Opinión
Instrucciones para agredir a una niña de 13 años
Por Guillermo Zapata
Escritor y guionista
Explicar en redes que hay niñas que no son niñas. Repetirlo cada día. Dedicar el día, la semana, el mes, la vida, a decir que hay niñas que no son niñas. Decir que son hombres disfrazados, que forman parte de un plan, de un proyecto, que son parte de una teoría. Las teorías no tienen manos, ni pies, ni llevan un top, ni se encuentran cómodas consigo mismas por primera vez con una falda, las teorías son lo que tú quieras que sean. Repetir. Cocinar a fuego lento. Pensar al día siguiente que la niña de 13 años a la que otras niñas golpearon y tiraron del pelo al grito de “travelo de mierda” no están en redes. Aquello no tiene nada que ver contigo.
Disponer de una columna en un medio, digital o no tan digital. Una columna para la denuncia. Una denuncia para devolver el orden al mundo. Un orden anterior, bueno, mejor, “make el mundo en orden again”. Una columna para hablar de la cultura de la cancelación, para hablar de la dictadura woke. Una columna en la que la realidad siempre se puede filtrar bajo ese punto de vista.
La mañana en la que a una niña de 13 años le han tirado del pelo y golpeado hasta mandarla al hospital, la columna no se ha hecho eco de lo sucedido. La columna, por supuesto, no considera que tenga responsabilidad ninguna al respecto. Las niñas de trece años no leen columnas políticamente incorrectas.
Formar parte de una organización que defiende a la familia, se manifiesta por la familia, hace campañas por la familia. Son campañas agresivas en lo comunicativo, de alto impacto. Presionan a los políticos pero enfocan fundamentalmente a los niños y las niñas. Los niños y las niñas son lo único que existe.
Cuando lees en los medios de comunicación que han agredido a una niña de trece años, pensar que es culpa de las desviaciones de unas familias en decadencia, de un gobierno decadente. No tiene nada que ver contigo. Al contrario. Tú peleas cada día por evitar esas aberraciones que llevan a esa violencia.
Disponer de un partido dedicado a proteger las familias y luchar contra el feminismo (que está en contra las familias) y la dictadura queer (que quiere destruir las familias), disponer de recursos al respecto, minutos en medios de comunicación, otros partidos que dicen lo mismo que tú porque les quitas votos o para quitártelos.
Pensar, cuando lees una noticia así, que una agresión de este tipo es normal. Es lo que pasa cuando el feminismo y la dictadura queer se apropian de nuestros hijos. Pensar que te toca redoblar esfuerzos para que deje de haber “travelos” “julais”, “bolleras”.
Tener un canal dónde compartes contenidos similares a los anteriormente mencionados, pero en tono mucho más desenfadado y divertido. Más chispeante e incisivo. Dedicar una parte de tus contenidos a reírte y atacar a adultos trans. Ganar dinero con ello. Notar que a más incisivo y chispeante, más atención y más dinero. Y si esos adultos trans te responden, mejor.
Disponer de una administración y un gobierno territorial o local o, quizás, europeo, que convierta todo esto en normas, leyes, campañas, etc.
Y sobre todo, muy importante.
El día que salta la noticia de la agresión no sentirte en absoluto vinculado con la misma. No sentir responsabilidad. Enfadarte, de hecho, si te señalan la relación. No establecer jamás las relaciones que tú mismo estableces constantemente entre, por ejemplo, cambiar el color de un personaje de ficción y el fin de la civilización occidental.
Sentir, eso si, cada día, al terminar el día, al evaluar el día, que esa niña de 13 años seguirá siendo niña mañana. Que sus amigas la abrazarán, su familia la protegerá, que habrá una sanidad que la cuidará y unas normas que la protegerán, que se le curarán las heridas y volverá a jugar en a la calle siendo una niña. Que crecerá siendo una niña, una joven, una mujer, una anciana.
Que su ejemplo, no el de recibir palizas, el de ser lo que es por encima de todas las cosas, contagiará a otras niñas, o otros niños, a otres niñes.
Sentir al final del día el pánico a una letra, la e, porque abre un mundo enorme que te produce un vacío gigantesco por sus posibilidades. Sentir que el mundo de esa niña es el mundo que viene, que ya es este mundo. Sentir ese escalofrío.
El escalofrío de quien sabe cada minuto de cada día, que por muchos esfuerzos dedicados, lo que estás haciendo es reaccionar.
El pasado martes 14 de mayo, un grupo de chicas agredieron a una niña trans de trece años en Granada. Los medios de comunicación señalan que le tiraron del pelo, le dieron puñetazos y se rieron de ella. La llamaron “travelo de mierda”. Previamente había tenido que cambiarse de colegio por sufrir acoso.
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