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Blanca Lacasa, escritora: "La complejidad del vínculo entre madre e hija es una consecuencia directa del patriarcado"

Retrato de la periodista y escritora Blanca Lacasa.
Retrato de la periodista y escritora de libros infantiles Blanca Lacasa. Cedida / Público

A pesar de la idealización de la familia como un refugio de seguridad, bienestar y amor incondicional, para algunas personas, sus relaciones familiares, especialmente con padres o madres, representan una fuente de sufrimiento y violencia. Estos vínculos tóxicos no solo impactan en la infancia, sino que continúan en la vida adulta, llevando a veces a la decisión de romper definitivamente esos lazos.

Blanca Lacasa no es madre, pero sí hija. Además de su trabajo como periodista, escribe tanto para niños como para adultos. Entre sus publicaciones se encuentran Niñas y niños feministas (2022), Amo los uniformes (2015) y su obra más reciente, Las hijas horribles (2023). En esta entrevista con Público, Lacasa reflexiona sobre el enigma que rodea la relación entre madres e hijas, la maternidad, el impacto del sistema patriarcal en estas relaciones, la cultura del cuidado y las exigencias impuestas a las mujeres.

Romper la relación materno filial sigue siendo un tabú. Se refiere a las hijas como "niñas perpetuas" y a las madres como "inmortales", ¿Qué supone que la sociedad las perciba así?

Se asume que las relaciones familiares deben ser obligatoriamente seguras, pero la historia ha demostrado que esto no siempre es así. Si tienes problemas en el trabajo, se te aconseja buscar otro empleo; si tienes problemas con tu pareja, te dicen que termines la relación. Sin embargo, cuando expresas que tienes problemas con tu madre, la respuesta común es "es tu madre", incluso en casos de abuso emocional o maltrato. Esto es un problema grave.

Además, nunca dejamos de ser vistas como niñas pequeñas por nuestras madres, lo que dificulta que el vínculo se adapte a la realidad. Una psicóloga me dijo que las relaciones entre una madre y su bebé no deberían ser las mismas que con su hija adolescente; la madre debe ajustarse al crecimiento de la hija. Existe un fuerte sesgo de género en el que el patriarcado sigue operando a pleno rendimiento. Si a las mujeres se les hace creer que una parte crucial de su identidad radica en ser madres, luego es difícil quitarles esa idea.

¿Cree que se está más cerca de que se dejen de asociar adjetivos como estos tanto a las hijas como a las madres?

Creo que las cosas están cambiando, aunque de manera muy lenta, porque el patriarcado sigue funcionando. Cuando alcancemos una verdadera igualdad y muchos roles de género hayan sido eliminados, estaremos en un escenario diferente, pero por ahora no es así. Ya el simple hecho de decir "no quiero repetir patrones" o "mi hija debe ser independiente" indica que la relación va a evolucionar. Debemos quitar el romanticismo a las relaciones familiares, esa idealización de que siempre son maravillosas y perfectas. Es importante entender que, si una relación familiar no funciona, no es necesario mantenerla a toda costa.

¿De donde viene la exigencia de las hijas? 

Por un lado, está el tema de los sesgos de género. Históricamente, a las mujeres se les ha exigido mucho, siendo educadas para buscar la perfección y cuidar a los demás. Esta exigencia viene heredada de las madres, quienes continúan exigiéndose a sí mismas estar disponibles para todos y hacerlo todo de manera impecable. Cuando las madres se incorporan al mercado laboral, deben ser también excelentes profesionales y mantener una apariencia perfecta. Esta presión se ha transferido a las hijas, quienes sienten el peso social de tener que ser perfectas. Además, existe un vínculo poco saludable alimentado por la culpa. Este chantaje emocional impide que las madres acepten que sus hijas crezcan y transformen la relación en una de dos personas adultas que se relacionan porque se quieren y ya está. 

Por otro lado, el constructo cultural tiene una gran influencia. Por ejemplo, es muy difícil escapar de la imagen de la madre que nos ha transmitido el cine. Actualmente, las historias están siendo contadas desde otra perspectiva, especialmente por mujeres, como Celia Rico. Las mujeres hemos sido prisioneras de las expectativas de lo que debe ser una madre y una hija.

¿La complejidad del vínculo entre una madre y una hija formaba parte de los 'siniestros'  planes del patriarcado?

