Opinión
No hay lugar para los libros de las mujeres
Por Marta Nebot
Periodista
Actualizado a
Mientras much@s ya nos fbibrotamos las manos, los ojos y las ganas de libros pensando en la cita anual con ellos en El Retiro –la Feria del Libro de Madrid se inauguró el viernes pasado–, hay otros libros fundamentales que siguen hibernando. Mientras soñamos con los nuevos que nos traeremos a casa, hay otros esenciales que siguen sin hogar; lo que, paradójicamente, no les hace huérfanos a ellos sino a nosotr@s.
Sí, en Madrid las mujeres somos huérfanas de biblioteca feminista. Y lo somos, no porque no la haya. Lo somos porque las instituciones siguen sin darle su lugar.
Marisa Mediavilla Herreros, bibliotecaria y documentalista, la inició en los 80, cuando empezó a preguntarse por qué las cosas eran cómo eran; por qué, por ejemplo, la mayoría prefería tener novio a tener trabajo. Se dio cuenta de que las respuestas estaban en los libros, en los que se publicaban en aquellos años (Lidia Falcón, la Condesa Campo Alange, María Aurelia Capmany…) y en los que ya se habían publicado. Se aficionó a las librerías de segunda mano y de viejo de El Rastro, a las ferias de libros antiguos, a las librerías feministas que se iban abriendo (Ámbito en 1977 y Librería de Mujeres en 1978). Su vida se centró en eso y así lleva más de 50 años.
Por el camino encontró a otras feministas que han regalado ideas, recursos, esfuerzos y horas y horas de trabajo, haciendo posible un catálogo con libros irremplazables de los tres últimos siglos, reclamados para grandes exposiciones e investigaciones, que cuentan sobre todo la historia de las mujeres en España.
La finalidad desde el principio fue dejar de partir de cero sin parar, construir y conservar una genealogía que nos saque del destierro de historia, del desconocimiento que nos lleva a repetir y repetir patrones. Ellos siempre han caminado sobre hombros de gigantes, como dijo Bernard de Chartres y repitieron todos los demás. Nosotras siempre hemos caminado en soledad. La historia escrita por los hombres no da espacio a nuestras gigantas.
Adrienne Rich en “Sobre mentiras, secretos y silencio” lo explica así: “Toda la historia de la lucha por la autodeterminación de las mujeres ha sido ocultada una y otra vez. Uno de los obstáculos culturales más serios que encuentra cualquier escritora feminista consiste en que, frente a cada trabajo feminista, existe la tendencia a percibirlo como si saliera de la nada, como si cada una de nosotras no hubiera vivido, pensado y trabajado con un pasado histórico y un presente contextual. Ésta es una de las formas por medio de las cuales se ha hecho aparecer el trabajo y el pensamiento de las mujeres como esporádico, errante, huérfano de cualquier tradición propia.”
La tradición feminista, la historia del feminismo va más allá de las instituciones que siempre tienen como finalidad principal apoyar a los organismos que las sostienen y que dependen de quién esté al frente en cada legislatura.
Italia, Francia, Bélgica, los países nórdicos… Todos las tienen, todos respetaron sus orígenes y su propósito, dotándolas de la independencia que las preserva de los cambios políticos.
Por eso Marisa no se contenta con que la Biblioteca esté, en parte, en el Museo del Traje desde 2012. Hasta ahora ha tenido “cuatro Habitaciones” pero ninguna propia:
–De 1985 a 1997 en Barquillo 44, donde se creó, en un espacio feminista.
–De 1997 a 2005 en Villamil 12, sede del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid; con quién firmó un convenio por diez años. El Consejo se mudó en 2005 y la Biblioteca no entraba en su nuevo lugar. Entonces la Comunidad de Madrid les obligó a desalojar el espacio.
–De 2006 a 2011 estuvo en depósito del Instituto de la Mujer, a quien tuvo que donar la colección para evitar su desaparición.
Hoy sigue en el Museo del Traje en su mayoría, aunque quedan 100 cajas repartidas por sótanos y lugares amigos. Las bibliotecarias del museo atienden como pueden, lo que pueden, sin formación específica, a las usuarias de este legado semiescondido.
Por eso Marisa no se conforma, como no se conformaron ni se conforman tantas otras. De hecho, este 18 de junio a las siete de la tarde se juntarán muchas inconformistas en la sede de CCOO para seguir peleando por la Biblioteca de Mujeres de Madrid, la que custodia material feminista que se ha producido y se sigue produciendo en España, incluidos pósters, carteles, tebeos y un largo etc.
Necesita una habitación propia atendida por especialistas feministas que puedan ayudar a quienes quieran sumergirse en nuestro pasado. A título personal añado: ¡qué no hubiera dado yo a mis quince por tener un templo como ése, con alguien que me orientase tras el choque inevitable con el patriarcado en cuanto te salen las tetas! No podemos seguir dejando solas a nuestras jóvenes con familias machistas.
Es cierto que esta biblioteca no es la única. Pertenece a la Red de Centros de Documentación y Bibliotecas de Mujeres desde que se inauguró en 1994. En esa red hay otras iniciativas semejantes de la sociedad civil en otros lugares de España. Pero sobre todo las que hay son de organismos públicos de igualdad y de universidades. No sobran colecciones como esta. Son las menos y quizá, por lo que representan, las más valiosas.
“No es un favor lo que solicitamos”, aclara Marisa, a pocos meses de cumplir 80 años, en conversación telefónica. Se llama “justicia social” y, aunque ella no lo dice, espero que llegue mientras pueda celebrarlo.
Ya se ha reunido con la nueva directora del Instituto de la Mujer, como hizo con la ministra anterior y con la secretaria de Estado. Ahora tiene pendiente la reunión con la nueva Ministra de Igualdad, Ana Redondo, y la secretaria de Estado, Aína Calvo, nombradas por el partido socialista. Se propone también visitar al ministro de Cultura de Sumar, Ernest Urtasun.
A ver si al segundo gobierno de coalición progresista va la vencida para la Biblioteca de Mujeres que tanto necesitamos. A ver si entre unos y otros, encuentran por fin un lugar para los libros de las mujeres, independientemente de su voto.
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