Opinión
Sánchez se marcha el lunes y la culpa es de casi todos
Profesor de Ciencia Política en la UCM
Es (casi) evidente que el Presidente Pedro Sánchez se marcha el lunes. Siempre hay ángulos en sombra en las decisiones humanas, pero intentemos, con ayuda de la ciencia política, rastrear causas y efectos y buscar ejemplos en la enseñanza de la historia. Una decisión de este calado, claro que tiene que ver con miradas personales, pero un profesional como Sánchez no da puntadas sin hilo:
Porque de no hacerlo le deja como un bravucón que amaga y no golpea, como en el soneto de Cervantes: “Y luego, incontinente/ caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Y el principal valor de futuro de Sánchez es la imagen que le devuelve su espejo mágico. Decir que abandonas la política y no hacerlo le debilita.
Porque la única posibilidad de que regrese el lunes implicaría regresar por la izquierda con, a todas luces, la oposición de Felipe VI y de las élites de poder de España. El Pedro Sánchez regresado debiera reformar sin miedo el Consejo General del Poder Judicial; reformaría la ley mordaza; extremaría las políticas sociales -salarios, pensiones, permisos, etc.-recuperando todo el tiempo perdido; mantendría los impuestos a bancos, energéticas y grandes fortunas; reconocería a Palestina y exigiría a Israel el alto el fuego, así como su rendición de cuentas en la Corte Penal Internacional; regresaría a Podemos al gobierno en un gabinete fuerte (y se disculparía por no sólo no haber defendido a los morados cuando sufrieron lo que él hoy sufre, sino haber formado parte de los que atacaban. Y lo digo en primera persona).
Porque el PSOE va así mejor a las catalanas y a las vascas presentándose como la fuerza que sufre y quiere frenar al fascismo (ya lo intentó Pablo Iglesias en Madrid y se burlaron de él). No es muy creíble que, de pronto, el PSOE recupere su mirada de izquierda y decida enfrentarse a los jueces de extrema derecha sin más, porque no ha querido renovar el CGPJ y siempre han buscado al PP con la intención de recuperar el bipartidismo. Hablamos del PP de Feijóo, que ya había veraneado con un narco.
Porque en unas nuevas elecciones generales bajo el signo del victimismo, le quita casi todos los votos a su izquierda -¡Ay Sumar!- e, incluso, alguno a su derecha.
Porque este gobierno anda sin muchas ideas, sin capacidad de sacar leyes adelante, con Sumar restando, Podemos sin poder, y pagando un altísimo precio por una amnistía que parece que es Puigdemont el que ha amnistiado a Sánchez.
Porque se fueron Adolfo Suárez y Felipe González y a esta generación del espectáculo a la que pertenece Sánchez les pueden las series y las películas heroicas.
Porque la decadencia del PSOE solo se solventa con una gran tragedia épica contra la malvada derecha y sus malvados apoyos judiciales (que, curiosamente, son los mismos con los que quería pactar cuando le hacían a Podemos lo mismo que le están haciendo ahora y todo, en ese momento, estaba bien).
Porque la derecha ha dado golpes de Estado cada vez que no ha estado en el gobierno y la sociedad avanzaba. Lo hizo en 1936; lo hizo el 23F de 1981; y lo hizo con Podemos. Los ataques de hoy son todavía residuos de la negación del PP de aceptar que perdió las elecciones, que la izquierda del PSOE entró en el Gobierno y la izquierda independentista se ha incorporado a la gobernanza del Estado.
Toda la solidaridad con Pedro Sánchez persona y su derecho a defender a su familia. Es verdad que disparó sin clemencia contra los morados en su día. No importa. Porque el ataque a Sánchez debilita a toda la democracia y hay que estar sin fisuras apoyando frente a esa denuncia. Manos limpias es basura probada -su fundador estuvo en la cárcel por extorsión- y el juez que la ha aceptado se pondrá al lado de esos jueces que son la vergüenza del poder judicial en España (como el reciente juez que encarceló a los titiriteros y ha dejado que se escape un narco italiano, o Escalonilla, que se inmiscuyó en las elecciones persiguiendo a Podemos, igual que García-Castellón, que opera más que como político que como juez. O el CGPJ, fuera de la Constitución desde hace cinco años). Es verdad también que el comportamiento de los medios afines al PSOE invita a la desconfianza. Esta misma mañana, Àngels Barceló entrevistaba al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero en la cadena SER, en un tono intimista y emocional. Barceló cerraba, en el calor de la entrevista, recordando que Sánchez no va a estar en el primer mitin de la campaña catalana, y, entusiasta ante la invitación de Zapatero de arropar a Sánchez, cerraba: ¡No va a estar Sánchez, pero vayan que va a estar Zapatero! De la misma manera, García-Ferreras, el que publicaba información falsa sobre Podemos a sabiendas, se jactaba de matar a sus líderes y hacía de altavoz de Inda y OK Diario, se ha dedicado ayer todo el día a sembrar la idea de que Pedro Sánchez estaba muy enfadado. Que gente como Ferreras intervenga en este drama, llena de inquietud.
Por último, y aquí tengo la bola de cristal desmagnetizada, creo que Sánchez se va porque en la política real nos enteramos de la mitad de la mitad de lo que realmente pasa. No hay una crisis dentro del PSOE (que sería una causa objetiva para su dimisión, como demuestra la historia), pero, sin embargo, los escándalos están regresando al PSOE, y eso desbarata los proyectos políticos (como bien lo sabe el PP de la Gürtel). El PP y el PSOE siempre han tenido una suerte de acuerdo, pero el PP lo ha roto por sus adherencias autoritarias y quiere meter en la cárcel a todos los políticos del PSOE que pueda (como quiso meter en la cárcel a los políticos de Podemos y también en el pasado a gente de Izquierda Unida, y al PSOE no le molestó). Siempre hay cosas que solamente saben ellos. Pero que son parte, siempre, de lo mismo. Las zonas mal iluminadas están ahí y, seguramente, si se supieran, la fe en la democracia en Españas se debilitaría.
Es indudable que el ataque del PP, sus jueces y sus escuadristas de Manos Limpias tumba a la democracia. La marcha de Sánchez recordaría sin duda a los ataques a Costa en Portugal, dimitido sin culpa y sustituido por la derecha, el encarcelamiento ilegal de Lula en Brasil, sustituido por Bolsonaro, o el lawfare que sufren muchos dirigentes en muchos lugares del mundo (sustituidos por los Macri, Milei, Lasso, Noboa, etc.). La discusión no es sobre el precio personal que se paga por hacer política (en otros lugares te matan o los EEUU te encarcela), sino si no es hora de que asumamos que nuestras democracias están vaciándose. La discusión tiene que ir un poco más allá de que un dirigente tenga un momento de debilidad. Hay que ir a la raíz.
Por todo esto, creo, aunque el futuro nunca está escrito, que vienen otra vez elecciones, porque una moción de confianza es poca cosa para una amenaza de dimisión tan rotunda, a no ser que venga de la mano de un claro giro a la izquierda. Firmes, pues, contra los enemigos de la democracia y también lúcidos para no ser marionetas de nadie.
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