Netanyahu termina su visita a EEUU seguro de que Washington no frenará su masacre en Gaza
Gane quien gane, Trump o Harris, en los comicios de noviembre, Netanyahu llevará la masacre de Gaza hasta sus últimas consecuencias y lo hará con armas de EEUU.
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, termina su larga visita a Estados Unidos consciente de que Washington estará siempre al lado de Israel, haga lo que haga y gane quien gane en las elecciones presidenciales de noviembre, la actual vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, o el exmandatario republicano Donald Trump.
Netanyahu ha recibido muchas críticas en esta semana de visita oficial a EEUU por su tono desafiante a la hora de justificar la masacre de Gaza. Sin embargo, los reproches e incluso demandas de algunos miembros de la Casa Blanca, como la vicepresidenta Harris, para que Israel acepte un alto el fuego en su guerra de aniquilación en Gaza, han servido de poco.
El ejército israelí no solo no ha parado su marcha de destrucción, sino que está volviendo a atacar lugares ya bombardeados y arremetiendo contra los centenares de miles de refugiados que habían retornado.
En Gaza la matanza se intensifica
En los últimos días la nueva ofensiva israelí en la ciudad ya en ruinas de Jan Yunis ha provocado más de 150.000 desplazados y la mayor parte no pueden ser atendidos por las ONGs. El Consejo Noruego de Refugiados ha denunciado la "obstrucción sistemática" de Israel a la asistencia humanitaria y los ataques sistemáticos nocturnos a zonas repletas de refugiados a pesar de que fueron los propios militares quienes las designaron como áreas seguras.
La cifra de muertos palestinos por la invasión israelí de Gaza se acerca a las 40.000 personas y los heridos son ya más de 90.000. Esas son las cifras "oficiales", pues entre los escombros de las ciudades bombardeadas hay miles de cuerpos sepultados.
Tras el inocuo encuentro de Netanyahu con un Biden ya en retirada y después del desafío chulesco del líder israelí ante el Congreso estadounidense, fue Kamala Harris la única que puso algunos reparos en la visita, aunque sin incomodar mucho al invitado.
"Acabo de decirle al primer ministro Netanyahu que es hora de que se cierre el acuerdo (de una tregua con la organización palestina Hamás). Así que a todos los que han estado pidiendo un alto el fuego y anhelan la paz, los veo y los escucho. Hagamos el acuerdo para conseguir un alto el fuego y poner fin a la guerra", dijo Harris este jueves tras la reunión con el líder israelí.
Al tiempo, la vicepresidenta pidió que se trate de "entender la complejidad y los matices de la historia de la región", e instó a "condenar el antisemitismo, la islamofobia y todo tipo de crimen de odio".
En clara alusión electoralista, Harris pedía así comprensión al sector del electorado estadounidense, en su mayor parte demócrata, que lleva meses condenando la actuación de Israel en Gaza y la cautela estadounidense ante la matanza.
Harris pide el fin de la guerra, pero no de la entrega de armas
"Es hora de que termine esta guerra", afirmó Harris al terminar las conversaciones con Netanyahu, la misma consideración que hizo Trump el mismo jueves, aunque en este caso para subrayar que el conflicto estaba dañando la imagen internacional de Israel.
A nadie se le escapa que esta guerra terminará cuando lo decidan el Gabinete ultraderechista y extremista que gobierna Israel, y los lobbies judíos que en Estados Unidos garantizan el suministro al ejército israelí de las bombas de altísimo poder destructivo y de los aviones de combate con que los invasores están arrasando la Franja de Gaza.
La propia posición de Harris queda comprometida por su propia situación personal. Su esposo, Doug Emhoff, un prestigioso abogado, es también una figura preeminente en la comunidad judía estadounidense, con un declarado compromiso antisionista.
La conexión judía de Harris
Este miércoles, Emhoff lo dejó todo muy claro en una declaración por Zoom al Consejo Democrático Judío de Estados Unidos y de Mujeres Judías por Kamala. "La vicepresidenta ha sido y será una ferviente defensora de Israel como Estado judío democrático y siempre se asegurará de que Israel pueda defenderse. Punto. Esa es Kamala Harris", aseveró.
La propia vicepresidenta ha dejado claras sus "antipatías" ante las protestas que estos días se han sucedido en Washington contra la visita de Netanyahu. Las calificó como "despreciables y antipatrióticos actos de protesta".
Aunque Harris ha criticado de forma abierta la estrategia de destrucción de Israel en Gaza, los ataques a la población e incluso fue la primera en la Casa Blanca que pidió un alto el fuego, sabe que en última instancia Israel representa los intereses de EEUU en Oriente Medio.
Por eso, nunca ha pedido sanciones contra Tel Aviv, no se ha sumado a las condenas internacionales contra Netanyahu y tampoco ha pedido el fin de la venta de armas al ejército israelí.
