Opinión
Gustavo Petro: un presidente guerrillero en las Cortes españolas
Profesor de Ciencia Política en la UCM
-Actualizado a
¿Qué cuentas pide la derecha española a nadie?
Es curioso que, en España, el país donde las derechas están intentando un golpe de Estado blando contra un Gobierno de coalición al que consideran ilegítimo, les haya molestado tanto la presencia en las Cortes del presidente constitucional de la República de Colombia, Gustavo Petro.
Le ha molestado a Vox, que está intentando montar un Plan Cóndor, de momento ideológico, con las fuerzas de extrema derecha latinoamericana. Le ha molestado al PP, porque, aunque Feijóo se puso de pie para aplaudir a Gustavo Petro, parece evidente que no tiene ni idea de lo que estaba haciendo y una parte no pequeña de su grupo se quedó sentado y ha afeado a su secretario general su falta de contundencia con un exguerrillero. El PP no sabe cómo gestionar el equilibrio entre los jabalíes de Vox a su derecha y los votantes que, supuestamente, podría rebañar del PSOE hacia el centro.
¿Quién es el PP para cuestionar al presidente constitucional de Colombia? Porque no parece que esté como para dar lecciones de ética democrática. Esta semana, Alberto Núñez Feijóo, el secretario general del PP, se reunía con una asociación conservadora de fiscales para romper el código ético de la Fiscalía atacando, tanto fiscales como el jefe de la oposición, al Gobierno de coalición, y acordando, unos y otros, la voluntad de revocar en el futuro, sin debate, las leyes que ha aprobado el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos.
Hablando de debilidades, olvidamos hasta la foto de Feijóo con un narco cuando vemos la deriva del PP quebrando líneas rojas del Estado de derecho y aplicando el manual de los golpes blandos propios del lawfare con el que operan las derechas cuando pierden las elecciones. El trumpismo está campando por sus respetos por toda la Unión Europea.
La normalidad democrática del PP se daría por supuesta si, por ejemplo, no hubiera secuestrado durante cuatro años el Consejo General del Poder Judicial buscando favores judiciales a sus muchos casos de corrupción. O si el Tribunal Supremo no se hubiera entrometido en el poder legislativo impidiendo debates o retirando actas de diputados. O si no hubiera jueces corruptos y prevaricadores vinculados al PP que han quebrado la ley para atacar a los adversarios políticos, como le ha pasado a Podemos y a sus principales líderes. O si los jueces no encarcelaran a titiriteros y dejaran sueltos a generales de la Guardia Civil imputados por corrupción. O si no decidieran dejar libre a la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, pese a conspirar para destruir pruebas junto al corrupto comisario Villarejo, pero imputan con pruebas falsas a Podemos o a los independentistas catalanes. O si no dejasen a la izquierda fuera de los espacios electorales de RTVE mientras que los dos grandes oligopolios, Antena3 y Telecinco, se escoran cada vez más a la derecha y mienten como parte de la campaña del PP y Vox (con Ana Rosa Quintana y Eduardo Inda como mascarones de proa de ese periodismo de calidad).
Cosas otra vez de la Transición
Es curioso que a las derechas españolas les moleste la presencia de un presidente constitucional en las Cortes mientras que no les molesta la presencia de golpistas, de asesinos -se me hace duro poder decir esto de la democracia española- o de exministros de Franco que firmaron sentencias de muerte durante la dictadura condenando a quitarles la vida a gente que luchaba para traer la democracia. El general Gutiérrez Mellado fue el jefe de la Quinta columna en el Madrid republicano, es decir, era el responsable, por ejemplo, de que ametrallaran las terrazas de Madrid, disparando contra las familias, parejas o quien fuera que estaban disfrutando del fresco. Igual que Suárez fue jefe de Falange y de la televisión franquista o Manuel Fraga justificó o prestó su firma para que asesinaran a españoles que peleaban por salir de la dictadura, como Julián Grimau o Salvador Puig Antich.
Decir esto es remover el pasado y olvidar que durante la Transición decidimos hacer un ejercicio de amnesia, especialmente desde la izquierda (porque eso es el consenso de la Transición). Pero no decirlo es permitir que haya 52 diputados de extrema derecha, nostálgicos del franquismo, amigos de la fascista Meloni, del autócrata Putin y de los seguidores de las dictaduras argentina o chilena.
Un presidente guerrillero
El presidente Petro estuvo en la guerrilla del M19, nacida después de que en Colombia robaran las elecciones a la izquierda en 1970. Parecido con el caso de otro presidente guerrillero, Pepe Mujica (que pagó con muchos años de cárcel pelear por la libertad en Uruguay), o del ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, o de la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, igualmente presos en cárceles de las dictaduras. En Argentina, muchos cargos del Gobierno, como Wado de Pedro, son hijos de desaparecidos.
