pasionales de un amor desaforado o con cualesquiera otras explicaciones. Sánchez no ha ayudado al respecto. Cuando decides dimitir ¿tiene sentido darte cinco días de plazo? ¿Para qué necesitas ese tiempo? ¿Qué razones cobran fuerza pasadas esas horas? Como hace Dios, Sánchez nos ha dado pocas pruebas de existencia.
Una ocasión para encontrar una ventaja electoral: aunque no sea la razón principal (en una decisión política siempre juegan varios vectores), aquí se puede afirmar que Pedro Sánchez ya ha ganado. El PSOE se ha reforzado en las catalanas; prácticamente, con esa apelación sentimental al líder enamorado y asediado por los franquistas, ha asestado la puntilla a Sumar (no olvidemos que los elogios desbordados de Yolanda Díaz a Pedro Sánchez, como si fuera un elegido por los dioses, brinda en bandeja el apoyo electoral al PSOE por parte de los votantes rosados); el gobierno sale de la parálisis en la que estaba (sea a través de una moción de confianza o de la vía que se ponga en marcha para sustituir a Sánchez); pone a bailar a todos los partidos de la investidura al son del PSOE; deja a la derecha, después de años tendiéndole la mano y blanqueándola -aquí sí que se la ha blanqueado-, como lo que son: furibundos enemigos de la democracia que no aceptan los resultados electorales cuando pierden; engrasa su elección en algún cargo internacional, sea el Consejo Europeo, la OTAN u otro que surgiera.
El apoyo a Sánchez por parte de todo el espectro parlamentario, salvo en el caso del PP y VOX, tiene que ver con lo que la andanada contra Begoña Gómez supone de ataque personal. Está claro que forma parte de un montaje orquestado -de eso sabemos mucho en Podemos-, donde se juntan, bien organizados, medios de comunicación de la derecha y la extrema derecha, el Partido Popular y algunos jueces que, curiosamente, ya llevan acumulados trienios en esto de ayudar a la derecha. El corrompido Consejo General del Poder Judicial está prolongando la jubilación a los 72 años a jueces que se han significado en dictar sentencias en la dirección afín a la ideología de la derecha. No en vano, Ignacio Cosidó dijo que iban a controlar el Tribunal Supremo a través de la Sala Segunda (la que ha absuelto al sinvergüenza de Manos Limpias), Cayetana Álvarez de Toledo dijo que los jueces iban a detener lo que no habían detenido las urnas y no son ni uno ni dos los hijos de los jueces amables con el PP que ascienden al calor del partido. La necesaria vinculación de los jueces con los principales partidos para prosperar en la carrera judicial hace el resto. Que por eso lleva el CGPJ cinco años fuera de la Constitución y siguen hablando de justicia y de derecho, que es como si el Chapo Guzmán jugase un partido de fútbol benéfico contra las drogas.
La marcha sobre Roma de la derecha
En Sevilla, en 2003, los promotores inmobiliarios dijeron: vamos a gastarnos en un ataque mediático y judicial la mitad de lo que podemos embolsarnos si nos cargamos a la izquierda en la alcaldía. Y fueron contra Antonio Torrijos, entonces teniente de alcalde de IU. Por supuesto, lo sacaron de juego. Por esa capacidad de fuego, la derecha siempre ha querido ser dueña de los principales medios generales y locales de toda España. Y de la judicatura.
Por algo similar, los jueces quieren ser los que elijan a otros jueces. Es una garantía para poder seguir haciendo determinadas cosas. No estaría mal que cada vez que un juez dice que deben ser ellos los que deben elegir a otros jueces para el CGPJ, se les abriera una investigación como sospechosos de algo, en términos parecidos a lo que ellos han hecho investigando a los políticos de la izquierda. Si repasamos lo que ha hecho la derecha, se nos acaba la amabilidad.
