Opinión
Tras la emisión de '7291' en RTVE… ¿ahora qué?


Por Juan Tortosa
Periodista
Entre las muchas cosas que parecen dejar claras tanto la expectación que despertó la emisión en RTVE del documental 7291 como los índices de audiencia que consiguió a pesar de la hora, o las presiones del PP intentando evitar su difusión, una es que la tele está más viva de lo que nos empeñamos en creer. Otra que el carácter de servicio público del medio hay que defenderlo con uñas y dientes. En la televisión pública del Estado sus responsables lo están intentando, aunque no lo tienen fácil.
Creo que la decisión de emitir 7291 tuvo un carácter mucho más profesional que político; el mundo de la comunicación, no solo el político, está en deuda con los miles de ancianos a quienes “dejaron morir como perros” –palabras textuales que se pueden escuchar en el documental- y resulta democráticamente higiénico que, aunque sea años más tarde, el común de los ciudadanos pueda formarse su opinión con la perspectiva del paso del tiempo y con datos rigurosos.
Los datos son públicos porque son oficiales, están grabados y a disposición de quien quiera consultarlos, pero había que visionarlos todos, seleccionarlos y ordenarlos, y eso fue lo que hizo Juanjo Castro al elaborar una película, por sus propios medios y sin subvención alguna, donde se percibe el respeto por el dolor de las víctimas y por el criterio del espectador, a quien se le ofrece suficiente caudal de información para que pueda extraer sus propias conclusiones.
En su mayor parte, los testimonios que aparecen en la cinta proceden unos de las comparecencias grabadas en la Comisión sobre la gestión del Gobierno que tuvo lugar en la Asamblea de Madrid desde mediados de 2020, drásticamente suspendida tras la victoria electoral de Ayuso al año siguiente, y otros de las intervenciones que algunos familiares de fallecidos llevaron a cabo en la Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias de Madrid.
Plantearse que Telemadrid hubiera podido emitir este trabajo es soñar, por eso es bueno que la televisión pública del Estado se haya decidido a hacerlo. Ni imaginarme quiero cómo habrían sido las cosas en este quinto aniversario de aquel azorado confinamiento si en La Moncloa estuvieran a día de hoy Feijóo y Abascal. Podemos hacernos una idea si nos molestamos en repasar los informativos de la televisión autonómica madrileña en los que daba cuenta de lo que sucedió en la sesión de la Asamblea de Madrid celebrada la semana pasada. Ni rastro del largo aplauso de la izquierda a los familiares de víctimas presentes en el hemiciclo mientras Ayuso y su grupo político permanecían inamovibles.
“Dejen de retorcer el dolor de las víctimas”, bramaba poco después en el pleno la presidenta madrileña, como lo hizo también en un vídeo de diez minutos vestida de dolorosa donde, con la altanería cheli que le caracteriza, reducía a 4.143 el número de ancianos muertos en residencias durante los días en que quienes no disponían de seguro privado fueron abandonados a su suerte. No querían en la CAM saber nada de la cifra 7.291 ni del documental pero hete aquí, ¡oh, casualidad!, que fue anunciar la emisión en RTVE y ponerse en marcha toda la batería de presiones posible.
“RTVE es de todos los españoles, no la televisión privada de Sánchez ni el altavoz de su propaganda. Basta ya de secuestrar un servicio público”, escribía en X/Twitter Miguel Tellado, que hay que tener bemoles. “Lamento que Televisión Española se ponga al servicio de la izquierda, soltaba el secretario del PP madrileño en directo durante el debate previo a la proyección del documental. “Que se emita íntegro el vídeo de nuestra presidenta”, exigía por carta el consejero de presidencia de Ayuso. En este caso, los responsables de TVE no se arredraron y contestaron que tales presiones suponían una injerencia intolerable en su trabajo aunque templaron gaitas retrasando la hora de emisión y poniéndola en manos de Xabier Fortes, profesional cuya habilidad para evitar meterse en charcos está sobradamente conocida y reconocida.
Ojalá la emisión de 7291 marque un antes y un después en la esperada resurrección que llevamos esperando doce largos años. Ojalá los informativos de la televisión pública estatal vuelvan a recuperar la factura y la credibilidad de la que gozaron en tiempos de Rodríguez Zapatero con Fran Llorente como director; ojalá el resto de la programación, que parece que por fin apunta maneras, consiga ofrecer la realidad del país plural que ninguna televisión ni privada ni autonómica parece interesada en reflejar. Dicen que el medio televisivo está muerto. Pues menos mal.
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