Opinión
Los millones de Juan Roig y los beneficios de Mercadona
Por Julen Bollaín
Economista
La pandemia de la covid-19, la guerra de ucrania, la crisis energética y de materias primas o la inflación han sido un desastre para la economía mundial. Sin embargo, parece haber sido una bendición para ciertas grandes empresas y grandes fortunas. Esto no es algo que lo diga yo, sino que se puede apreciar echando un vistazo a los últimos datos de facturación y beneficios que se han ido publicando a lo largo del año 2023.
Los seis mayores bancos de España, por ejemplo, han tenido 20.489 millones euros de beneficios en 2022. Un 28,3% más que el año anterior, con Santander y BBVA batiendo sus récords históricos. En cuanto a las empresas energéticas, Iberdrola obtuvo un beneficio de 4.339 millones de euros, un 12% más que en 2021, Repsol de 4.251 millones, un 70% más, y Naturgy de 1.649 millones, un 36% más. Eso sí, no les pongas un impuesto por los beneficios extraordinarios que se van a la quiebra.
Esta semana conocíamos los resultados de Mercadona. La cadena de supermercados española líder en el mercado ha aumentado un 11% sus ventas en 2022, y ha obtenido un beneficio de 718 millones de euros. Un 5,6% más que en 2021. Indudablemente es una grandísima noticia que las empresas sean rentables, que incrementen sus beneficios y que demanden un mayor número de puestos de trabajo. Sin embargo, y aunque las empresas tengan la responsabilidad de maximizar sus beneficios para sus accionistas, no debe ser a costa de sacrificar derechos laborales, las condiciones de vida de sus trabajadores o ignorando las necesidades y la situación de la ciudadanía.
Una ciudadanía que lo está pasando realmente jodido, que ha visto sus condiciones materiales gravísimamente empeoradas en los últimos tres años y que, directamente, gran parte de ella no puede llegar a fin de mes. El 23% de las familias ha tenido que recortar sus gastos en alimentos desde el inicio de la pandemia, ha crecido un 9,3% el número de personas que reconocen tener que saltarse alguna comida, un 7% quienes se han quedado sin nada que comer en la nevera y un 6% quienes pasan o han pasado hambre.
Ante esta realidad, el continuo incremento de los beneficios de las grandes empresas es una práctica, como mínimo, altamente cuestionable desde el punto de vista ético. Ojalá contar con empresas socialmente comprometidas que reconozcan que su éxito no solo se mide por sus ganancias financieras, sino también por su contribución al bienestar de la sociedad en general. Ojalá contar con empresas que arrimen el hombro en los momentos difíciles.
A este respecto resulta interesante el paso dado por Eroski. La cooperativa vasca ha sido el primer supermercado que, de manera unilateral, ha decidido lanzar una cesta de la compra con productos rebajados. El resto del sector, entre los que se encuentran Mercadona, Carrefour, Dia o Lidl, rechazan hacer algo parecido alegando que la iniciativa de Eroski es “inútil”. La realidad es que la cesta de la compra con productos rebajados de Eroski incluye más de mil productos, siendo el 52% de los mismos de consumo diario o semanal (lácteos, verduras, frutas, aceite, arroz, pasta, legumbres, frutos secos o pescado), un 20% de cuidado personal y del hogar y el resto productos cuyo consumo es recomendado de forma ocasiones (galletas, embutidos o chocolate). Más de la mitad de los productos rebajados no superan los dos euros y 200 no pasan de un euro.
¿Resultado? Una inversión total entre de 100 millones de euros entre 2022 y 2023 a costa de reducir los márgenes de beneficio, con el objetivo de no trasladar al consumidor la totalidad de los incrementos de los costos. Es decir, menor beneficio para la cooperativa buscando el equilibrio entre la rentabilidad y el impacto positivo en la comunidad.
Asimismo, también resulta interesante el acuerdo conseguido entre el gobierno francés y los grandes grupos de distribución galos, como ya lo hicieron en 2011, quienes han aceptado reducir sus márgenes de beneficio para ofrecer diversas cestas de la compra básicas “al precio más bajo posible”. Qué diferencia entre la disposición de unos y de otros. Los grandes supermercados españoles, así como la patronal y el Partido Popular, lo único que han hecho ha sido pedir la eliminación del IVA. Y, por desgracia, el gobierno español ha accedido a ello. Véase la diferencia con el ministro de Economía francés quien, cuando le preguntaron por la posibilidad de bajar el IVA en Francia, lo rechazó calificando la medida como “ineficaz y costosa”. Pero, vamos, que era suficiente con echar un vistazo a los estudios existentes que demuestran que este tipo de bajadas del IVA no son tan efectivas como cabría esperar. En Alemania, por ejemplo, se tomaron medidas parecidas y las distribuidoras se quedaron con el 30% de la bajada a base de ampliar sus márgenes de beneficio. En España, donde la transparencia brilla por su ausencia, no lo sabemos.
Con todo, volviendo al tema que nos preocupa y mientras Mercadona se jacta de su éxito, los consumidores sufren las consecuencias de los incrementos de los precios. Reconocía Juan Roig que han subido los precios "una burrada" para evitar "un desastre impresionante en la cadena". Es legítimo que considere que compartir parte de sus 718 millones de euros de beneficio con la sociedad que le ha ayudado a obtenerlo no sea lo más interesante para su bolsillo, pero, sinceramente, no creo que sea éticamente aceptable.
En definitiva, si bien el éxito comercial de Mercadona es digno de admiración, su falta de responsabilidad social es extremadamente preocupante. En lugar de arrimar el hombro, la empresa ha optado por continuar contando sus millones. Tal vez deberíamos reconsiderar dónde hacemos nuestras compras y optar por apoyar a las empresas que se preocupan por el bienestar de sus clientes. ¿O es que acaso eso es pedir demasiado?
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