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La ultraderecha española cobrará más de 4 millones de euros en sueldos y gestionará más de 15 de presupuesto en Europa

Los nueve eurodiputados de ultraderecha española —seis de Vox y tres de Se Acabó la Fiesta— percibirán durante estos cinco años 4.240.620 euros. Adicionalmente, tendrán más de 15 millones para gestionar sus oficinas y asistentes.

El eurodiputado electo Luis 'Alvise' Pérez Fernández, líder de la agrupación Se Acabó la Fiesta.
El eurodiputado electo Luis 'Alvise' Pérez Fernández, líder de la agrupación Se Acabó la Fiesta. Eduardo Parra / Europa Press

Una de las promesas del agitador ultra Luis Alvise Pérez durante su campaña en las elecciones europeas fue que renunciaría a los "2.400.000 euros" que cobraría durante una legislatura como eurodiputado. En su programa populista aseguraba que donaría ese salario entre sus seguidores. "No voy a cobrar un euro de la política porque no lo necesito", difundió en uno de sus canales. Sin embargo, el dinero máximo que podría "ceder" se fija en los 471.240 euros, la nómina neta que percibe un europarlamentario durante los cinco años de legislatura.

Los tres eurodiputados de Acabó La Fiesta (SAF), la formación antisistema que esta semana ha estado en negociaciones con Alternativa por Alemania (AfD) para adherirse a Europa de las Naciones Soberanas —el grupo más a la extrema derecha del nuevo Hemiciclo—, estrenarán escaño, junto a los 717 parlamentarios restantes, el próximo 16 de julio en Estrasburgo. Los de Alvise se encuentran, de momento, en la familia de los no inscritos, tras no incorporarse en ninguno de los partidos ultras de la Eurocámara. Podrían, eso sí, hacer el movimiento en cualquier momento de los cinco años que dura la legislatura europea. No formar parte de una familia europea resta visibilidad, te aparta de puestos de poder en la composición de la Eurocámara y te aleja de incentivos económicos.

Pero aun con todo, los salarios que van a percibir estos agitadores son altamente jugosos. Cada uno de ellos recibirá una nómina de 10.075,18 euros, que una vez aplicados los impuestos desciende a 7.853,89 euros. Así, los eurodiputados de extrema derecha española —seis pertenecientes a Vox y tres a SAF— sumarán a sus bolsillos cada mes 70.677 euros de los bolsillos de los contribuyentes europeos. Es decir, la ultraderecha española percibirá en este lustro un mínimo de 4.240.620 euros.

Adicionalmente, cada eurodiputado cuenta con un fondo de 4.950 euros mensuales en concepto de dietas, llamadas a cubrir gastos para la gestión de sus oficiales, equipos informáticos o facturas de teléfono. Esta partida mengua a la mitad si se ausentan de la mitad de las sesiones plenarias en un año. A ello se suma otro máximo de 4.886 euros anuales para las actividades profesionales que se desarrollen fuera de su Estado miembro.

Cada eurodiputado es responsable y libre de conformar a su equipo de trabajo, portavoces y asesores. Dispone, para ello, de una cuantía de 28.696 euros mensuales, un dinero que se abona directamente a los asistentes que reúnan los requisitos y cuenten con un contrato válido. Grosso modo, la ultraderecha española contará durante el lustro de la décima legislatura con más de 15 millones de euros.

Para todo ello, el código de conducta de la Eurocámara establece que los representante elegidos en las elecciones europeas deben "actuar exclusivamente en favor del interés público y desempeñar su cometido de forma desinteresada y con integridad, transparencia, diligencia, honradez, responsabilidad y respeto de la dignidad y la reputación del Parlamento Europeo". Para recoger el acta, los 720 están llamados a presentar una declaración detallada de sus intereses privados, una declaración sobre el patrimonio y una declaración sobre conocimiento de conflictos de intereses.

Los de Alvise aterrizan en Bruselas con una agenda puramente nacional y con la intención de llevar a la capital comunitaria su propaganda y agenda de acoso y derribo al Gobierno liderado por Pedro Sánchez. Siguiendo la estrategia del dictador salvadoreño Nayib Bukele, su objetivo es crear la "mayor cárcel de Europa" a las afueras de Madrid, donde encarcelaría a políticos como Sánchez, corruptos, personas con tatuajes "sospechosos" o familiares de estos. Por su parte, la formación que encabeza Santiago Abascal, que cuenta con seis sillones en la Eurocámara, se ha unido recientemente a los Patriotas por Europa, la nueva familia política creada por el prorruso Viktor Orbán. La delegación encabezada por Jorge Buxadé ha dado esquinazo a su aliada tradicional Giorgia Meloni, a la que han abandonado dejando el grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR).

Además de con Orbán, el grupo de Vox cuenta entre sus filas con la francesa Marine Le Pen o el italiano Matteo Salvini, tres de los líderes que más duros y radicales han sido durante los últimos años con el discurso antiinmigración y xenófobo. De hecho, el mismo día en el que Vox anunció en España la ruptura de sus pactos de gobierno con el PP alegando el reparto de menores migrantes entre las comunidades autónomas, el Partido Popular Europeo reconoció en Bruselas su deseo de establecer un cordón democrático con los Patriotas por considerar que es necesario que estas personas "no representen" al Parlamento Europeo.

La extrema derecha europea ya no basa su discurso en torno a la idea de abandonar el bloque comunitario o la Eurozona. Su razón de ser es boicotear la institución desde dentro. Por ello, su discurso y su programa patriótico bebe de la base del soberanismo, de caminar hacia una Europa de las naciones en las que Bruselas tenga menos poder y, en paralelo, menos control y margen para hacer rendir cuentas o restringir la llegada de los fondos a los países en deriva autoritaria. Hungría es el único Estado miembro bajo la lupa del Artículo 7 de los Tratados y con fondos congelados por sus vulneraciones de los valores europeos fundamentales.

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