La OTAN y el G7 blindan Ucrania como el escudo europeo ante Rusia
En su cumbre de Lituania, la OTAN y el G7 ofrecen a Ucrania garantías de seguridad y un puesto en la Alianza Atlántica en cuanto sea posible, a la vez que demonizan a Rusia como el enemigo número uno de Occidente.
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El compromiso occidental con Kiev apuesta por convertir a Ucrania en una experimentada potencia militar europea que podrá unirse a la OTAN cuando se den las condiciones oportunas y se beneficiará de acuerdos bilaterales con miembros de la Alianza y del G-7 que ayuden a garantizar la seguridad de este país y a convertirlo en una "fuerza defensiva" y disuasoria ante Moscú.
La cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania, ha terminado como se esperaba, con un cierre de filas ante el eje del mal encabezado por Rusia, seguida de cerca por China, Irán y Bielorrusia, y el reconocimiento de que en el frente ucraniano se está librando un duelo en las sombras vital para el destino de Occidente, representado por la OTAN y la Unión Europea, y respaldado por el G7.
En un encuentro del Grupo de los Siete –Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido- en el marco de la cumbre de Vilna, el presidente ucraniano, recibió la promesa de que los países más industrializados del planeta (seis de ellos de la OTAN) negociarán acuerdos sobre seguridad bilateral con Ucrania, que se añadirán a las garantías proporcionadas por la Alianza Atlántica hasta que Kiev se adhiera a la organización.
"Vamos a ayudar a Ucrania a construir una fuerte defensa por tierra, aire y mar", ha dicho en ese encuentro el presidente estadounidense, Joe Biden. La idea es que se convierta en "una fuerza de estabilidad en la región que pueda disuadir cualquier tipo de amenaza", ha indicado Biden.
Precisamente, en el comunicado final de la cumbre de la OTAN, Rusia aparece definida como "la amenaza más significativa y directa a la seguridad de los aliados, y a la paz y estabilidad del área Euro-Atlántica". En este documento consensuado por los 31 miembros de la OTAN, Rusia aparece empeñada en la "intimidación estratégica" de estos aliados, tras haber "violado las normas y los principios que contribuyeron a un orden de seguridad europeo estable y predecible".
"El futuro de Ucrania está en la OTAN". Pero aún no
Pero, aunque Ucrania ha recibido una invitación para incorporarse a la Alianza Atlántica, el presidente Zelenski vuelve a Kiev con un sabor amargo. La OTAN no está dispuesta a aceptar en sus filas a Ucrania hasta que no haya terminado la guerra y se den las condiciones favorables para esa adhesión.
Zelenski sabe perfectamente, y su enfado justo antes de comenzar la cumbre denotó este reconocimiento, que la posición de cautela de la OTAN implica de facto la prolongación de la guerra durante muchos meses o incluso años, y sabe que ese apoyo depende de la actuación en el frente.
También significa que Ucrania solo podrá unirse a la Alianza Atlántica si propina una derrota monumental a Rusia, algo improbable, o si consiente la escisión de todo o parte del territorio ocupado por los rusos desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022.
Ucrania, una potencia militar regional
Por eso, Occidente apuesta por convertir a Ucrania en una potencia militar regional, con gran experiencia bélica, venza o no en la guerra contra Rusia, a fin de ejercer una insoportable presión sobre el estratégico flanco sur de la Federación Rusia durante mucho tiempo.
Si Moscú está dispuesto a resistir una larga guerra, los aliados de Kiev parecen listos para que durante ese tiempo Rusia se desangre de forma que se vea amenazada incluso su propia integridad territorial y su estabilidad interior.
"Ucrania se ha vuelto cada vez más interoperable y políticamente integrada con la Alianza", explican los 31 en su declaración final. Por eso, en esta cumbre de Vilna, los aliados han decidido crear el Consejo Ucrania-OTAN que permita la adopción de medidas conjuntas entre Bruselas y Kiev de cara a esa futura adhesión.
Pero Zelenski sigue sin ver clara la cautela de la jugada de la OTAN. Sabe que su incorporación a la Alianza en estos momentos significaría firmar una declaración de guerra a Rusia por parte de Occidente, pero al menos habría querido una fecha simbólica con la que poder contender con los rusos en una hipotética apertura de una mesa de negociaciones.
Los F-16 cada día más cerca
El incremento de la ayuda armamentística parece asegurado tras esta cumbre y coincide con los planes a largo plazo de la OTAN para Ucrania. Zelenski no vuelve a casa con un calendario para la adhesión ucraniana a la OTAN, pero sí con el compromiso de que finalmente se formarán los pilotos que pilotarán los anhelados cazas F-16 occidentales, fundamentales para sacar adelante una ofensiva terrestre.
