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Netanyahu se blinda con los extremistas judíos y se reafirma en la guerra y el exterminio palestino

Tras la renuncia del moderado ministro Gantz, Netanyahu elude la tregua y apuesta por el exterminio palestino en la guerra como única opción para acabar con Hamás.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante una comparecencia en Ramat Gan (Israel).
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante una comparecencia en Ramat Gan (Israel). Jack Guez / AFP pool / dpa / Europa Press

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha demostrado de nuevo lo poco que le importa la población civil palestina. Más de 270 muertos este fin de semana pasado en un campo de refugiados de Gaza para liberar a cuatro cautivos israelíes que permanecían en manos de las milicias de Hamás es la sangrienta constatación de esa falta de empatía hacia los palestinos.

Ahora, con la renuncia del único ministro moderado en su Gabinete, el exgeneral Benny Gantz, Netanyahu se enroca con los extremistas y ultranacionalistas en su Gobierno, que le presionan para que persista en ese camino del genocidio en Gaza si no quiere perder todo su poder.

Al blindarse con los radicales, Netanyahu, sin embargo, se ha puesto entre la espada y la pared. No porque no comparta las ideas y métodos de los sionistas que le presionan para que no acepte la tregua propuesta por Estados Unidos y así parar durante unas semanas la guerra e intercambiar esos prisioneros israelíes por palestinos encarcelados en Israel. No, Netanyahu también apuesta por la guerra, pero la insistencia en la solución violenta de la crisis de Gaza de sus aliados de Gobierno está tensando al máximo las relaciones con EEUU, único aliado de Israel en Oriente Medio.

Sin el escudo estadounidense y con un enfrentamiento armado en ciernes con las milicias proiraníes de Hizbulá, en el sur del Líbano, y la amenaza que no cesa de Irán, Israel podría tener muchos problemas en la región y verse acorralado en una guerra de múltiples frentes, justo cuando su población reclama el fin del conflicto y, ante todo, la vuelta de los cautivos, un centenar aún vivos y secuestrados por Hamás en Gaza.

Blinken defiende la tregua de Biden para cortar la sangría palestina

Lo repitió este lunes en El Cairo el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken: la tregua en tres fases propuesta por el presidente Joe Biden es "la única forma" para que no haya muertos civiles en la guerra desatada por Israel sobre Gaza tras la incursión terrorista de Hamás en territorio israelí el pasado 7 de octubre, que dejó en esa jornada 1.200 muertos y 240 secuestrados.

La liberación de éstos es reclamada en el Parlamento israelí y en las calles de las grandes ciudades cada día que pasa con más fuerza, pero el Gobierno de Netanyahu considera que solo con la presión militar se puede conseguir ese rescate.

La propuesta de tregua presentada el 31 de mayo por Biden contempla el alto el fuego, el intercambio de cautivos israelíes por prisioneros palestinos en las cárceles judías, una retirada gradual del ejército de Israel de Gaza y la puesta en marcha de un plan de reconstrucción de la Franja.

La matanza de Nuseirat complica el plan de tregua

Este sábado fueron liberados cuatro de esos cautivos en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, pero a un coste terrible. Al menos 274 palestinos murieron en la operación lanzada por las fuerzas israelíes y unos 700 resultaron heridos. Casi 70 niños figuran entre las víctimas mortales. También murieron en la operación de rescate otros tres prisioneros israelíes que estaban en manos de Hamás.

Desde el comienzo de las operaciones y bombardeos israelíes sobre Gaza el 7 de octubre, han muerto más de 37.000 palestinos, la mayor parte mujeres y niños, y han resultado heridos casi 85.000.

La liberación de esos cuatro rehenes israelíes ha fortalecido la posición de los ultraderechistas del Gobierno de Netanyahu, que reclaman la acción militar como único camino para rescatar al centenar de cautivos aún retenidos por Hamás. Sin embargo, esta última operación y la matanza desencadenada, una de las más sangrientas de la guerra, han alejado si cabe más la posibilidad de la tregua.

Los propios estadounidenses, como hizo este lunes Blinken, tratan de desviar la atención y acusan a Hamás de no aceptar el acuerdo, cuando en realidad tras el fracaso a la hora de alcanzar un alto el fuego está la pugna en el seno del Gobierno israelí entre los más moderados y los halcones sionistas.

La dimisión de Gantz refuerza a los halcones de Netanyahu

Esta trifulca interna llevó a que este domingo anunciara su dimisión el ministro del Gabinete de Guerra Benny Gantz, un exparacaidista moderado y muy crítico con los métodos expeditivos de Netanyahu, quien, según el exgeneral israelí, está obstaculizando el logro de una "verdadera victoria" ante Hamás.

Aunque la salida de Gantz del ejecutivo no pone en riesgo a la coalición que lidera Netanyahu, con una mayoría de 64 escaños de los 120 de la Knéset (el Parlamento israelí), el prestigio del exmilitar es muy grande en Israel y el paso que ha dado, acorralado por su propia ética y su promesa de dejar el gobierno si no eran atendidas sus razones, refuerza sus opciones en unos eventuales comicios, que la oposición reclama junto con la dimisión del actual primer ministro.

