A medida que se acaba el tiempo para convencer a los votantes aún indecisos de cara al referéndum de independencia escocés el debate se está volviendo cada vez más pasional. En lo que hasta ahora había sido una campaña calificada a menudo como fría, la identidad nacional ha entrado en escena a pocos días de que el Reino Unido afronte la mayor amenaza a su integridad desde su formación en 1707.
En un giro totalmente impensable hace pocas semanas, los unionistas han comenzado a apelar al corazón y a la identidad británica de los escoceses, justo cuando los sondeos sitúan la carrera en un empate técnico entre las dos campañas. El primer ministro británico, el conservador David Cameron, viajó a Aberdeen el lunes en su última visita a Escocia antes del referéndum y se dirigió en estos términos a los votantes: 'Por favor, por todos nosotros: votad por seguir juntos, votad por quedaros, votad por salvar nuestro Reino Unido'.
Cameron se había mantenido alejado del debate a lo largo de la campaña, sabedor de su escasa popularidad en Escocia, pero la perspectiva de pasar a la historia como el primer ministro que acabó con una unión de 307 años de historia ha hecho que se replantee su papel. Si el pasado miércoles aseguró que le 'rompería el corazón' el fin de la 'familia de naciones' que es el Reino Unido, Cameron se mostró aún más emotivo en Aberdeen, a tan sólo tres días del referéndum. 'Si no os gusto, no estaré aquí siempre. Si no os gusta este Gobierno, no durará siempre. Pero si dejáis el Reino Unido, eso sí será para siempre', declaró el primer ministro.
Las últimas encuestas han dado resultados contradictorios, pero los analistas coinciden en que la pugna está demasiado ajustada como para aventurar un ganador. La situación supone un vuelco importante tras meses de tranquilizadora superioridad para los unionistas en los sondeos, una ventaja que se ha esfumado en apenas cuatro semanas y ha hecho que muchos se despierten ante una pesadilla difícil de creer.
'Escocia puede ser el principio de una corriente europea de nuevos estados'
Para Moira Harvey, una trabajadora de 45 años de un centro cultural de Edimburgo, la principal razón para votar no en el referéndum del próximo jueves es el 'sentirse británica y tener un gran sentido de la lealtad y afecto hacia el Reino Unido', que en ningún caso le 'resta valor' a su 'identidad primaria escocesa'. Moira admite que le resultan 'difíciles de imaginar las consecuencias de la independencia', una posibilidad que se veía como algo impensable hace pocas semanas. 'En cualquier caso, este es mi país y tengo que creer en él y en su futuro, tanto para mí como para mis hijos, sea cuál sea el resultado que afrontemos el viernes por la mañana', explica.
Mucho se ha hablado sobre las consecuencias económicas que la secesión escocesa acarrearía tanto para Escocia como para el resto del Reino Unido, pero no está tan claro qué sería de la identidad británica y de la posición en la que quedaría la que fue la principal potencia mundial. 'Creo que el Reino Unido, o lo que quedara de él, se vería muy mermado, no por ser más pequeño, sino porque una parte habría decidido escindirse y esto sería significativo para la diplomacia británica', explica el historiador Ewan Cameron, profesor de la Universidad de Edimburgo y coeditor de la revista Scottish Historical Review. 'También sería posible, aunque improbable, que esto llevara a los políticos británicos a aceptar el auténtico papel del Reino Unido y abandonar las ilusiones de grandeza que persiguen a Gran Bretaña a pesar de la pérdida del imperio', añade.
El diario londinense The Guardian, que en su editorial del pasado viernes pedía a los escoceses 'otra oportunidad' para el Reino Unido, hablaba el lunes de una 'urgente reforma constitucional que proteja a las naciones, las regiones y otras minorías del mayoritarianismo', un término inventado para definir la absoluta centralidad de Londres en la economía y la política británica.
'Mi opinión personal sobre la actual impopularidad de la unión es que los políticos de Londres se han olvidado de cómo hacer políticas unionistas', considera el profesor Cameron. 'Muchas políticas del Gobierno británico han sido impopulares en Escocia, como las medidas de austeridad, la política de defensa nuclear o la Guerra de Irak. El SNP y el voto por la independencia son vehículos para oponerse a estas cosas'.
'Seguramente la razón por la que la identidad nacional no sea algo central es porque la identidad escocesa no es incompatible con cierto sentimiento británico', opina Arnau Padró, un programador informático catalán de 27 años que, tras siete meses en Escocia, votará el próximo jueves a favor de la independencia. 'Escocia puede ser el principio de una corriente europea de nuevos estados, más pequeños, más justos, mas democráticos y más eficientes', explica Arnau como motivo de su voto a favor de la secesión.
Son cada vez más las voces dentro del unionismo que se lamentan por la campaña eminentemente pragmática que ha planteado Better Together y que, opinan, ha hecho que pocos se ilusionen por la idea de que Escocia siga perteneciendo al Reino Unido.
'Incluso los unionistas generalmente admiten que la idea de la independencia es aceptable, aunque no deseable', explica un periodista
'Incluso los unionistas generalmente admiten que la idea de la independencia es aceptable, aunque no deseable', explica en The Observer el periodista Alex Massie, abiertamente partidario de la unión. 'No puedes matar la idea. No cuando ha existido durante más de 300 años. Si existía incluso durante el gran momento nacionalista y unionista en el siglo XIX, no va a desaparecer ahora. Pero eso no quiere decir que el unionismo no tenga canciones, simplemente que la campaña de no ha decidido no cantarlas.', añade.
Las críticas se han concentrado en el ex ministro laborista Alistair Darling, líder de la campaña unionista. En su segundo debate televisado, Darling se vio ampliamente superado por el primer ministro escocés, Alex Salmond, en lo que se ha considerado el gran punto de inflexión que ha llevado a la situación actual.
'No creo que Alistair Darling mencionara Gran Bretaña o la britanidad ni una vez durante su segundo debate con Alex Salmond', continua Massie. 'Gran Bretaña, y la Unión, son la base sobre la que construyes la campaña. Todo lo demás son sólo tácticas. No puedes matar la idea, pero puedes contrarrestarla con otra idea', concluye el periodista escocés. En cualquier caso, parece que el tiempo de las campañas ha terminado y, a falta de tan sólo tres días para la cita con la historia, el futuro del Reino Unido está ya únicamente en manos de los votantes escoceses.
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