Las autoras de 'Ets una exagerada': "La vida de las mujeres peligra cuando no reciben una atención sanitaria adecuada"
Entrevistamos a la periodista Isabel Muntané y a la doctora Blanca Coll-Vinent, que publican el libro 'Ets una exagerada' con la voluntad de "crear conciencia" sobre el sesgo de sexo y género en el ámbito de la salud.
Barcelona--Actualizado a
La periodista especializada en violencias machistas y medios de comunicación, Isabel Muntané, y la doctora Blanca Coll-Vinent, fundadora de la Comisión Clínica de Sexo y Género en Salud en el Hospital Clínic de Barcelona, han publicado este septiembre Ets una exagerada (Raig Verd, 2024).
Este libro, que recoge trece enfermedades que se diagnostican y tratan a partir de un modelo de hombre "universal", es el resultado de un proyecto colaborativo de varios hospitales y profesionales con una finalidad ambiciosa: "Aplicar la perspectiva de género para enmendar incorrecciones históricas de la investigación médica, actualizar procesos y revisar prácticas que se acerquen a una atención más personalizada".
Siendo conscientes de que queda mucho camino por recorrer y de que se necesitan muchos recursos, las autoras publican este libro de carácter "divulgativo" para reivindicar una investigación "más holística" y alertar sobre la necesidad de introducir la perspectiva de género en el ámbito de la salud. Mientras no se produzcan cambios, advierten, los diagnósticos seguirán llegando tarde y la vida de las mujeres estará en "peligro" si no reciben una atención o una dosis de medicación "adecuada".
¿Qué pretendían con el libro?
Blanca: Personalmente, quería divulgar y hacer entender que los hombres y las mujeres no somos iguales. Es obvio que el sexo nos diferencia y que el género también nos condiciona en todos los aspectos de la vida, entre ellos la salud y la enfermedad. Quería dar a conocer que los tratamientos son diferentes y que las mujeres dieran el paso de consultar a un especialista si se sienten identificadas. Hace treinta años que se habla de la diversidad de síntomas en casos de infarto, pero en cualquier enfermedad hay diferencias.
Isabel: Queríamos crear conciencia entre la sociedad, tanto en las personas de a pie como en el sector sanitario. Es necesario que haya cambios en la medicina porque la vida de las mujeres está en peligro cuando no reciben una atención adecuada. Cualquier patología tiene sesgos de sexo y de género, no queríamos tratar solo "enfermedades de mujeres".
Al inicio del libro hacen un apunte: "En medicina, las características diferenciales asociadas al sexo son mucho más conocidas que las asociadas al género". ¿Por qué?
B: Desde el punto de vista científico es más fácil de estudiar, XX o XY. Identificas a una persona trans de inmediato. En cambio, hay que preguntar específicamente el género de una persona, aparte de que hay mucha más variedad.
El sexo tampoco es estrictamente binario.
I: Es muy difícil estudiar a las personas intersexuales. Nosotras intentamos incluir en el libro esta mirada, pero si ya están poco estudiadas las diferencias entre hombres y mujeres...
B: Es un tema importante. Casi todas las enfermedades que se tratan en el libro tienen diferencias desde el punto de vista del sexo, como por ejemplo las patologías cardíacas o el cáncer. Aun así, muchas veces no sabemos hasta qué punto interviene el factor del género en el diagnóstico y el tratamiento. Si una mujer consulta tarde, quizá lo hace porque tiene cargas familiares asociadas al género o porque sus receptores del dolor son diferentes.
Más allá de retrasar el diagnóstico porque muchas mujeres no identifican correctamente los síntomas, ¿qué consecuencias tiene el sesgo de sexo en la salud?
I: Puede haber secuelas de por vida, como es el caso de dos testimonios, la mujer con cefalea y la mujer con isquemia coronaria. Puedes acabar muriendo. Anna Maria Bayona, la mujer de ochenta años que sufrió una intoxicación farmacológica porque recibió una dosis de medicación no adecuada a su sexo, estuvo al límite. No se tuvo en cuenta que las mujeres no absorben ni eliminan de la misma manera los medicamentos.
B: Muchas veces llegamos tarde al diagnóstico porque no identificamos bien los síntomas. Luego, las pruebas diagnósticas no tienen el mismo rendimiento en los hombres que en las mujeres. Una prueba de esfuerzo, por ejemplo, para detectar una isquemia coronaria, es menos efectiva en las mujeres. El resultado puede salir negativo y que, realmente, se padezca esa enfermedad.
En cuanto a los fármacos, hay un modelo único que mezcla a hombres y mujeres y hace una media. Las mujeres necesitamos mucha menos dosis, porque generalmente somos más pequeñas, tenemos más grasa corporal y acumulamos más fármacos, nuestro hígado tarda más en eliminarlos... Si se marca la misma dosis, hay riesgo de intoxicación en el caso de ellas y, para ellos, puede ser insuficiente. Los corticoides para el asma son más efectivos en las mujeres, mientras que la inmunoterapia para el cáncer funciona mejor en los hombres.
¿Hay diferencias en el periodo posterior a padecer la enfermedad?