Incluso se ha deslizado estos días la posibilidad, comunicada por el Gobierno rumano, de que se creará un centro regional que preparará a los pilotos ucranianos y que pueda entrenar a la vez pilotos occidentales en el manejo de los F-16. El riesgo de una participación directa de fuerzas de la OTAN en la guerra de Ucrania crece día a día, como ya denunciaron los papeles filtrados del Pentágono que está sucediendo.
Ucrania, escudo de la OTAN en el este de Europa
Aunque Ucrania de momento no entra en la OTAN, es ya uno de los pivotes básicos de la estrategia de la Alianza en Europa y eso también ha quedado claro en esta cumbre de Vilna. Incluso sin ese casi 18% de territorio ocupado por Rusia en esta guerra injusta que ha evidenciado todos los errores cometidos en la Guerra Fría y las décadas que siguieron a la caída de la URSS, Ucrania es una plataforma fundamental para la estrategia de la OTAN ante una Rusia díscola a los planteamientos de seguridad europeos.
Con las armas occidentales, que pronto incluirán nuevos misiles de largo alcance franceses, más tanques alemanes, sistemas antiaéreos y bombas de racimo estadounidenses y, sobre todo, los aviones F-16, de los que es solo ya cuestión de tiempo su traspaso al Ejército de Kiev, Ucrania dispone ya de unas fuerzas armadas superiores a las de la mayor parte de los miembros europeos de la OTAN.
Un Ejército así tiene capacidad para, en un futuro, garantizar en buena parte la seguridad marcada por la OTAN en el Báltico, el Mar Negro y los Balcanes. Y también ante otro de los miembros del nuevo eje del mal definido por la OTAN, la hasta hace muy poco tranquila y poco molesta Bielorrusia.
Bielorrusia, el factor sorpresa
Liderada por el dictador Alexander Lukashenko, en el poder casi treinta años, Bielorrusia se ha convertido en un aliado clave de Moscú ante Polonia, los países Bálticos y la propia Ucrania. En estos días de julio se está completando el despliegue por parte de Rusia de decenas de bombas nucleares tácticas en territorio bielorruso. Armas atómicas que solo podrán ser utilizadas por Moscú, pero que convierten a Bielorrusia en un factor sorpresa localizado entre algunos de los países más vulnerables de la OTAN, como los Bálticos y Polonia.
El anuncio hace unos días del estacionamiento de parte del batallón de mercenarios Wagner en Bielorrusia, después del intento de motín por parte de su dueño, el magnate Yevgueni Prigozhin, ha puesto muy nerviosos a los servicios de inteligencia occidentales, que ven en este movimiento algo más que un castigo a los paramilitares.
El propio Lukashenko ha reconocido que los Wagner "formarán" a unidades de su Ejército y no es descartable que militares bielorrusos acaben integrando las compañías de ese Ejército de contratistas con una preparación superior a los efectivos regulares rusos.
"La profundización de la integración militar de Rusia con Bielorrusia, incluido el despliegue de avanzadas capacidades militares rusas y de personal militar en Bielorrusia, tiene implicaciones para la estabilidad regional y la defensa de la Alianza", explica la declaración final de la cumbre de Vilna que, además, promete seguir con atención los movimientos de esas compañías militares privadas que ya operan en Bielorrusia, así como el despliegue de bombas nucleares en silos bielorrusos.
China, actor malicioso y coercitivo
El nuevo error de la OTAN en Lituania ha sido repetir las amenazas vertidas en junio de 2022 en Madrid contra China. Pekín no es Minsk y el apoyo que podría dar a Moscú es inmenso, desde el punto de vista económico, militar e incluso propagandístico ante los países del llamado "Sur".
En su declaración final, la OTAN denuncia "las políticas coercitivas" de la República Popular China que desafían "los intereses, seguridad y valores" de la Alianza, a la vez que "se mantiene opaca sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar". Con "operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas", China marca como su objetivo a los miembros de la OTAN y daña la seguridad de la Alianza.
El interés de Pekín, según el documento, es "controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructura crítica y materiales estratégicos y cadenas de suministro", a la vez que usa su influencia económica "para crear dependencias estratégicas".
La misma dureza que se empleó hace un año en Madrid y que causó tantos problemas diplomáticos. El problema para la OTAN es que China está mucho más cerca de los aliados que Rusia, de mano de esas "dependencias estratégicas" y comerciales. Quizá demasiado cerca y con pocas ganas de pagar los platos rotos por Moscú.
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