Gantz, hijo de un superviviente del Holocausto, era muy respetado desde sus tiempos como ministro de Defensa por Estados Unidos, que pierde así un aliado clave en el avispero en que se ha convertido el Gobierno de Netanyahu. Al igual que Washington, Gantz es favorable a la convivencia de dos estados, el israelí y el palestino.

Además de Gantz, que reclamaba un plan coherente para liberar a los cautivos, así como una salida ordenada a la guerra que incluyera un programa de gobierno de Gaza al terminar la invasión, también dimitieron Gadi Eisenkot, ministro sin cartera y miembro observador del Gabinete de Guerra, y Chili Tropper, igualmente del partido Unidad Nacional.

Netanyahu pidió entonces el apoyo de todas las fuerzas sionistas a su Gobierno y obtuvo la respuesta del actual ministro de Seguridad Nacional, el ultra radical Ben Gvir, que reclamó un puesto en el llamado Gabinete de Guerra, un miniejecutivo de emergencia encabezado hasta ahora por Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y Gantz, los tres con derecho a voto.

La extorsión de la ultraderecha israelí

Gvir, un colono israelí partidario de los métodos más brutales en la toma de tierras a los palestinos en Cisjordania, reclama, como otros miembros extremistas del Gobierno de Netanyahu, la anexión de Gaza por Israel y la invasión del Líbano para combatir allí a Hizbulá.

Otro de los ministros del ala más dura del Gobierno israelí, el ultraconservador Bezalel Smotrich, titular de Finanzas, amenazó con desmantelar el ejecutivo, provocar su caída y abrir las puertas a elecciones si aceptaba la tregua propuesta por Estados Unidos, que "no garantiza la destrucción de Hamás".

Smotrich acusó a Gantz de connivencia con los líderes de Hamás y Hizbulá, y se mostró contrario a cualquier acuerdo con Hamás, pues, según este líder supremacista judío, ello supondría un "suicidio colectivo" para Israel. Así lo dijo este lunes en un encuentro con familiares de los secuestrados, a quienes manifestó su rechazo a un canje de rehenes israelíes por palestinos.

Según Smotrich, solo la aniquilación de Hamás, a cualquier coste, impedirá nuevas acciones de esta guerrilla islamista.

La salida de Gantz del Gobierno es una mala noticia para los más moderados que no están de acuerdo con la política de crímenes de guerra propugnada por el primer ministro israelí y sus acólitos supremacistas y extremistas. No sólo no ha llevado a la caída de Netanyahu, sino que ahora los más radicales, ultraortodoxos y ultraderechistas tienen todas las cartas en el ejecutivo sin una mano apaciguadora que los contenga.

El doble rasero de Estados Unidos

En una entrevista con el canal de televisión Al Jazeera, Ismail Haniyeh, jefe de la Oficina Política de Hamás y uno de sus líderes principales, aseguró este lunes que el ataque contra Nuseirat la semana pasada en varias oleadas, la última el sábado, pretendía bloquear cualquier posibilidad de acordar un alto el fuego.

Haniyeh incluso acusó a Estados Unidos de tomar parte en el ataque y le reprochó por responsabilizar a Hamás de la falta de acuerdo para alcanzar la tregua. En realidad, según el líder palestino, ni Washington ni Tel Aviv buscan ese alto el fuego.

En su estancia en El Cairo, Blinken pidió a los gobiernos de la región que presionaran a Hamás. "Si queréis aliviar el terrible sufrimiento de los palestinos en Gaza, presionad a Hamás para que diga sí", aseveró Blinken, en el curso de esta nueva gira en Oriente Medio que también le llevará a Israel.

A pesar de todas las evidencias que resaltan el rechazo por el Gabinete de Netanyahu de la propuesta de tregua de Biden, Blinken insistió en que "la postura oficial israelí" es la aceptación de este alto el fuego. Y advirtió a Hamás de que podría estar en juego la llegada de los ya exiguos suministros de ayuda humanitaria que están entrando en la Franja de Gaza.

Blinken no dijo nada en cambio sobre los miles de millones de dólares en armamento, especialmente munición de artillería y aviones, que EEUU está entregando al ejército israelí para su ofensiva en Gaza y que son utilizados en la estrategia de tierra quemada desatada por Israel para desarraigar a la población palestina.

Conferencia en Jordania sobre Gaza

Blinken participa este martes en Jordania en una conferencia internacional organizada por el reino hachemita, la ONU y Egipto con el objetivo de exigir el alto el fuego y formular un plan de asistencia humanitaria.

A la reunión, impulsada por el rey Abdalá II de Jordania, el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, y el secretario general de la ONU, António Guterres, asistirán mandatarios y enviados de 75 países y organizaciones internacionales.

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha confirmado su participación. El Ejecutivo español aprobó el 28 de mayo el reconocimiento de Palestina como Estado y la semana pasada decidió sumarse al procedimiento de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) iniciado por Sudáfrica contra Israel por genocidio en Gaza.

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