Este artículo se publicó hace 3 años.
El revés de Afganistán, un daño limitado a EEUU, por ahora
La retirada de Afganistán, que puede calificarse de derrota, ha abierto un debate sobre un posible declive de la influencia de EEUU a nivel global. Contra la mayoría de los analistas, que creen que la credibilidad de Washington se ha deteriorado irreversiblemente, el profesor Stephen Walt considera que ese punto de vista se está exagerando.
Eugenio García Gascón
En los últimos diez días ha aparecido en la prensa occidental un notable número de artículos acerca del significado de la derrota del ejército americano en Afganistán, así como de la trascendencia que tendrá para EEUU y Occidente en general. En su mayor parte los han escrito agoreros que transpiran intensas dosis de pesimismo.
Haber sacado a las tropas que durante veinte años han estado desplegadas en Afganistán de una manera tan precipitada, es decir antes de evacuar a los colaboradores, ha sido un espectáculo lamentable y poco edificante, y todo el mundo lo ha visto por televisión. Pero algunas de las conclusiones vertidas van más allá de los hechos.
Asia Central es, debido a su situación, un tablero muy importante en la escena estratégica internacional
El futuro de la región no se juega solo estos días, sino que se seguirá dirimiendo en el futuro. Está claro que Asia Central es, debido a su situación, un tablero muy importante en la escena estratégica internacional, que ha jugado un papel central desde la antigüedad, como puede leerse en el extraordinario libro El corazón del mundo, de Peter Frankopan.
EEUU y las potencias rivales continuarán jugando sus bazas allí en años venideros y las espadas siguen en alto. Washington tendrá la oportunidad de corregir algunos errores que ha cometido en la región, a lo que no puede aspirar una Europa desnortada debido a que sus líderes, especialmente Angela Merkel y Emmanuel Macron, carecen de visión y sistemáticamente desatienden los intereses europeos.
Clave será la intervención china. El gigante asiático no perderá la oportunidad de seguir introduciéndose en la región con proyectos económicos que a medio y largo plazo le proporcionarán la influencia política que busca. Como casi todo es economía, la presencia china en Asia Central contribuirá a su expansión en otras áreas del planeta. Pequín mueve sus fichas sin tantos aspavientos y de una manera precisa y eficaz.
El profesor Stephen Walt, de la Universidad de Harvard, ha sido uno de los expertos que ha analizado lo ocurrido en Afganistán, pero en su artículo en Foreign Policy ha adoptado una posición contraria a la mayoría de analistas que sostienen que EEUU ha perdido su prestigio y credibilidad en gran medida o totalmente con la derrota.
En su opinión se trata de una retirada trágica, pero en ningún caso de un desastre estratégico a nivel planetario. Este planteamiento choca con el del analista conservador Bret Stephens, quien en las páginas de The New York Times escribe que los aliados de EEUU, desde Taiwán a Ucrania, los estados bálticos, Israel y Japón, han visto con aprensión lo ocurrido y han comprendido que su defensa está en sus propias manos en última instancia, y no en las manos de Washington.
Gideon Rachman asegura que lo ocurrido en Afganistán "encaja perfectamente" con que las "garantías de seguridad de EEUU no son fiables"
Gideon Rachman, en The Financial Times, comparte la opinión conservadora de Stephens y señala que la reputación del presidente Joe Biden ha sido dilapidada, y que lo ocurrido en Afganistán "encaja perfectamente" con que las "garantías de seguridad de EEUU no son fiables".
Pero Walt replica a estas visiones pesimistas que serían comparables a la publicación en Global Times, un periódico del partido comunista chino, de que Taiwán nunca podrá fiarse de su aliado americano y que si se produce un ataque chino, los americanos abandonarán Taiwán como han abandonado Afganistán ante los talibanes.
En opinión de Walt, es natural que Pequín utilice la retirada americana como propaganda contra Taiwán, pero nadie debería alarmarse más de la cuenta dado que EEUU no ha perdido su credibilidad y no parece que la vaya a perder tan pronto como auguran rivales y enemigos.
Argumenta que EEUU ha decidido bajarse del tren afgano porque era una guerra vana que le suponía unas pérdidas considerables, mientras que sus intereses vitales no estaban en peligro, es decir que sus aliados, de Taiwán a Israel, pueden dormir tranquilos a ese respecto, puesto que EEUU sí los considera vitales.
El argumento de los analistas conservadores equivaldría a sostener que EEUU no defendería Alaska, Florida o Hawái si estuvieran en peligro, dice Walt. Y señala que para EEUU el extremo oriente es vital, mucho más importante que Afganistán, y no permitirá una dominación china en esa zona, aunque la realidad es que la influencia china no para de crecer en el continente.
Es más, dice Walt, los 40.000 millones de dólares que EEUU invertía anualmente en Afganistán podrán emplearse a partir de ahora en otros asuntos de la seguridad mundial que son más prioritarios. Por lo tanto, el caso de Afganistán no debería servir de ejemplo para otros escenarios que sí son vitales para Washington.
El modelo de Vietnam, donde EEUU perdió más de 50.000 soldados, puede ilustrar este planteamiento ya que la retirada americana de aquel país no perjudicó a terceros países asiáticos aliados. Sin embargo, es cierto que entonces China apenas era un país de tercera fila mientras que hoy es una gran potencia ascendente.
Walt recuerda la caída del Sha de Irán en 1979, la retirada americana de Líbano de 1984, la retirada de Somalia en 1994, y la fallida ocupación de Irak, y pone como ejemplo estos resultados aparentemente negativos que al final no redujeron la capacidad militar de EEUU ni su influencia en el mundo.
Probablemente la reputación de EEUU se va a recuperar del revés afgano, pero su credibilidad para con sus aliados dependerá de las políticas que emprenda a partir de ahora. Es demasiado pronto para dar por terminada la supremacía de EEUU, como han hecho bastantes analistas, aunque será preciso que EEUU persiga unas políticas de influencia adaptadas a los nuevos tiempos sin olvidar la permanente ascendencia de China.
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