Opinión
Octubre Trans
Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
-Actualizado a
Hay que pellizcarse para ser conscientes de que lo que vemos, escuchamos o vivimos es realidad y no un sueño, imaginación o ficción. Cuando en diciembre de 2019 Pedro Sánchez y Pablo Iglesias estrechaban su compromiso en base al acuerdo de coalición progresista y se comprometían a elaborar “una ley trans que trabaje de forma efectiva para erradicar todas las formas de discriminación hacia las personas trans en todos los ámbitos”, era imposible de prever que casi tres años después tuviera un especial sentido reivindicar el Octubre Trans.
Cuando en octubre, valga la redundancia, del año pasado, un grupo de mujeres del PSOE montaba algarabía en la Fira de València, donde se celebraba el 40 Congreso Federal del partido, para boicotear un compromiso explícito con los derechos de las personas trans en el documento político, ya se podía intuir que el partido, un año después, sería enemigo del colectivo trans. Y eso que, finalmente, y a pesar de la tensión interna, el PSOE se comprometió en aquel cónclave a impulsar una ley desde el Gobierno para asegurar a las personas trans “que nunca más tendrán que recorrer un camino espinoso para ver reconocida, sin tutelas, su identidad”.
Los colectivos LGTBI, especialmente los trans, consideran octubre como un mes reivindicativo y de lucha para ampliar sus propios derechos. El tercer sábado de este mes otoñal se celebra el Día Internacional por la Acción de la Despatologización Trans. En 2018, la OMS pasó a considerar la transexualidad como una “incongruencia de género” y se incluyó en el capítulo “condiciones relacionadas con la salud sexual”, dejó de ser leída como una enfermedad. Un paso adelante, pero como suele pasar en el avance de los derechos LGTBI, el sabor fue agridulce. Se avanza pero nuevos peligros surgen, la lucha por los Derechos Humanos nunca terminan.
La transexualidad salía del listado de los trastornos mentales (por eso cuesta tanto de entender que algunas históricas del PSOE sigan exigiendo valoración médica como requisito para permitir el cambio registral de género). Sin embargo, los activismos se mantienen críticos con que la OMS lo considere “incongruencia de género”. Implícitamente, este reconocimiento da a entender que lo congruente es, desde ese punto de vista, lo cis, lo coherente es lo ‘hetero’ y el resto lo extraño, lo raro, lo queer. Este último, término apropiado por activistas LGTBI para autodefinirse con orgullo como disidente, cuir.
“Somos un colectivo pequeño y no importamos a nadie”. Las palabras son de una persona trans, que reconoce que estar en el foco mediático con tanta intensidad durante los últimos años ha desgastado mucho al colectivo. “Tenemos miedo, vamos avanzando en derechos pero el maltrato es constante y aumenta hacia nuestro colectivo”, añade. Las posiciones transexcluyentes se han fortalecido mucho y han permeado en un amplio espectro ideológico. Así, cuesta distinguir el discurso de la ultraderecha del de algunas históricas del PSOE. Todo el mundo se ha permitido opinar sobre cuáles son, deben ser y no ser los derechos de las personas trans. El odio permitido hacia estas sería impensable hacia otros colectivos y minorías.
El pasado martes, la histórica activista trans y militante del PSOE Carla Antonelli anunciaba su baja voluntaria en el partido. El motivo, el anuncio del PSOE de ampliar el periodo de enmiendas de la ley trans en el Congreso, una petición conjunta con PP y Vox. Algunas de las frases de su comunicado en redes sociales son demoledoras. “El socialismo si no es valiente no es socialismo, tal como decía Pedro Zerolo”. “Prefiero ir por la calle y mirar de frente a mis compañeras/os/es trans que agachar la cabeza de la vergüenza por haberles traicionado y lo que es peor, haberme traicionado a mí misma, que es cuando ya nada queda y la vida pierde su sentido”.
Este jueves, el PSOE, recogía cable y garantizaba que, al menos, no enmendarán la autodeterminación de género (la piedra angular de la norma) tras la presión de sus socios de Gobierno de Unidas Podemos y las organizaciones. Pedro Sánchez exigió frenar el “espectáculo” ante lo que supone la principal herida interna desde las primarias que él ganó a Susana Díaz aupándole, de nuevo, a la Secretaría General y que dejaron el partido roto en dos. El PSOE, que en el pasado fue el partido de los derechos LGTBI, fue abucheado en el Orgullo del año pasado precisamente por obstaculización al avance en derechos de las personas trans. No está haciendo méritos de cara al Orgullo 2023.
El colectivo, que como hemos visto pasa por momentos difíciles por la gran reacción contra la ley trans de los últimos años, persiste en sus reivindicaciones. Este sábado se celebra la jornada reivindicativa por el Día Internacional por la Acción de la Despatologización Trans. Los colectivos LGTBI han organizado actividades y protestas en diferentes puntos del Estado español. En Madrid, la Plataforma Trans llama a la movilización en una manifestación que partirá a las 18 horas desde la Plaza Pedro Zerolo y culminará en Callao.
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