Opinión
El Deep State, la guardia de la noche y el cuarto poder
Profesor de Ciencia Política en la UCM
En tiempos de Marx, la alienación estaba en pañales
Contaba esta semana la prensa mexicana que el gobierno del presidente Felipe Calderón -escondido en Madrid en las faldas de Isabel Díaz Ayuso y los tirantes de José María Aznar, justo mientras su número dos, Genaro García Luna, era condenado en EEUU por formar parte del cártel de Sinaloa- gastó incorrectamente dos mil millones de pesos del presupuesto de Sanidad del país.
En México, ya no habría que contabilizar solo los muertos causados por el narcotráfico sino que toca sumar también los que no evitaba la salud pública zaherida por esa brecha. En esta crisis del modelo neoliberal, la derecha hace necropolítica junto a la narcopolítica. Con el dinero que debía ir a la salud de los mexicanos, el Gobierno del PAN contrató campañas publicitarias en los medios, comprando el favor de los mismos. Como si no fueran suficiente las televisiones, periódicos y radios que, directamente, son propiedad de los grandes capitales que financian también al PAN, al PRI y al PRD.
En verdad, nada diferente de lo que lleva haciendo el bipartidismo español desde que murió el Caudillo. No en vano Adolfo Suárez llegó a la Presidencia del Gobierno desde la Dirección General de la televisión pública, igual que Andoni Ortuzar, el presidente del PNV, viene de ser el jefe de política del diario Deia o Manuel Fraga fue ministro de Información (y Turismo) de la dictadura.
Ser ingenuo acerca de los medios en el siglo XXI es como ser ingenuo en 1933 con el ascenso de Hitler a la Cancillería alemana. ¿Es que alguien ignora que la derecha gana las elecciones principalmente porque controla los medios de comunicación? Los medios nacionales y, también, no lo olvidemos, los locales y regionales, además de las redes sociales.
Si hoy Marx escribiera Das Kapital, el segundo tomo sería sobre medios de comunicación y capitalismo.
Desde Madrid, como desde cualquier capital, todo se mira con el prisma de los grandes medios, más sofisticados en sus mentiras que los diarios, radios y televisiones locales. Pero es en esos medios periféricos donde los señoritos despliegan parte importante de su impunidad, con la que luego negocian en Madrid. ¿Cómo, si no, se ha sostenido el aparato de la oligarquía y el caciquismo en España sobre el que descansa el régimen de la restauración desde Cánovas del Castillo hasta la actualidad?
Toda la red de medios locales, agravado con la difusión de periódicos digitales -expresión evidente de la mafia en el siglo XXI- son, junto con el sistema electoral, el garante del bipartidismo, apenas roto por la emergencia del 15M. No en vano, desde las plazas y las calles indignadas se vivió la mentira de los medios, que empezaron, cómo no, diciendo que el 15M “era ETA”. Si hoy Marx escribiera Das Kapital, el segundo tomo sería sobre medios de comunicación y capitalismo.
Perro no suele comer perro
Podemos es la única fuerza que ha dedicado enormes esfuerzos a señalar la corrupción de los medios de comunicación españoles -fiel espejo de lo que pasa en prácticamente todo el mundo, aunque, curiosamente, en lugares como EEUU hay más pluralidad que la que se da en el Reino de España-. El señalamiento por parte de la franja morada -ahora desde Canal Red- de la corrupción periodística ha tenido eco entre una parte de la ciudadanía, ha enfadado al bipartidismo y ha desatado la ira de una parte de la “profesión” que, por vez primera, se ha visto sufriendo lo que ellos vienen haciendo desde hace varias décadas con impunidad. Es el caso reciente de Marc Marginedas, quien al atacar gratuitamente a Inna Afinogenova, ha visto cómo se han destapado casos anteriores suyos ajenos a la ética periodística. Es curioso que haya salido en su defensa Ana Pastor, dueña de una empresa de detección de bulos que no destaca por detectar los bulos de Eduardo Inda o de García Ferreras.
Perro no come perro, reza un axioma clásico de los medios de comunicación. Por eso, cuando hay medios críticos no reciben el apoyo ni el auxilio de sus compañeros de profesión. Ahí está en España el caso de Jesús Cintora, defenestrado por las presiones de García-Ferreras , de Público con su denuncia de las cloacas y allanado por policías, de los medios independentistas o del periodista Pablo González, detenido desde hace más de un año en Polonia, sin olvidar a Julian Assange, Democracy Now o los ataques de periodistas a Hersh por su señalamiento a EEEUU de la voladura del gasoducto Nordstream 2.
