Este artículo se publicó hace 6 años.
El príncipe saudí pisa el acelerador sin que se sepa en qué dirección marcha
Nuevos nombramientos en el gobierno y en los ámbitos de la seguridad y la inteligencia de Arabia Saudí pueden quedarse en agua de borrajas si Mohammad bin Salman no gira el timón de manera radical. La política regional del príncipe ha causado una gran inestabilidad en Oriente Próximo y los nuevos nombramientos no son una garantía de que algo vaya a cambiar.
Eugenio García Gascón
Jerusalén-
El rey Salman ha remodelado esta semana su gabinete sin que se sepa a ciencia cierta si piensa modificar su política exterior de alguna manera, un política militarista en sintonía con Israel que está causando inestabilidad en Oriente Próximo de la mano de su hijo y heredero el príncipe Mohammad bin Salman (MBS).
El país cuenta ahora con un nuevo ministro de Exteriores, el príncipe Ibrahim al Assaf, que fue detenido brevemente en noviembre de 2017 en el hotel de lujo Ritz-Carlton de Riad en el marco de una investigación sobre “corrupción” que implicó a varios primos de MBS, y que en el caso de Assaf terminó sin consecuencias.
Algunos dicen que se le ha castigado por no defender con suficiente celo a MBS
Assaf, que fue ministro de Finanzas entre 1996 y 2016, sustituye a Adel al Jubeir, que a partir de ahora será ministro de estado de Asuntos Exteriores, un rango inferior al del ministro Assaf. Las causas de esta caída de Jubeir no están claras. Algunos señalan que se le ha castigado por no haber defendido con suficiente celo a MBS tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi hace casi tres meses en Estambul.
Jubeir fue el primer funcionario saudí que reconoció públicamente que Khashoggi había sido asesinado dentro del consulado de Estambul el 2 de octubre. Los consulados dependen del ministerio de Exteriores, de ahí que una interpretación indica que MBS quiere enseñar al mundo que él no tiene nada que ver con el asesinato. Jubeir se habría convertido en otra cabeza de turco.
Tampoco está claro si la degradación de Jubeir representará un cambio en la política exterior de Arabia Saudí, un cambio de orientación que cada día es más urgente y necesario, aunque esto pronto se sabrá si se atiende a las relaciones de Riad con Yemen, Siria, Irán e Israel.
La guerra de Yemen cuenta cada vez con más detractores y las negociaciones de paz en marcha pueden abundar en ese cambio que se desea, incluso desde Washington, donde la magnitud de la catástrofe está levantando voces de protesta cada vez más altas.
En el caso de Siria, en esta semana se han visto dos sucesos que pueden señalar un cambio. En primer lugar, los Emiratos Árabes Unidos han confirmado que han reabierto su embajada en Damasco, y Bahrein ha comunicado oficialmente el viernes que su embajada en la capital siria está trabajando con normalidad.
Tanto los EAU como Bahrein son los dos países que orbitan más cerca de Riad, de ahí que sea natural pensar que no habrían dado este paso sin el visto bueno de MBS. Esto puede indicar que los saudíes se encuentran próximos a facilitar un acercamiento a Damasco, pero convendrá esperar hasta ver los hechos.
Recientemente, el presidente Donald Trump dijo que ha llegado el momento de la “reconstrucción” de Siria, y señaló a los saudíes como quienes deben invertir significativamente en esa reconstrucción. Riad se está haciendo la remolona mientras que los europeos continúan sin dar un paso al frente.
Jubeir es uno de los que más agresividad ha mostrado hacia Irán
Jubeir era y es uno de los políticos que más agresividad han mostrado hacia Irán, y no parece que su sucesor vaya a cambiar esa línea marcada por MBS y que cuenta con el visto bueno y con elogios desmesurados en Israel, acérrimo enemigo del régimen islámico de Teherán. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha metido es su barco a Trump y por lo tanto nada indica que los saudíes vayan a cambiar de opinión en el frente iraní.
Otros nombramientos que el padre de MBS ha firmado estos días pertenecen al campo de la seguridad y la inteligencia. Esto quiere decir probablemente que el joven príncipe de 33 años que gobierna Arabia Saudí desea mejorar su imagen después del asesinato de Khashoggi. Se trataría de una limpieza necesaria de cara a la opinión pública pero que no se proyecta en la política exterior del país.
Si es así, la inestabilidad en Oriente Próximo se mantendrá puesto que no cambiará la situación en Yemen o en Siria o en Irán. La solución, aunque sea parcial, del conflicto sirio, que estos días está viviendo una enorme tirantez por la amenaza de Turquía de invadir la región kurda de ese país, puede demorarse durante más tiempo, algo que no sería positivo para nadie, a pesar de que numerosos observadores dan por hecho la victoria del presidente Bashar al Asad.
Otro decreto del rey Salman, que también puede significar que las cosas no van a cambiar en gran medida, es el cese de Mohammad bin Nawaf como embajador en Londres. El caso de este príncipe emparentado con MBS es particular puesto que Bin Nawaf también está emparentado con Ahmad Abdulaziz, tío de MBS, es decir hermano del rey Salman.
El príncipe Ahmad Abdulaziz vivía un dorado exilio en Londres hasta hace solo unas semanas, cuando, con garantías de Washington, regresó a Riad. El príncipe Ahmad adquirió notoriedad por criticar al rey y a MBS por la guerra de Yemen. Los criticaba dentro de los círculos saudíes pero no hace mucho tiempo también los criticó públicamente.
Su retorno a Riad al amparo de Washington suscitó en noviembre numerosas especulaciones, incluso en el sentido de que las potencias occidentales lo habían elegido para sustituir al denigrado MBS. Al final se ha visto que eso no es así y que el actual heredero sigue haciendo y deshaciendo a su antojo en su país y en Oriente Próximo.
Por último, otra indicación de que probablemente no habrá cambios importantes es que el miércoles pasado fue detenido el príncipe Khaled bin Talal bin Abdelaziz, primo de MBS. Ese príncipe ya fue detenido en enero y no fue liberado hasta noviembre gracias a la petición del príncipe Ahmad Abdelaziz, quien condicionó su regreso a Riad a la liberación de varios príncipes. Desde que Khaled fue detenido, no se le ha acusado de nada.
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