Este artículo se publicó hace 5 años.
Vertido en BrasilEl misterioso vertido de fuel en Brasil se convierte en una catástrofe fuera de control
Ya son más de 300 playas contaminadas y 110 municipios afectados en el noreste brasileña. La falta de respuesta gubernamental acapara todas las críticas.
Víctor David López
Río De Janeiro-
Los restos de fuel que comenzaron a aparecer en la costa noreste brasileña a finales de agosto, aún de origen desconocido, se han convertido ya en una calamidad medioambiental inconmensurable en Brasil. Una catástrofe fuera de control, sin recursos y sin respuesta gubernamental.
Más de 4.000 toneladas de fuel recogidas hasta el momento, 2.500 kilómetros de litoral alcanzados, 110 municipios afectados y más de 300 playas contaminadas. No se está implementando todavía ningún sistema de gestión para estos residuos, ni mucho menos utilizando equipos de protección individual para ejecutar la limpieza sobre el terreno. Durante las operaciones, la población se ha expuesto a la contaminación sin intermediarios. Hasta los propios miembros de la Marina han retirado crudo en pantalón corto.
Es la Marina, precisamente, sobre la que el presidente Bolsonaro ha delegado casi todo el peso de la diligencia de esta crisis, incluida la investigación de la procedencia del vertido. Las últimas informaciones oficiales relatan que, tras un intenso mapeado, de los 30 navíos sospechosos, se llegó hasta “un barco tanque de bandera griega que se encontraba navegando en el área de surgimiento de la mancha, en la fecha considerada, transportando crudo procedente de la terminal petrolera de carga José, en Venezuela, con destino a Suráfrica. Las imágenes satelitales apuntan a este barco como principal sospechoso”.
El navío en cuestión es el Bouboulina, de la naviera griega Delta Tankers, que ha negado cualquier implicación en los hechos. Navegaron por la costa brasileña en las fechas señaladas y tras la carga de fuel, sí, pero dicha carga, según la compañía, llegó a su destino (Malasia) sin ningún contratiempo. Ninguna autoridad brasileña, alegan, se ha puesto en contacto con ellos a este respecto.
El Plan de Contingencia (2013) diseñado para estos casos tan solo fue accionado por el Ejecutivo de Jair Bolsonaro cuarenta días después de la aparición de las primeras manchas. Semejante falta de atención ha llevado la tragedia a cotas insospechadas. Para el que fuera candidato presidencial del Partido Democrático Trabalhista (PDT), Ciro Gomes, esta demora solo responde a que “Bolsonaro es vengativo”, en referencia a las polémicas que siempre ha tenido el presidente con el noreste y con los gobernadores de los nueve estados que lo componen. “No nos perdona a los nordestinos”, ha comentado Gomes en Rádio Jornal Caruaru, “porque en esta región perdió [en el recuento de votos de las elecciones presidenciales de 2018]. Solo así se puede explicar esta canallada. Bolsonaro es una tragedia para Brasil”. El presidente, a día de hoy, no se ha prestado a sobrevolar ninguna de las zonas de la catástrofe.
Otro de los peores parados, políticamente hablando, de este episodio está siendo el ministro de medio ambiente, Ricardo Salles, que no pertenece al partido de Bolsonaro (Partido Social Liberal, PSL), sino al Partido Novo. La Comisión Nacional de Ética Partidaria de su organización le ha suspendido de militancia temporalmente acusado de “riesgo de daño grave y difícil reparación a la imagen y reputación” de la agrupación. Salles, superado por la dimensión que ha ido tomando el desastre ecológico, ha llegado a insinuar incluso a un barco de Greenpeace fuera el causante del vertido.
Los gobiernos estatales intentan reaccionar
Las manchas de fuel se van propagando de playa en playa, arrasando corales y envenenando a la fauna marina. Nadie sabe a ciencia cierta si se podrá evitar que alcancen las costa de Espírito Santo, Río de Janeiro y São Paulo. Las Administraciones estatales, mientras tanto, hacen lo que pueden, dentro de su escasez de herramientas. En Bahía, el gobierno orienta a los ciudadanos a notificar al Cuerpo de Bomberos, a la Policía Ambiental o al Instituto de Medio Ambiente y Recursos Hídricos (Inema) si encuentran nuevos restos de crudo. También alertan de la importancia de evitar las áreas contaminadas y no tocar o remover los residuos.
En Pernambuco, el gobierno estatal y el Comité Gestor de Pesca están elaborando una base de datos de pescadores perjudicados por el vertido, para que puedan acceder a futuras ayudas de reparación. El gobierno de Ceará informó que se han construido “barreras de contención para la protección de las desembocaduras de los ríos Jaguaribe y Curu, puesto que el monitoramiento indica que son las áreas más sensibles bajo riesgo actualmente por la acción del viento y las corrientes marinas”.
Despierta gran preocupación también con lo que puede llegar a suceder también con el cauce del río San Francisco –conocido popularmente como “Velho Chico”, el Viejo Chico–, una de las corrientes fluviales más importantes de todo Brasil, y primordial en la estructura de la región noreste.
En Sergipe se dieron cuenta de que necesitaban acciones de urgencia cuando se acumularon las cancelaciones de reservas turísticas, y cuando vieron la situación en la que se quedaba la población que vive de la pesca y el marisco. “Limpias por la mañana y por la tarde viene el fuel de nuevo”, ha declarado ante los medios locales el gobernador de Sergipe, Belivaldo Chagas. “Si no hacemos ese trabajo cuando sube la marea, la marea lo devuelve”.
Esas corrientes marinas son las mismas que han salvado milagrosamente, por ahora, al estado de Paraíba. Es el único del noreste –su litoral es menor– sin ninguna playa damnificada.
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