Este artículo se publicó hace 3 años.
La ofensiva talibán anuncia la inevitable transformación de Afganistán
Los talibanes continúan con una ofensiva en la que están recuperando grandes extensiones de territorio al tiempo que se apostan alrededor de las principales ciudades. La ofensiva coincide con la retirada de las tropas americanas, que ya se ha completado e
Eugenio García Gascón
Segovia-
La última ofensiva talibán se concretó el miércoles cuando sus milicias entraron en la capital de una provincia del noroeste de Afganistán, liberaron a prisioneros y abandonaron poco después la localidad ante una contraofensiva de la aviación de Kabul, que mostró por una vez que todavía posee cierta capacidad de reacción.
Sin embargo, esa significativa operación de los talibanes anuncia lo que muchos temen, el restablecimiento no lejano de un régimen religionista extremo en el país semejante al que hubo hasta la intervención militar americana tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y que en realidad nunca ha desaparecido de amplias zonas del país.
Tal como están las cosas, el devenir de Afganistán es oscuro e incierto. Por un lado, el implacable empuje de los talibanes será imparable en un futuro próximo, mientras que por otro lado se constata que el ascendiente occidental está en regresión y enseguida será reminiscencia del pasado, máxime si se considera que ya ha abandonado el país el 90% de las tropas americanas, según un portavoz del Pentágono.
En un contexto que no puede ser más adverso, la única y frágil esperanza es un entendimiento básico entre los talibanes y Estados Unidos, que parece complicado de alcanzar. Las intermitentes negociaciones que las dos partes han mantenido en Qatar en los últimos meses deberían ser el marco adecuado para ese entendimiento, pero no está claro que se pueda establecer un paradigma de prioridades que defienda los mínimos intereses de Occidente.
Sobre el terreno, la ciudad de Qala-e-Naw, con unos 50.000 habitantes y capital de la provincia de Badghis, donde hasta hace poco estuvieron desplegadas tropas españolas, vio la entrada de las milicias y en las horas siguientes se instaló una gran confusión.
Algunos videos colgados en las redes sociales mostraban a la población local saludando con satisfacción la llegada de los combatientes talibanes, y se anunció que las milicias controlaban toda la ciudad, algo que no pudo verificarse por fuentes independientes. Ante esta situación, el mismo miércoles por la tarde el ejército afgano lanzó una contraofensiva aérea que, según Kabul, desalojó a los talibanes.
La situación, no obstante, no es clara puesto que el mismo miércoles un comunicado del ministerio de Defensa dijo que los talibanes estaban huyendo y pronosticó que "en las próximas horas, todas las partes de la ciudad estarían limpias".
El ataque contra Qala-e-Naw es la última fase de numerosas ofensivas que los talibanes han puesto en marcha desde que en mayo, siguiendo instrucciones del presidente Joe Biden, las tropas americanas iniciaron el proceso de retirada del país que se completará el 31 de agosto, aunque podría finalizarse antes, después de casi 20 años de guerra, la más larga en la historia de EEUU.
En poco más de dos meses los talibanes han tomado por lo menos 150 de los 400 distritos de Afganistán y controlan más de la mitad del país. Un representante talibán en Moscú manifestó el viernes que los insurgentes controlan ya el 85% del territorio afgano, incluidos pasos fronterizos con otros países.
Un acuerdo alcanzado en Qatar el año pasado establece que los talibanes no atacarán capitales de provincia durante el proceso de evacuación de las tropas americanas. Este apartado se ha respetado ampliamente desde entonces, a excepción de lo ocurrido el miércoles en Qala-e-Naw.
El martes, el día anterior a la irrupción de los talibanes en Qala-e-Naw, las milicias atacaron un convoy del ejército muy cerca de la ciudad causando un número de muertes no determinado pero superior a 60, así como capturando a numerosos soldados.
Muchas ciudades del norte, algunas de gran importancia tanto por su número de habitantes como por su emplazamiento estratégico, están asediadas por los talibanes y todo indica que pueden caer en sus manos en poco tiempo si reciben una orden en ese sentido, especialmente si se tiene en cuenta que en las zonas rurales de su alrededor el dominio talibán es incontestable.
Para complicar las cosas, en las últimas semanas un creciente número de soldados afganos se han rendido a los talibanes, y con ellos se han perdido arsenales de armas que ahora están en poder de las milicias y que sin duda facilitarán su progreso en distintos frentes.
La rendición o huida de los soldados contribuye a la desmoralización de las tropas de Kabul y del conjunto de la población contraria a los talibanes. La semana pasada más de un millar de soldados fueron incapaces de hacer frente a los talibanes y huyeron con lo puesto a la vecina Tayikistán, abandonando armas y equipamiento.
Algunos analistas creen que llegará un momento en que las tropas de Kabul se colapsarán y los talibanes no tardarán en hacerse con el control de todo Afganistán, o de la mayor parte del país, lo que devolverá el presente a la situación que existió antes de la invasión americana.
Por ahora, la estrategia del gobierno consiste en blindar las grandes ciudades y dejar que los talibanes ocupen las regiones rurales, pero una vez se complete la retirada de los americanos las tropas gubernamentales dependerán únicamente de sus propias fuerzas y el desánimo puede darles la puntilla definitiva.
Kabul insiste en que las recientes pérdidas de territorio rural no cambian sus planes y lo justifica afirmando que pronto retomará esas zonas y que ha sido necesario reubicar algunas posiciones del ejército para que estén en áreas más seguras, argumentos que sin duda no tranquilizan a muchos afganos.
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