El corporativismo de los periodistas es similar al que se da entre jueces, aunque entre los togados es una defensa de los privilegios del cuerpo amparados por el Estado, mientras que para los periodistas es una suerte de salvoconducto laboral para poder trabajar donde puedan sin que nadie les señale.
Del populismo a la lucha concreta, o desde la casta a las cloacas
Desde las páginas de Público, Pablo Batalla se hace eco de una reflexión en Twitter. Se trata del cambio de énfasis en Podemos desde el inicial "asalto a los cielos" a la lucha actual contra "las cloacas", pasando por el desvelamiento intermedio de la "trama". Como si hubiera empezado peleando contra los jefes, luego contra los capataces y hubiera terminado lidiando contra una subcontrata de vigilantes.
Para el autor, ese viaje sería un descenso a los infiernos y una pérdida de calidad, desde las cumbres nevadas de la lucha contra la casta hasta la lucha contra las ratas en el subsuelo, con la estación intermedia de la pelea a ras de suelo contra los gestores de la trama.
En el análisis de Batalla, la suerte de Podemos sería algo así como una degradación (así son tus enemigos, así es lo que vales). Lo que, de alguna manera, sería una invitación a seguir peleando contra "la casta", lucha que dignificaba más que el señalamiento de, pongamos, el hermano de Díaz Ayuso y su inmunda comisión en mitad de la pandemia. Esto se plantea en un contexto en donde todos los que quieren ver muerto a Podemos dicen que el ciclo del 15M, el que sirvió para señalar a la casta, ya pasó. Es decir, que se invita a que Podemos regrese a un lugar que ya no existe. No se entiende sin más.
Recuerda a la canción de Sabina, cuando cantaba aquello de "El joven aprendiz de pintor que ayer mismo / Juraba que mis cuadros eran su catecismo / Hoy, como ve que el público empieza a hacerme caso / Ya no dice que pinto tan bien como Picasso". Es que Podemos ya no es como al comienzo. Que es una forma de decir: Podemos ya no es como al principio, cuando todo estaba en las vísperas, que es el lugar de la felicidad. En esos momentos en donde la efervescencia social mata cualquier egoísmo.
Decía Gandhi con cierta ingenuidad que "Primero te ignoran. Luego se ríen de ti. Después te atacan. Entonces ganas". Es decir, que hasta que no te atacan no existes, y que luego, por el mero hecho de que el poder te presta atención, ya has ganado. O no.
Es verdad que lo que no tiene nombre, no existe socialmente y que el hecho de que el poder te ignore es una señal de que no les molestas. Le ha pasado durante buena parte de su vida a Izquierda Unida, salvo cuando Anguita le planteó a Felipe González que gobernase con la izquierda, sabiendo que prefería hacerlo con el Pujol del 3%. Felipe González y Pujol son caimanes del mismo foso.
Es luminoso seguir estirando la frase del sabio indio: Podríamos decir: Primero te ignoran. Luego se ríen de ti. Después te atacan. Entonces ganas un poco, porque ya eres visible, pero ellos aprenden y buscan otras estrategias, por ejemplo, te dividen. Al final, debilitado como estás, aprovechan y le dan la vuelta a la frase de Gandhi y empiezan por el final: te atacan, se ríen de ti, te ignoran en los medios de comunicación y entonces pierdes.
En cada momento histórico tienes que pelear contra el rostro que muestra el adversario, aunque el adversario siempre suele ser el mismo.
Siempre te construyen tus enemigos. Y a cada estrategia de tu enemigo y en cada contexto concreto, debes contestar, si quieres tener alguna posibilidad de éxito, atendiendo a cada momento y su afán ("Cada día tiene su afán", reza la máxima del Nuevo Testamento).
Claro que para Podemos era grandioso empezar peleando contra la casta, igual que en México luchaban contra el PRI y el PAN, contra la cuarta república en Venezuela, contra los pelucones en Ecuador o contra cuarenta años de neoliberalismo autoritario en Chile. La gente en esos momentos estaba en las calles buscando culpables. Las circunstancias y los relatos trazan una línea entre "ellos" -los responsables de que todo vaya mal- y "nosotros" -un pueblo a menudo pensado con más virtudes de las que realmente tiene-. Con esa caracterización, era más fácil encontrar el camino que llevaba a los verdaderos responsables.
