jerusalén
Este verano Benjamín Netanyahu se convertirá en el primer ministro de Israel que más tiempo ha servido en el cargo, por delante del fundador del país, David Ben Gurion, y todo indica que todavía servirá muchos años más. Y lo hará a pesar de que abogado del estado, Avichai Mandelblit, quiere procesarlo por varios cargos de corrupción, incluido soborno y abuso de confianza.
En los últimos años Netanyahu ha puesto en marcha campañas contra la prensa y el sistema judicial, a los que ha denigrado en público y en privado. No han sido campañas contra toda la prensa ni contra todos los jueces, sino solo contra la prensa liberal y los jueces liberales, a quienes considera mentirosos y cínicos, personas que solo saben criticar, que entorpecen deliberadamente sus políticas, y que no representan los sentimientos populares imperantes en el país.
De la mano de Netanyahu, la democracia liberal israelí está pasando a buen recaudo en los libros de historia. El primer ministro conduce cada vez con menos miramientos una revolución plena que está en tránsito hacia una democracia iliberal, es decir autoritaria, y también sometida a las terribles leyes del nacionalismo y la religión.
Se podrá anular cualquier decisión del Supremo que rescinda la inmunidad del primer ministro
En este proceso que avanza cada día con más rapidez, ha llegado el momento de dar otra vuelta de tuerca a los magistrados del Tribunal Supremo, y Netanyahu lo va hacer con la marca de la casa, o sea sin anestesia. Para ello bloqueará la potestad de los magistrados para frenar una ley aprobada por el parlamento, un paso que está relacionado directamente con los tres casos de corrupción en los que está envuelto, sin contar otros casos que se hallan en proceso de investigación policial.
El diario Haaretz reveló este lunes que Netanyahu está redactando un proyecto de ley que permitirá a la Kneset y al Gobierno ignorar las sentencias del Tribunal Supremo en cuestiones administrativas y no solamente en cuestiones de tipo legislativo. Cuando sea aprobado por el Parlamento y se convierta en ley, y parece que nada lo va a impedir, se podrá anular cualquier decisión del Supremo que rescinda la inmunidad del primer ministro.
El Tribunal Supremo ya no tendrá capacidad para desautorizar una ley puesto que sus sentencias se interpretarán como una sugerencia y no tendrán carácter vinculante como hasta ahora. Es la manera que Netanyahu ha considerado más idónea para salir del terreno pantanoso en el que se metió en los últimos años con los presuntos casos de corrupción.
En las negociaciones que mantiene con otros partidos políticos de extrema derecha y ultraortodoxos, Netanyahu planea que los acuerdos incluyan un apéndice ad hoc que incorpore su intención de modificar el sistema judicial, una reclamación que no es nueva entre los partidos de la extrema derecha y ultraortodoxos, y que coincidiendo con las investigaciones de corrupción, ha llegado el momento de reformar.
Según el diario de Tel Aviv, solamente un pequeño grupo de personas ha podido ver el contenido del apéndice que prepara, aunque Netanyahu ya lo está coordinando con sus socios de la Unión de Partidos de la Derecha, una coalición de un partido de extrema derecha y religioso y otro partido de la misma onda que tiene orígenes kahanistas, una ideología extremista que se consideró terrorista en Estados Unidos e ilegal en Israel.
Netanyahu ha conseguido demorar varios meses la audiencia que se le ofrece para responder a las acusaciones de la Policía en los casos de corrupción
Netanyahu también quiere restaurar la Ley de Inmunidad de la misma manera que estuvo vigente hasta 2005, y que obligaba al abogado del estado a presentarse ante la Kneset y justificar ante los diputados por qué es necesario levantar la inmunidad de un parlamentario. Según esa versión de la ley, el comité de la Kneset puede rechazar la petición del abogado del estado, algo que ahora no ocurre.
Paralelamente, y aplicando distintas argucias, Netanyahu ha conseguido demorar varios meses la audiencia que se le ofrece para responder a las acusaciones de la Policía en los casos de corrupción. El primer aplazamiento lo logró alegando que la audiencia no podía producirse antes de las elecciones generales del 9 de abril puesto que podría haber filtraciones que jugaran en su contra durante la campaña.
Un segundo aplazamiento lo fijó el abogado del estado convocando la audiencia para el próximo 10 de julio, pero esto no le pareció suficiente a Netanyahu y ahora se está hablando de un tercer aplazamiento hasta otoño. Los abogados de Netanyahu alegaron inicialmente que no dispondrían de tiempo suficiente para estudiar todo el material de las acusaciones, y ahora alegan que Netanyahu no les ha pagado sus honorarios.
Esta última argucia tiene su enjundia, puesto que Netanyahu, que es millonario, ha dado a entender que no tiene dinero para ese menester o, directamente, que no quiere pagar los honorarios de sus abogados, y ha pedido permiso para que los gastos se carguen a uno de sus primos y a otras personas que han sido socios de Netanyahu en negocios dudosos que están siendo investigados.
El abogado del estado Mandelblit, que rechazó la petición de Netanyahu de que otros paguen por él, envió el domingo a un propio con todo el material de la investigación a la oficina de uno de los abogados de Netanyahu, puesto que los abogados no habían querido retirarlos. El abogado en cuestión, que no estaba en el despacho, dio telefónicamente la orden de que ninguno de sus empleados recogiera el material, de manera que sigue en manos del abogado del estado, que no sabe cómo deshacerse de él.
Es evidente que las maniobras dilatorias de Netanyahu continuarán en el futuro hasta que la Kneset apruebe la nueva legislación que lo convierta en inmune. Además, en el entorno de Netanyahu se ha iniciado una campaña de descrédito contra el abogado del estado Mandelblit, que paradójicamente fue escogido por el propio primer ministro.
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