Cuando empezó a hablar el presidente Petro, los que salivan con los dictadores, los que abrazan a Bolsonaro y Trump, los entusiastas de Orban y Putin, los que añoran la dictadura de Franco, los que defienden que haya calles y monumentos que celebren a golpistas y asesinos, los amigos de Pinochet y los pinochetistas, los amigos de Videla y de los que desaparecieron a 30.000 argentinos y argentinas durante la dictadura, abandonaron el hemiciclo. Con esas poses payasas de la extrema derecha que tanto recuerdan al histrionismo mussoliniano. Les molesta Petro porque les ha ganado en Colombia. Que cierren la puerta al salir.
"Vengo del país de la belleza… y de la sangre . Esa pasión proviene de España", empezó el presidente Petro. Dijo a los diputados y diputadas que la justicia y el amor, lo racional y lo irracional, cabalgan juntos y que el Quijote, en su adolescencia, le marcó con una idea de justicia que le llevó a la guerrilla. Les dijo que cuando estaba en la guerrilla, con él estaban muchos quijotes españoles peleando por la democracia en las montañas. Quijotes españoles que lucharon contra el fascismo, perdieron la guerra civil y se fueron a las montañas de Colombia a seguir construyendo el sueño libertario. Le dijo a los representantes del pueblo español que muchos de esos españoles, republicanos -"con perdón de ustedes", se disculpó Petro- derrotados por el fascismo recuperaron la dignidad peleando en la guerrilla colombiana. Y fueron maestros de las nuevas peleas por la democracia.
Y también recordó que muchos jóvenes en el mundo que buscan justicia llevan en sus camisetas el rostro de un latinoamericano, un argentino a más señas, que peleó en Cuba, y que sigue siendo un referente de dignidad allá donde un pueblo necesita derechos.
Detener la extinción de la humanidad
Dijo también que Europa tiene un compromiso con Colombia, porque Colombia ha sido un país golpeado por la violencia, especialmente porque fue el país escogido por los EEUU para crear allí una Israel latinoamericana (no sé muy bien qué hacía la presidenta del Parlamento, Meritxel Batet, citando en su saludo a un presidente norteamericano delante de un presidente de Colombia, que sería algo así como citar elogiosamente a un francés en la celebración del 2 de mayo en España; aunque si uno repara que en vez de hablar de Aureliano Buendia cuando citó Cien años de soledad le llamó Aurelio Buendía, no hay que pedir en exceso).
Cerró Petro diciendo que hay que salvar a la humanidad, porque estamos, como dice la ciencia, en un "momento apocalíptico", en la frontera de una extinción. España, que va a dirigir a la Unión Europea, y que va a organizar la cercana cumbre entre la CELAC y Europa, tiene que hacer todo lo que esté en su mano para, sosteniéndose en la ciencia –"el faro que nos puede alumbrar"- luchar contra el calentamiento global, contra la "crisis climática".
Sin afectación pero con severidad, añadió: para poder detener la extinción que estamos construyendo hay que construir unas bases diferentes basadas en el progresismo, es decir, en la ciencia (recuperando también, recordó, la economía política que inauguró Marx, olvidado en las facultades de economía).
El encuentro en la próxima Cumbre entre la CELAC y la Unión Europea debe irradiar no solo el mensaje, sino también políticas concretas que marquen el nuevo camino. Con energías limpias lejos del gas y del petróleo. Viento, sol, agua, ciencia y tecnología para no extinguirnos. Con un claro recordatorio a los pueblos originarios, que saben de esas energías que no acaban con la vida.
Una potencia mundial de vida
Y para no acabar con la vida, una "democracia multicolor", defendió Petro. "El tiempo de los cambios ha llegado". Esos tiempos, como recordó en Davos, de la "policrisis", esto es, de las migraciones, de las guerras, del hambre, de la enfermedad, de la crisis económica. Con un culpable principal: los tiempos de la crisis climática y de la extinción. Y se despidió Petro: sólo así, en la lucha por un nuevo modelo con unas nuevas bases, la política podrá volver a tener que ver con la vida. Una invitación clara a construir una nueva economía.
Escribió el exiliado León Felipe:
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Colombia, con este guerrillero presidente, con una vicepresidenta afrodescendiente y con muchos quijotes de todas las edades, ha prometido a quien le quiera oír: "Vamos a ser una potencial mundial, pero una potencia mundial de la vida". Y el Parlamento de España se puso en pie como si allí, en el hemiciclo de la carrera de san jerónimo, en esa Plaza de las Cortes de Madrid, estuviera la espada de Bolívar.
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