B: La respuesta al tratamiento también es muy diferente. Esto ya es un componente de género, pero, por ejemplo, hay mucha más depresión postinfarto en mujeres porque no logran hacer todo lo que hacían antes.
I: También afecta la cuestión de la edad, el origen, la situación socioeconómica... Todo esto atraviesa los sesgos centrales. Lo que nosotras querríamos es una medicina más holística e individualizada. ¿Cómo puede un médico saber que el asma de una mujer es causada por una violencia machista que sufre desde hace una eternidad? Ella no lo dirá de entrada. Se necesita tiempo, empatía y confianza, pero es complicado si no se está lo suficientemente formado o el tiempo para las consultas se reduce a diez minutos.
Aparte de la universalización de la salud basada en el modelo masculino, ¿hasta qué punto se han menospreciado o desatendido las enfermedades que afectan en mayor proporción a las mujeres?
I: El título del libro lo refleja muy bien. A lo largo de la historia se nos ha tachado de exageradas y se han menospreciado nuestras enfermedades. "Eso pasará, solo estás ansiosa", decían. Las mujeres también nos comunicamos desde otro lugar. El diagnóstico llega tarde porque somos más resilientes al dolor, porque nos han dicho que debemos aguantar. La construcción de género se traslada a las consultas médicas y, si los profesionales no reciben una formación que amplíe su perspectiva, no podrán identificarlo.
B: La migraña es una enfermedad que generalmente los hombres no padecen y que, además, no mata. Por eso muchas veces queda desatendida. Un dolor de cabeza puede ser muy incapacitante: puede condicionar la calidad de vida, hacer que repitas un curso escolar y desarrollar una depresión, puede impedir que cuides de tus hijos o tus padres, que no puedas viajar. ¿Qué significa que no es nada? Aunque no mate, es muy importante y frecuente.
¿Se resta importancia a las consecuencias psicológicas que sufren las mujeres, por ejemplo, con la pérdida del cabello o de un pecho durante un cáncer?
I: A menudo el objetivo es salvar la vida y parece que el resto de las cosas no sean importantes. Pero para una joven de veintipocos años, perder el cabello o un pecho, entrar en una menopausia precoz, sin saber si podrá tener hijos... tiene un gran impacto. A Cristina [uno de los testimonios del libro] no le practicaron una mastectomía, pero tenía muchas preocupaciones relacionadas con su sexualidad y su capacidad de procrear. Una vez superado el cáncer de mama, hace una reflexión y dice que, si volviera a pasar por eso, habría tomado decisiones diferentes.
B: Cada vez se tienen más en cuenta factores como la edad u otras enfermedades concomitantes, pero los problemas relacionados con la sexualidad aún no se han estudiado demasiado.
Cuando Cristina pregunta de qué manera el cáncer afectaría su libido o su salud sexual y reproductiva, no recibe una respuesta clara.
I: Esto también le pasa a Màrius, el hombre con cáncer de mama. Él cuenta que nunca le avisaron de que sufriría disfunción eréctil. Se está mirando cada vez más, es cierto, pero considero que las secuelas en el ámbito sexual aún se olvidan. Muchos hombres no dicen que tienen cáncer de pecho o disfunción eréctil porque entonces no son "machos como Dios manda". Hay menos casos y, además, se esconden.
B: La detección precoz en el cáncer de mama es útil en mujeres, no en hombres, pero hay que tener en cuenta que ellos también pueden padecerlo. Màrius tuvo que ir al ginecólogo de su pareja, en este caso el afectado por el sistema es él.
¿Es factible reclamar una medicina holística y personalizada con los recursos disponibles actualmente?
I: Una sociedad ideal siempre es utópica, pero debemos ser optimistas porque hemos avanzado mucho. Hace cincuenta años la medicina no era la misma. Igual que en otras áreas del conocimiento, hemos reducido la discriminación hacia las mujeres y el colectivo LGBTI+.
B: Yo creo que es exponencial. Hace un siglo, los artículos que se publicaban sobre mujeres eran proscritos porque se las consideraba un ser inferior y no se podían poner como modelo en una revista científica. Se ha avanzado mucho, ahora cuando explicas que hay un sesgo de sexo y de género en salud, todos entienden que es normal. Incluso la administración lo tiene en cuenta a la hora de financiar proyectos, hacer investigaciones y dar ayudas. Sin embargo, sigue siendo algo muy teórico y faltan muchos recursos.
¿Qué se necesita para fomentar la investigación con perspectiva de género?
B: Para hacer investigación con perspectiva de género es necesario diferenciar entre hombres y mujeres. No deben compararse, sino saber cómo afecta la edad en unos y otros, cómo afecta un fármaco concreto... Esto implica incluir a muchos más pacientes porque los estudios deben duplicarse y se requieren muchísimos recursos. Es necesario que las compañías farmacéuticas inviertan y quieran hacer estudios, incluso con una cierta obligación. Si no hay una ley que las obligue, no lo harán.
Hace falta mucha formación para hacer bien la investigación, que los evaluadores también sepan del tema. Formación desde el minuto cero en la facultad.
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