Opinión
La homofobia vergonzosa del fútbol
Por Jorge Yusta
Portadista y redactor de última hora.
El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se ha metido en un charco de los gordos. La elección de Qatar para acoger el Mundial 2022 ha comenzado a suscitar numerosas dudas sobre la limitación de derechos que existe en el pequeño país árabe. Entre ellos, los de los homosexuales. Por eso, al ser preguntado por si se iban a permitir relaciones sexuales entre gays y lesbianas en la cita, a Blatter no se le ocurrió otra cosa que hacer chanza del delicado asunto: "Yo creo que es mejor que se abstuvieran de practicar sexo". Después intentó arreglarlo pero el daño ya estaba hecho.
Colectivos homosexuales de todo el mundo no tardaron en condenar la estupidez del señor Blatter, que no cayó en meditar que en Qatar las prácticas homosexuales están penadas con más de cinco años de cárcel. El máximo mandatario del fútbol mundial debería centrar más sus esfuerzos dialécticos en promover la libertad sexual en un deporte todavía cohibido por tabús tradicionales. Está bien que la FIFA se plantee expandir sus fronteras a países como Qatar o Rusia pero antes debería tener en cuenta si en ellos se respetan derechos fundamentales.
Hace dos años en una entrevista Blatter admitió que "hay futbolistas gays, pero no lo declaran porque creen que no serían aceptados en estas organizaciones de hombres". ¿Y no será que desde las mismas instituciones se coarta sin miramientos un derecho tan básico? Me pregunto si no es hora ya de que el fútbol deje atrás su obsesión tradicionalista y retrógrada para asumir avances sociales. Claro que hay futbolistas gays, como hay heteros, casados, divorciados o solteros. Por eso es inconcebible que en el año 2010 un deportista siga siendo discriminado por razón de sexo, raza o condición social.
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