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Petra Molnar: “El sistema migratorio tiene que cambiar, pero la respuesta no es poner una tirita sobre un sistema roto”

Molnar es cofundadora del Migration and Technology Monitor, un colectivo de la sociedad civil, periodistas y académicos que cuestionan los experimentos tecnológicos que se llevan a cabo en las fronteras. Actualmente está escribiendo su primer libro, Front

Forografía de la abogada Petra Molnar, cofundadora del Migration and Technology Monitor. Kenya Jade Pinto

Isabella Carril Zerpa / Fundación porCausa

El control fronterizo depende cada vez más de experimentos tecnológicos de alto riesgo, incluyendo la vigilancia telefónica y el uso de grilletes electrónicos para geolocalizar a personas migrantes.

Para Petra Molnar, abogada y directora asociada del Laboratorio de Derecho de Refugiados de la Universidad de York, los campos de refugiados y los centros de detención sirven como laboratorios de experimentación para las nuevas tecnologías porque dentro de estos espacios la regulación y la supervisión son limitadas.

Su investigación se centra en el uso de tecnologías para el control de la inmigración y el uso de campos de refugiados como una especie de laboratorios para probar estas tecnologías. ¿Puede dar algunos ejemplos?

Lo que me ayuda a pensar en el uso de estas tecnologías es ver cómo una personas se ve afectada por ellas en su trayecto migratorio. Incluso antes de que alguien cruce una frontera puede verse afectado por tecnologías predictivas o la recopilación de datos biométricos.

En las fronteras hablamos del uso de drones, cañones de sonido e incluso proyectos más experimentales como la automatización de la toma de decisiones en campos de refugiados. También vemos ejemplos viscerales que han llamado la atención de los medios, como los perros-robot que el Departamento de Seguridad Nacional ha estado desplegando para, esencialmente, cazar a solicitantes de asilo que quieren cruzar a los EEUU.

En su investigación habla del giro al tecnosolucionismo. ¿Puede explicar a qué se refiere?

El tecnosolucionismo se refiere a la obsesión por utilizar soluciones tecnológicas para problemas sociales muy complejos. El sistema migratorio tiene que cambiar, es un sistema injusto y muy violento. Pero la respuesta no es poner una tirita sobre un sistema roto usando tecnologías que o no funcionan, o perpetúan el racismo y la discriminación.

La tecnología no es una herramienta neutra sino que amplifica las diferencias de poder en la sociedad. Tenemos que preguntarnos por qué estamos usando estas tecnologías en primer lugar. Y, en segundo lugar, ¿qué tipo de tecnologías estamos utilizando? Tenemos que preguntarnos por qué desarrollamos perros-robot o usamos detectores de mentiras con inteligencia artificial cuando podríamos utilizar la tecnología para estudiar y erradicar la la discriminación en las fronteras.

La tecnología no es una herramienta neutra, sino que amplifica las diferencias de poder en la sociedad

Nos estamos saltando conversaciones importantes y pasamos directamente a usar estas herramientas. Nunca nos preguntaron si estamos cómodos con el uso de perros-robots o de detectores de mentiras. Simplemente las aplicaron hasta que dijeron “ups, se enteró un periodista, supongo que vamos a parar ahora”. Es un proceso muy extraño.

Muchas de estas tecnologías de vigilancia se presentan como herramientas para salvar vidas pero las muertes en las fronteras siguen aumentando ¿Qué dice esto sobre las tecnologías que se están utilizando y la forma en que nuestros gobiernos las están implementando?

El desarrollo y despliegue de las tecnologías de la migración está motivado por una lógica racista de exclusión que subyace a la forma en que se gobiernan las fronteras en todo el mundo. América del Norte y Europa funcionan en un ecosistema en el que algunos viajeros son recibidos con los brazos abiertos, mientras que otros, procedentes en su mayoría del llamado Sur Global, son reprimidos de forma activa –incluso violenta–, aunque a menudo escapen de la violencia y la inestabilidad perpetuadas por Occidente.

Para facilitar esta exclusión se aumenta la red de vigilancia en las fronteras, que se presenta como una forma eficaz de impedir la llegada de personas y como elemento disuasorio. Pero las personas seguirán migrando y, a medida que aumenta la vigilancia, tomarán rutas cada vez más peligrosas para hacerlo; lo he visto de primera mano tanto en la frontera entre Estados Unidos y México como en el mar Mediterráneo.

Las operaciones ilegales de repatriación o expulsión forzosa de personas también han provocado un número cada vez mayor de muertes. Mientras que la vigilancia podría utilizarse para operaciones de búsqueda y rescate, se está utilizando para encontrar personas y empujarlas de vuelta a Turquía o Libia, en contra del derecho internacional.

La implantación de tecnologías fronterizas se realiza a menudo a través de asociaciones público-privadas. ¿Qué implicaciones tiene la privatización del control migratorio?

