Este artículo se publicó hace 13 años.
La Liga Norte boicotea el Día de la Unidad de Italia
La crispación de la clase política y los escándalos ensombrecen la fiesta
Ministros ausentes del Parlamento, o que no se levantan cuando suena el himno nacional, y un primer ministro que sale por la puerta de atrás de una iglesia para evitar los pitos de los ciudadanos.
Aunque no lo parezca, este jueves era un día de fiesta en Italia. El país cumplió los 150 años de su unificación. Pero la actual crispación política, por los escándalos sexuales de Silvio Berlusconi, y el ansia de protagonismo de la independentista Liga Norte oscurecieron una celebración que, en una nación tan joven como Italia, es un ejercicio de confirmación casi obligado.
Y no es que pillara a nadie por sorpresa. La Liga, el principal aliado de Berlusconi en el Gobierno, lleva semanas advirtiendo de que no celebraría la unidad italiana. Básicamente porque su fin último es la independencia del norte del país, la Padania del imaginario nacionalista leguista. De ahí que este jueves sólo hubiera cinco representantes de este partido en el Parlamento durante el discurso del presidente Giorgio Napolitano.
Una cuestión de imagenEl más importante, Umberto Bossi, ministro de las Reformas, fue el único que estaba en el aula cuando sonó el himno, pero ni siquiera se levantó de su asiento. Luego entraron Roberto Maroni, ministro de Interior, y Roberto Calderolli, ministro para la Simplificación Normativa, además de la subsecretaria Sonia Viale y el parlamentario Sebastiano Fogliato. Una pequeña representación que tenía como único objetivo vender la imagen de que el Gobierno está unido, porque en las sedes regionales los componentes del partido se ausentaron de todas las celebraciones oficiales.
Tampoco fue un buen día para Berlusconi. Los actos en la capital quedaron marcados por los pitos, los insultos y las peticiones de dimisión allá donde se presentó. Hasta el punto de que tuvo que salir de la basílica de Santa María de los Ángeles por la puerta de atrás. Ante los ataques, como es habitual en él, Il Cavaliere sacó pecho: "No pienso dejar el país en manos de los comunistas".
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