El bipartidismo que ya ha vuelto empobrece a España. La mitad del bipartidismo (PP) impulsó esas trampas del uso espurio de jueces y medios, mientras la otra mitad (PSOE) siempre ha mirado para otro lado. Así ocurrió con IU (en el caso de Julio Anguita, quien disparó fue el PSOE), con el independentismo vasco, con el catalán, con casi toda la dirigencia de Podemos -de manera muy exagerada e integral-, con Mónica Oltra, con Ada Colau y con muchos particulares (incluidos titiriteros, muchachos de Altsasua, los seis de Gijón, el SAT, raperos y tantos otros, donde también miró para otro lado una parte de la izquierda que ahora quiere sacar cabeza y hace el ridículo. De hecho, es una constante que las persecuciones a políticos cuando estaban en la órbita de Podemos, desaparecieron cuando se fueron a otras formaciones. Y nunca se han dado cuenta, como le pasa ahora a Sánchez, que, si les hace falta, irán a por ellos como han ido a por sus antiguos compañeros.
En conclusión, de aquellos fangos, estas Manos Sucias, los jueces fascistas y prevaricadores, Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso.
Pero si los jueces, los medios o los que manejan los secretos tumban a Pedro Sánchez ¿cómo vamos a pararles? Mussolini marchó hacia Roma en 1923 porque las urnas no le favorecían. La policía y el ejército podían pararles y así se lo hicieron saber a las autoridades. Fue el rey Victor Manuel III el que dejó entrar en Roma a Mussolini, el que impidió la represión de los escuadristas y el que le concedió su apoyo. Es obligatorio preguntarnos qué está haciendo Felipe VI que no obedece a su obligación de arbitrar el buen funcionamiento de las instituciones, como le marca el artículo 56 de la Constitución. Ese artículo fue el que justificó el discurso del Emérito el 23F y el del propio Felipe VI el 3 de octubre. ¿No son hoy los jueces, en convivencia con panfletos mentirosos, los que están poniendo en peligro la democracia? ¿O prefiere guardar silencio para que la derecha no vuelva a insultarle?
En Roma, tenía que haber sido el pueblo el que debía haber parado al fascismo.
Conviene tomar nota.
Sánchez es muy probable que se marche, pero debiera quedarse
Creo que cuando la flecha está en el arco, tiene que salir. Es probable que Sánchez se marche. Seguro que en lo personal está tocado, por las razones que sea y, como veíamos, marchándose tiene ventajas personales y de partido que quizá quedándose no le convengan. Esa generación de políticos no entienden igual el sacrificio que sus mayores. Después de amagar con irse es difícil que no lo haga de no ser que, al volver el lunes, protagonice un capítulo de infarto que deje ñoña a la boda roja.
Puede, por tanto, asumir la derrota y marcharse, pensando que deja a su partido bien situado y empezando a pensar en su propio futuro; o puede regresar con el cuchillo entre los dientes y girando hacia la izquierda. Quizá, incluso, haciéndonos partícipes a los españoles de esas cosas que parece que nunca puede saber el pueblo.
En cualquier caso, hoy hay que decirle a la extrema derecha de este país que todos los demócratas, aunque no vayamos a votar al PSOE (y no hay que hacer trampas con eso), debemos hacer valer que el resultado de las urnas se respeta. Y vamos a exigirles, a los del PP y VOX, y también a quienes les votan, que vamos a defender la democracia. Porque apoyar hoy la estrategia del PP, es formar parte de los que apuestan por el fascismo contra la democracia, aunque sean nuestros vecinos.
Estuvieron 40 años silenciándonos, torturándonos, encarcelándonos, exiliándonos y fusilándonos. Uno de sus jefes lo dijo: “Hemos olvidado la guerra en el afán de construir la paz de los españoles, pero no hemos olvidado ni olvidaremos nunca la victoria”. Nosotros tampoco olvidamos. No va de defender a Pedro Sánchez ni a un PSOE que, torpe, no ha sido capaz de convertir el acto de Ferraz en un acto de defensa de la democracia y, como siempre, lo ha convertido en un acto de partido. Da igual. Hoy nos toca, a los que siempre hemos sido generosos, defender, con todo, a la democracia, poniéndonos al lado de quien es el presidente legítimo de todos los españoles y españolas.
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