Jurídicamente hablando, una entidad pública tiene responsabilidades muy diferentes que las que tiene el sector privado. El sector público a menudo no tiene la experiencia para desarrollar el tipo de tecnologías que se están implementando y tienen que contratar a un socio del sector privado.

Lo que sucede entonces es que se pueden “blanquear las responsabilidades”. Si algo sale mal, el sector público puede decir que no es su problema porque ellos no desarrollaron la tecnología y el sector privado puede esconderse detrás de escudos corporativos como la propiedad intelectual. Entonces se crea este vacío de responsabilidad donde una persona puede caer entre las grietas.

El uso de las tecnologías en los procesos migratorios permite blanquear responsabilidades. Es difícil saber quién es realmente el responsable

Un ejemplo perfecto es el de los 7.000 estudiantes que fueron expulsados del Reino Unido porque un algoritmo les acusó falsamente de hacer trampas en un examen de idiomas. Estos pobres 7.000 estudiantes fueron expulsados del país. Digamos que eres uno de esos estudiantes y quieres desafiar esto. ¿Quién es realmente responsable? ¿El sector privado que desarrolló el algoritmo? ¿El funcionario de inmigración que utilizó el algoritmo? ¿Es el propio algoritmo? ¿Se puede demandar a un algoritmo? Estas preguntas suenan futuristas, pero son muy importantes.

Esta fiebre tecnológica es muy útil para los estados y el sector privado, precisamente porque enturbia la responsabilidad. La legislación que tenemos es muy poco sistemática y crea esta enorme falta de rendición de cuentas que es muy útil para experimentar.

Recientemente la Unión Europea empezó a debatir la Ley de Inteligencia Artificial (IA). ¿Cuáles serán las consecuencias de esta legislación para el control migratorio?

Un grupo participamos en una coalición para tratar que los responsables políticos piensen realmente en cómo se puede fortalecer la ley de IA en el control fronterizo. Para ser justos, es muy difícil gobernar algo tan amorfo como la inteligencia artificial, pero es una oportunidad importante porque sentará un precedente global.

Tuvimos éxito en algunas cosas pero no llegamos tan lejos como queríamos en términos de establecer líneas rojas estrictas. La migración a menudo se confunde con la seguridad y este nexo ofusca lo que está sucediendo, porque hay todo tipo de excepciones en la legislación para fines de seguridad nacional. A primera vista, parece que es un avance, pero en realidad no significa mucho en la práctica si todavía se les permite operar bajo este tipo de excepciones.

¿Cómo diría que afectan estas tecnologías a las personas migrantes?

Las repercusiones de las tecnologías fronterizas en la vida de las personas son de gran alcance. Desde los algoritmos discriminatorios que separan a las familias hasta la vigilancia omnipresente que empuja a las personas a terrenos cada vez más peligrosos, con la consiguiente pérdida de vidas y daños graves, estos proyectos deben considerarse de forma holística, desde una perspectiva que tenga en cuenta el trauma.

Las personas migrantes dicen sentirse deshumanizadas, reducidas a huellas dactilares y escáneres oculares

Las personas con las que trabajo y hablo describen sentirse deshumanizadas, reducidas a huellas dactilares y escáneres oculares, como si alguien estuviera siempre vigilando. Saber que la discriminación que pueden sufrir en la frontera puede verse exacerbada por una IA racista o por tecnologías opacas no hace sino añadir un nuevo nivel de violencia para las personas que buscan seguridad y ejercen su derecho legal, protegido internacionalmente, a solicitar asilo, un derecho que está disponible y debe protegerse para todos nosotros.

En su investigación estudia estas tecnologías enfocándose en el impacto que tienen sobre personas y comunidades, ¿por qué decidió este enfoque?

El impacto humano es lo más importante de todo esto y la investigación en sí misma puede ser deshumanizante y extractiva también. Hay mucha filosofía de sillón sobre estos temas y es difícil estar en espacios que son peligrosos. Pero creo que es importante porque te da una comprensión mucho más profunda y matizada del impacto, individual y comunitario, de estas tecnologías.

Pero para mí también es un compromiso más amplio. Creo que tenemos que ser muy conscientes de las dinámicas que perpetuamos como expertos, como personas que tienen mucho poder y capital social en la creación de conocimiento. Es importante estar en entornos más participativos y sembrar este tipo de espacios.

Tenemos que dar a las personas las herramientas para contar sus propias historias: ellas son las expertas

Eso es lo que estamos tratando de hacer con las becas del Migration Technology Monitor: dar a la gente las herramientas para contar sus propias historias. Creo que así es como empieza un cambio significativo. Las personas con experiencia vivida son las expertas. Tenemos que pensar cómo podemos diseñar proyectos que pongan a la gente en el asiento del conductor desde el principio, no como una ocurrencia tardía ni un tipo de participación simbólica, sino realmente desde el principio del diseño del conocimiento. 

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