Opinión
"Mi compra la hago yo"
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
Lo más sencillo en estos momentos de crisis e incertidumbre, de economía de guerra y futuro incierto, es cargar contra los políticos, contra todos y todas en bloque, y echarles la culpa de nuestros males. “Son todos iguales”. Y es una mala decisión, porque, salvo que queramos gobernantes como Franco, que no se metía en política y recomendaba no hacerlo, no tenemos alternativa a esta democracia liberal que, con sus más y sus menos, nos hemos dado. Lo mejor, por tanto, es informarse bien y elegir a nuestros representantes con criterio. Ya se sabe, además, que la antipolítica genera monstruos muy molestos y ya tenemos bastantes.
En la mañana del jueves, escuchaba en la radio a una señora a la que preguntaron en un mercado por la medida de topar algunos precios en la alimentación básica, una propuesta de Yolanda Díaz ministra de Trabajo y Economía Social (esta competencia se nos olvida, también al ministro de Agricultura).
La mujer, molesta, decía: “¿Ahora el Gobierno quiere hacernos la compra también? Mi compra la hago yo”. Me dejó muy sorprendida esta respuesta y me preguntaba yo si ella no habría entendido bien la propuesta o si odiaba tanto al Gobierno y/o a los políticos que prefería arruinarse antes de que el Ejecutivo adoptara medidas de emergencia para aquellas personas que peor lo pasan. De lo que estoy segura es de que, además de hacerme pasar un buen rato imaginando a Pedro Sánchez con visera llevando la compra a la ofendida señora, en España hay mucha gente a la que no le importaría que el Gobierno le llenara al carrito.
Todos los políticos y políticas no son iguales y la alternativa a ellos gobernando es, en todos los casos conocidos, mucho peor. Por tanto, y aunque entiendo muy bien las críticas que ha generado teniendo en cuenta el momento que vivimos, me parece un despropósito ese debate artificial sobre el millón de euros que se va a destinar a los móviles de 350 diputados, su herramienta fundamental de trabajo. Y eso lo podemos acreditar quienes, por razón de nuestro oficio, convivimos bastante con Sus Señorías. A los periodistas, por ejemplo, que tenemos la suerte de estar en nómina -no somos todas, ni mucho menos- también nos suelen dar el móvil y/o pagar sus gastos en la empresa por un uso constante del aparato, decisivo en nuestro trabajo.
“Es que el móvil es muy bueno, que se compren uno barato”. Nunca he entendido estas polémicas, que me recuerdan a las del Falcon de los miembros del Ejecutivo y sus altos cargos o de los sueldos de los expresidentes. Nadie imagina una polémica similar con el Air Force One de Biden, porque no es Joe, es el presidente que representa a los estadounidenses por el mundo adelante. Es una cuestión de dignidad de país y los que piden que el presidente viaje en turista suelen ser los mismos que te dicen que acojas a los migrantes apaleados en tu casa.
Critican la actualización de los teléfonos móviles de los diputados, pero sobre los gastos de diputados y diputadas en viajes, con una ley de control que es un chiste malo (y eso que se modificó tras el ‘caso Monago’ que destapamos en Público), no dicen nada (unos dos millones en poco más de medio año).
El control de la corrupción, la economía sumergida, la fiscalidad de las rentas de capital, los paraísos fiscales, el enriquecimiento excesivo y oculto durante el ejercicio de la política, el trabajo y rendimiento de los altos cargos,… eso es lo que hay que vigilar, porque con lo otro solo nos van entreteniendo mientras los indecentes vienen a forrarse a nuestra costa.
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