Opinión
Adopten a Toni Cantó
Por David Torres
Escritor
Cuando Toni Cantó anunció que dejaba la Oficina del Español para irse a trabajar a una televisión de ultraderecha, sus admiradores no sabíamos si preocuparnos más por la Oficina del Español o por Toni Cantó. Nos temíamos que en Madrid el castellano se extinguiera, engullido ante el auge del rumano y la competencia de diversas lenguas africanas. En los alrededores del Congreso, tomado por fuerzas bolivarianas desde hace años, no se oyen más que consignas en euskera y en catalán, y la situación se ha puesto tan grave que los jerarcas capitalinos -la presidenta Ayuso, el alcalde Almeida e incluso el jefe de la oposición, Feijóo- tuvieron que convocar el pasado fin de semana un exorcismo dirigido por una señora colombiana.
Los escépticos y los desconfiados pensaban que la Oficina del Español era un chiringuito particular que Ayuso le había montado a Toni Cantó, una verruga de la Real Academia que desaparecería en el momento en que su beneficiario buscara nuevos pastos. Sin embargo, no tardaron en encontrarle un sustituto, gracias al cual el español se mantiene más o menos a flote en la capital, cercado por dialectos, jerigonzas y regüeldos. Algunos analistas políticos no entendían por qué Ayuso había desperdiciado un talento tan versátil como Toni Cantó -un hombre capaz de cambiar de ideología como de calcetines- evitando su fichaje directo en las listas del PP. Seguramente, esta sutil maniobra culinaria de “juntos pero no revueltos” se debió al temor de que Toni les hundiera el partido. Al parecer, lo persigue una especie de maldición bíblica y allí donde sienta el culo, las siglas que lo acogen pasan a la historia. Al final, mucho preocuparnos por Toni o por la Oficina del Español cuando teníamos que habernos preocupado por la pobre televisión de ultraderecha.
Efectivamente, el canal 7NN apenas ha durado dos años en antena después de perder más de cinco millones de euros y sin que prácticamente nadie en España haya visto un solo programa. Lo cual tiene mucho mérito, contando la cantidad de mierda en estado catódico que circula por antena y los millones de espectadores dispuestos a tragársela sin cuchara ni nada. En esa feroz disputa por ofrecer la bazofia más jugosa posible, los directivos de 7NN habían hecho apuestas tan arriesgadas como prestarle un espacio al candidato de Vox por Albacete, el historiador Fernando Paz, quien tuvo que marcharse del partido por ser demasiado de derechas. Dijo que si tuviera un hijo gay, lo llevaría a terapia: peor hubiera sido que lo llevara a los toros.
Con todo, el fichaje estrella del canal fue Toni Cantó, a quien le dieron rienda suelta para que presentara un espectáculo nocturno que en seguida se le fue de las manos a base de entrevistas que daban repelús, parodias que daban vergüenza ajena y discursos que deberían haberla dado propia. Toni le preguntaba a Ortega Cano, por ejemplo, si le daba más miedo Rocío Jurado o un miura, y se echaba a reír como un loco cuando el torero aseguraba que en seguida le ponía la muleta y la domaba. En uno de sus tuits más celebrados escribió, ante la amenaza de la ministra Irene Montero de que un día de estos había que hablar de tener sexo con la regla, que él no iba a echarse atrás, porque los tíos somos capaces de meterla hasta en un tubo de escape. Ahora los expertos se preguntan si Toni Cantó debería fichar como asesor de la Casa Real, entrenador del Barca o estratega de Putin. Alguien debería adoptarlo antes de que eche a pique el continente, pero a ver quién se hace cargo de la gestación subrogada.
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