Milei despide al ministro de Infraestructura por filtrar sus amenazas: "Los voy a fundir a todos"
El presidente de Argentina, furioso ante la imposibilidad de aprobar todos los artículos de su ley ómnibus, amenazó a los gobernadores de provincias con dos frases que Guillermo Ferraro hizo públicas.
Raúl Kollmann (Página 12)
Buenos Aires-Actualizado a
Varias decisiones internas en el Gobierno del ultraderechista Javier Milei derivaron este jueves en el despido del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro. El cargo es de gran importancia, ya que abarca transporte, obras públicas, vivienda, telecomunicaciones, energía y minería.
Todo indica que el motivo de la decisión es que Ferraro filtró dos frases que Milei dijo contra los gobernadores que se oponen a partes de la ley ómnibus: "Los voy a dejar sin un peso" y "los voy a fundir a todos". Si se tratara de una historia falsa, al presidente le hubiera bastado con desmentir las frases.
El episodio, un mes y medio después de la asunción de Milei, evidencia la situación caótica del Gobierno: disputas internas y hasta especulaciones sobre quién lo reemplazará cuando la situación ya no dé para más. Puede ser que, además, el mandatario continúe viviendo momentos de nerviosismo tras la contundencia de la protesta de este miércoles contra él.
Falta de sustituto
Ferraro provenía del Grupo América, una empresa de Eduardo Eurnekian. El exministro trabajó en uno de los proyectos de mayor envergadura del grupo, el túnel trasandino central. Como es sabido, también Milei proviene del grupo de Eurnekian y lo mismo ocurre con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Según fuentes de la Casa Rosada, cuando se determinó el despido de Ferraro, no se había dado a conocer su sustituto, aunque algunas versiones indican que el ministerio podría desaparecer y que quedarían seis secretarías, todas dependientes del ministro de Economía, Luis Toto Caputo.
Amenaza feroz
En la tarde de este jueves, se difundió la versión de que en la reunión de gabinete del viernes, Milei, enfadado porque no consigue que el Congreso le apruebe todos los artículos de la ley ómnibus, arremetió contra los gobernadores: "Los voy a dejar sin un peso".
Parece absurdo que un presidente no tenga en cuenta que no deja sin un peso a un gobernador, sino a los habitantes de una provincia y que eso significa, entre otras cosas, poner en riesgo el trabajo y los sueldos de miles y miles de maestros y maestras, policías, enfermeros y enfermeras y todo tipo de empleados públicos.
Como es obvio, varios de los aludidos salieron a responder. Entre ellos, Alberto Weretilneck, gobernador de Rio Negro: "Dejen de amenazar y convoquen al diálogo. Dejen de apretar y busquen acuerdos grandes para avanzar como sociedad. Saquen de su cabeza la idea de vernos de rodillas".
Hubo otros gobernadores que hicieron trascender respuestas igual de amenazantes: "La confrontación significa que nosotros los vamos a dejar sin petróleo, sin energía, sin nada".
Más tarde, también se difundió que Milei pediría la cabeza del ministro que filtró las frases de la reunión de gabinete y, dos horas después, se descubrió que el apuntado era Ferraro. Como es natural, el desplazamiento del titular de Infraestructura confirma que las frases fueron dichas. La Casa Rosada castigó la filtración y, hasta el momento, no se ha retractado de la violencia desplegada en los últimos días.
Crisis en el Gobierno
La crisis más conocida es la de Milei con su vicepresidenta, Victoria Villaruel. La confrontación entre ambos fue un secreto a voces, pero se hizo pública cuando Villaruel publicó en su cuenta de X, antes Twitter, una nota del diario británico Financial Times que, de manera explícita, planteaba la posibilidad de que la vicepresidenta reemplazase al presidente.
Milei terminó alejando los ministerios de Seguridad y Defensa de la órbita de la vicepresidenta. En la campaña electoral, el presidente había prometido que esos dos ministros serían de Villaruel, pero no ocurrió. Le dio ambas carteras a Patricia Bullrich.
En este mes y medio, prácticamente todas las semanas se ha dado por hecha la renuncia del ministro del Interior, Guillermo Francos. Todo indica que las versiones de renuncia eran falsas, pero las difundían otros integrantes del gabinete. Quienes conocen la vida cotidiana de la Casa Rosada afirman que Francos tiene el respaldo de quien verdaderamente decide: Karina, la hermana del presidente.
El descontrol del Gobierno se evidenció en la pelea entre Caputo, el diputado aliado Miguel Angel Pichetto y el también diputado ultraderechista Rodrigo De Loredo. Todos se enfrascaron en una batalla a través de la red social X, acusándose de cobardía y de distintas amenazas directas e indirectas. En lugar de un diálogo de bajo perfil, eligieron tirarse misiles dialécticos, sin que nadie obligara a bajar el tono.
En estas semanas, también jugó sus fichas la ministra de Seguridad, buscando un protagonismo aun mayor que el del presidente. Bullrich se lanzó a ordenar un operativo policial disparatado frente a la movilización convocada por la CGT. El resultado fue un notorio fracaso: los manifestantes cortaron las calles y avenidas sencillamente porque el número desbordaba las avenidas De Mayo, Callao, Entre Ríos, Rivadavia y casi todo el centro porteño de Buenos Aires. La ministra ordenó cortar el Puente Pueyrredón, poniendo las cosas al borde de un choque entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
Más allá de estos juegos caóticos de poder, hay rumores de disputas internas en el equipo de comunicación del Gobierno, tensiones en el área económica entre Luis Caputo y Federico Sturzenegger, idas y venidas groseras en cancillería, choques entre Martín Menem y José Luis Espert como diputados y presiones para que Mariano Cúneo Libarona retome las persecuciones judiciales de la época de Mauricio Macri.
Es un todos contra todos áspero y sonoro, sin que nadie frene los choques y con un presidente que, sin embargo, encabeza los ataques de furia. Lo asombroso es que los desequilibrios se dan de manera acelerada cuando podría decirse que esto acaba de empezar: aparecen los primeros rechazos en el Congreso y en la calle, pero la lógica indica que habrá reacciones mucho mayores en febrero o marzo, con altísimos niveles de inflación, recesión, el tremendo costo de los útiles escolares, y aumentos siderales en la cuota del colegio o los pagos por el servicio médico.
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