Claro que era necesario después señalar en un bus las caras de los culpables concretos de las enormes desigualdades que hay en España y empezar a pelear contra la trama, esa colusión de empresarios, economistas del Estado, banqueros, sectores energéticos y grandes constructores.
Pero siempre faltaba el plan b propio de los gobiernos liberales o neoliberales: la activación del Deep State o Estado profundo al cual se recurre cuando todas las demás líneas de defensa de las élites han sido superadas. No son un todo, pero se atribuyen la tarea de velar por los intereses conjuntos de las élites. Aunque no consulten a todas las élites.
En esa guardia de la noche están poderes institucionales y no institucionales, sectores empresariales que suelen bordear la legalidad -o dictarla- y necesitan de la palanca institucional para garantizar sus beneficios, servicios de inteligencia, comisarios en activo o retirados, el aparato de la monarquía, algunos jueces, la práctica totalidad de los medios de comunicación, las tramas internacionales (FMI, Bildelberg, Davos, OTAN, OMC, Agencia de Pagos de Basilea, Unión Europea…), oficiales de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en activo o en la reserva… Cuando el Deep State no oculta sus maniobras, se convierte en las cloacas.
Pelear contra las cloacas, ¿no es pelear contra la trama y contra la casta?
Es importante desvelar el funcionamiento de las cloacas para poder explicar las maniobras que intentan matar al movimiento político que nació del movimiento social del 15M. Es decir, Podemos, la fuerza que está reconfigurando la manera de hacer política en España al incorporar a la dirección del Estado a las izquierdas que estaban fuera del gobierno del Estado.
Si es un error pretender que el ciclo del 15M se ha agotado, también sería inapropiado que cuando la telebasura de Ana Rosa Quintana expulsa al entretenimiento cutre de Jorge Javier Vázquez, es decir, que cuando la manipulación infame sustituye al chismorreo afectivo, chillón, amanerado y poco elegante, se dijera que Ana Rosa es casta o es trama, cuando lo evidente es que es cloaca y que es cloaca dentro de una trama al servicio de la casta. Y lo mismo ocurre con la tarea de la judicatura prevaricadora, las policías políticas, los periodistas como Ferreras que conspiran con la UDEF y Villarejo o las asociaciones de extrema derecha que quieren encarcelar a todo el que no comulga con sus ruedas de molino.
Si te clavan un puñal en el costado, parece sensato decir que las élites tienen puñales (o drones o micrófonos o lo que sea), aunque si vives en el mundo brillante de las ideas, es más elegante decir que la puñalada no es lo relevante, que lo relevante es que te la dan porque estás debilitando la condición de clase de la élite del poder y poniendo en peligro su hegemonía, su bloque histórico y su subsunción formal del capital.
Si mienten en los medios de comunicación y las élites hacen del control de los medios la principal de sus estrategias, puedes enredarte señalando que están extrayendo la plusvalía a los obreros a través del capitalismo cognitivo y que en el marco alienado de la crisis neoliberal es importante construir frames exclusivos, o puedes optar por la sensatez, volverte pedagógico y señalar las conexiones entre el poder financiero y las cloacas mediáticas, judiciales, políticas y empresariales. Sea Juan Roig, Florentino Pérez, Blackrock, Antena 3 y Creuheras, Mauricio Casals y la familia Lara, Telecinco y Borja de Prado y Silvio Berlusconi.
Anhelar el momento populista de 2011-2014 es llorar por la leche derramada. Fue, dejó su poso y obliga a otra dirección. En el momento populista, que son momentos de destitución, donde gente de toda condición disparaba contra lo que existía, hablar de la casta funcionaba como un truco de prestidigitación para tumbar lo que había.
Cuando se habían roto las líneas de defensa del régimen del 78, hablar de la trama era señalar que se podía estar en el Gobierno o en el legislativo, pero que el poder estaba en otro lado. Era un momento de honradez, el momento de decirle al pueblo: aquí se puede cambiar solo un poco, mejorar la vida de la gente pero sin exagerar.
Hablar hoy de las cloacas es señalar, como hace la novela negra, cómo funciona el poder, como funciona la trama, como opera la casta.
Es mancharse las manos. Saber de las cloacas judiciales, mediáticas, políticas y empresariales es construir conciencia de clase y conciencia democrática.
Que es la condición para que la épica no sea solamente eso, épica, sino que se ponga al servicio de cambiar la vida de la gente.
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