Algunas personas pueden considerar que hablar de los planes del patriarcado suena conspirativo, pero yo creo que es una realidad. Convertir a la mitad de la población en personas relegadas al ámbito doméstico asegura la supervivencia de la familia, lo cual beneficia al sistema en general, y garantiza el cuidado de niños y ancianos. Si se asume que la mitad de la población debe encargarse de estos cuidados, el Estado ahorra una gran cantidad de dinero y preocupaciones. Además, se les hace sentir que esta es su misión divina, sin recibir reconocimiento económico ni social. Tradicionalmente, los hombres han dominado la esfera pública mientras que las mujeres se han limitado al ámbito doméstico. La complejidad del vínculo entre madre e hija es una consecuencia directa del patriarcado.

¿Cómo se relacionan la desigual distribución de los cuidados, su feminización y la falta de una responsabilidad social y colectiva en este contexto?

Los cuidados siguen recayendo principalmente en las mujeres y hay una falta de responsabilidad social al respecto. Las familias se han reducido en tamaño, lo que ha limitado la práctica de compartir responsabilidades con tíos, abuelos e incluso vecinos. Es fundamental que una niña crezca con varias figuras de referencia y apego. Esto no solo alivia la carga sobre los padres, sino que también proporciona a las hijas modelos de acción diversos y les permite ver a sus madres en roles distintos al de la maternidad, reconociéndolas también como mujeres en otros contextos.

Blanca Lacasa: "Los hombres tienen una carga de cuidados mucho menor en comparación con las mujeres"

Además, existe una gran exigencia hacia las hijas en cuanto al cuidado de sus padres. Los hombres tienen una carga de cuidados mucho menor en comparación con las mujeres, a quienes se les da por hecho que deben asumir estas responsabilidades. Una hija me contó que su madre valoraba más lo que hacía su hermano, diciendo "tu hermano vino hace tres semanas y me trajo una tarta", mientras ella pensaba: "sí, vino cinco minutos, pero yo he estado viniendo tres veces a la semana". Los cuidados que se esperan de las madres se trasladan a las hijas, quienes se convierten en cuidadoras tanto de sus propias hijas como de sus madres.

¿Por qué a los padres se les ha permitido un amplio margen de error?

Sabemos que tradicionalmente los padres han sido figuras más ausentes debido a la división específica de roles. Sin embargo, lo curioso es que nosotras mismas hemos aceptado esta situación. A las madres se les critica y reprocha mucho, mientras que a los padres se les asocia con la diversión. ¿En serio consideras maravilloso a tu padre porque te lleva al zoológico una vez al mes? Esto nos remite nuevamente a las exigencias. Los estándares para los padres han sido muy bajos y fáciles de cumplir. Si miramos el cine de género, ha explotado mucho la imagen de la madre terrible, psicópata, trastornada y castradora, como en Carrie o Psicosis. Esto no ocurría con los padres porque no se esperaba tanto de ellos.

Antes de ser madre y de ser hija se es mujer, ¿por qué es importante no perder esta identidad?

Entiendo que la maternidad puede absorber mucho tiempo y, en generaciones anteriores, era prácticamente el rol principal que se esperaba de las mujeres. Por ejemplo, en la sección femenina de Pilar Primo de Rivera, se esperaba que la mujer fuera madre y, si no lo era, que se encargara de sus hermanos, su padre o los hombres de la patria. Era muy difícil no identificarse como madre siendo mujer.

Las exigencias ocupaban gran parte de la vida de las madres, lo que hacía complicado mantener otras facetas. Si no has construido otra identidad aparte de ser madre, es mucho más difícil dejar ir a tu hija. Es interesante el concepto de la brecha del ocio: muchas mujeres llegan a la jubilación sin haber desarrollado hobbies porque siempre se dedicaron a cuidar a los hijos y a la familia. En cambio, los hombres han tenido el tiempo para hacerlo.

Habla de que ser hija debería de ser una circunstancia temporal, ¿por qué?

Es una relación en la que constantemente buscas la aprobación de tu madre. Existe una jerarquía que te valida o te censura y mantiene una dinámica demandante, especialmente cuando somos niñas. No se trata tanto de dejar de ser hija, sino de construir una relación adulta y voluntaria. Se trata de decidir en qué términos y de qué manera quieres ser hija, y cómo pueden construir una relación en la que ambas se sientan cómodas. De lo contrario, se perpetúan relaciones infantilizadas.

En las relaciones complejas maternofiliales ¿se debe hablar desde el perdón y no desde la rabia?

Para mí es crucial. Si decides terminar la relación con tu madre desde la ira, es probable que después de un mes te encuentres repitiendo el mismo patrón impulsado por sentimientos de culpa, miedo y dependencia. Comprender el contexto histórico es fundamental para entender las experiencias de las generaciones de madres y el concepto arraigado de maternidad. No se trata tanto de perdonar, sino de comprender.

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