Sin estas armas estadounidenses, Israel perdería su poder señero en Oriente Medio y EEUU no dispondría de su cabeza de puente más importante en la región.
El mayor desafío exterior de Harris
El conflicto Israel-Palestina es el asunto internacional más espinoso al que se enfrenta Kamala Harris y marcará su campaña electoral, así como su presidencia, en caso de ganar los comicios. Harris afirma que no callará ante el sufrimiento de los civiles palestinos, pero a la vez subraya el derecho de Israel a defenderse, es decir, a atacar Gaza con esas armas estadounidenses.
Un juego a dos bandas que, como se ha visto estos días en las calles de Washington, ya es rechazado por parte de la opinión pública estadounidense. Harris, quien tiene por delante una contienda muy dura con el expresidente Trump para ganar la Casa Blanca el 5 de noviembre, es consciente de que la actitud condescendiente de Biden con Netanyahu solo le ha quitado votantes al Partido Demócrata.
Pero ni siquiera este riesgo impedirá que Washington recorte su estrategia de pleno apoyo a Israel. Y así se lo han dejado claro la mayor parte de los políticos con los que se ha reunido Netanyahu en su viaje, Harris incluida.
La aspirante a dirigir la Casa Blanca ha apoyado siempre el "derecho a la defensa" de Israel y el envío de armas. Lo mismo que defiende la mayor parte de los congresistas de ese país, tanto demócratas como republicanos.
Si en el Congreso, el miércoles, se advertían muchos asientos vacíos de los legisladores que repudian las acciones israelíes en Gaza, eran muchos más los congresistas que ovacionaban las palabras de Netanyahu de continuar la guerra "hasta la victoria total" y sus requerimientos de más armas para "terminar el trabajo" en Gaza, punto que, por ejemplo, apoyó Trump para acabar cuanto antes la invasión.
De la tregua propuesta por Biden, de momento nada
El grito de guerra de Netanyahu en el Congreso dejó sin sentido la apuesta de la Casa Blanca para remachar en esta visita una tregua en Gaza. Biden quiere que se ponga en marcha el alto el fuego propuesto por Washington: una tregua de seis semanas, que implica la liberación de los rehenes que Hamás aún tiene en su poder y la retirada de las tropas israelíes de Gaza.
Y es en este último punto en el que fallan los cálculos de Biden y de Harris. Israel ya ha indicado que no piensa retirarse de Gaza hasta la aniquilación total de Hamás y la imposición de un sistema de control que impida la llegada al poder en la Franja de cualquier grupo que apueste por la creación de un estado palestino. Un paso que Israel considera una amenaza directa a su supervivencia.
Este viaje de Netanyahu, quien llegó a Washington invitado por el Congreso y no por la Casa Blanca, fue vendido por la Administración Biden como una oportunidad para sacar adelante esa tregua que lleva meses negociándose y que se ha ido posponiendo, la mayor parte de las veces dinamitada por el propio líder israelí.
La propuesta se hizo a principios de junio y Hamás pronto aceptó la liberación en esas seis semanas de los sesenta o setenta rehenes que podrían quedar con vida de los 251 que secuestró el 7 de octubre, en la matanza de 1.200 israelíes y ciudadanos de otras nacionalidades que detonó esta guerra. A cambio los militantes palestinos reclamaron la puesta en libertad de prisioneros encarcelados en Israel y, sobre todo, un alto el fuego que debía convertirse en permanente.
Los esfuerzos de mediación internacional de Catar, Egipto y Estados Unidos se fueron estancando. Tampoco sirvió el respaldo de EEUU a una reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exigía un alto el fuego inmediato. Israel ha ido cambiando los términos del posible acuerdo y a la vez saboteándolo.
En cuanto a la posición de Harris respecto a la tregua, tiene trampa. Según ha señalado ella misma, la apoya durante las seis semanas que debe durar inicialmente. Sobre qué ocurrirá después, la candidata presidencial prefiere callar.
Sin pretenderlo, da un espaldarazo a la postura de Netanyahu. Éste admite que podría respetar la tregua de seis semanas, pero después ha dejado claro que continuará la destrucción de Gaza a sangre y fuego.
Ni las presiones de EEUU ni las de la sociedad internacional han servido para cambiar la intención de Netanyahu de reducir Gaza a un montón de ruinas que después puedan ser ocupadas por colonos judíos. No ha servido de nada que la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) reclame a Netanyahu por crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Además, Israel está acusado de genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Ésta es una realidad, aunque la obvie una y otra vez la Casa Blanca, que, como ha hecho esta semana, se ha alineado junto a un Estado acusado de masacrar a decenas de miles de civiles y ha aplaudido y justificado a un líder aliado manchado con esas acusaciones de crímenes de guerra.
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