Este artículo se publicó hace 3 años.
Un informe de HRW contra el ‘apartheid’ incrementa la presión sobre Israel
El último informe de Human de la ONG acusa a Israel de cometer crímenes contra la humanidad y apartheid contra la población no judía del país y los palestinos de los territorios ocupados. El inusual documento se suma a otras denuncias similares, una tendencia creciente que está a la espera de que lo que hagan las potencias occidentales.
Eugenio García Gascón
Todavía es pronto para evaluar las implicaciones que tendrá el último informe de 213 páginas que el martes publicó Human Rights Watch (HRW) sobre la situación de los derechos humanos en Israel y Palestina, y que por primera vez habla abiertamente de "apartheid", un concepto que la ONG estadounidense había orillado cuidadosamente en los numerosos documentos publicados con anterioridad sobre esta cuestión.
EEUU ya se ha distanciado del contenido del informe y la Unión Europea continúa desaparecida en combate en el marco de las nefastas políticas que aplica a Oriente Próximo desde siempre, y más cuando algo tiene que ver con los palestinos puesto que de ninguna manera quiere soliviantar a Israel, por más desmanes que cometa el estado judío.
El agente clave es justamente EEUU, la potencia "imprescindible" para Israel. Aunque el desmarque de Washington del informe era previsible, no despeja completamente las dudas de cómo actuará la administración de Joe Biden con respecto a la cuestión palestina en los próximos cuatro años.
Probablemente el informe de HRW tendrá incidencia en otras ONG internacionales que periódicamente analizan la desastrosa situación en los territorios ocupados, y esto creará una cierta presión sobre Israel, si bien la única manera de poner en movimiento el conflicto y dirigirlo hacia su resolución exige una enérgica intervención de EEUU y de la desnortada UE.
HRW ha justificado el uso del concepto de "apartheid" argumentando que hasta ahora había considerado que la ocupación era algo "temporal" que en algún momento conduciría al establecimiento de un estado palestino en el 22 por ciento del territorio de la Palestina histórica.
Pero sus analistas han llegado a la conclusión de que ese horizonte ha dejado de estar donde HRW creía que estaba después de más de medio siglo de ocupación así como de una creciente expansión colonial. La ONG cree ahora, quizá demasiado tarde, que el objetivo de Israel es anexionarse para siempre los territorios palestinos, de ahí que, viendo lo que hay, que no es "temporal", haya decidido usar "apartheid".
Ciertamente Washington puede obligar a las partes, es decir a Israel, a volver a la mesa para discutir el "proceso de paz", pero esto no cambiará ni un ápice la situación ya que Israel no está en contra de negociar pero sí que está en contra de abandonar los territorios ocupados. A estas alturas está suficientemente claro que Israel puede seguir "negociando" todo el tiempo que se quiera mientras consolida la ocupación y la colonización día a día.
En realidad, en enero último un informe de la prestigiosa ONG israelí B’Tselem ya habló de la discriminación permanente que sufren los palestinos y utilizó el vocablo "apartheid". Y se puede recordar que la Comisión Económica y Social para Asia Occidental de la ONU, ya constató en 2017 que Israel aplica el "apartheid" contra los palestinos, aunque el documento fue neutralizado por Donald Trump.
HRW, fundada hace 43 años, recuerda que "en 2018 la Kneset aprobó una ley de carácter constitucional que afirma que Israel es 'la nación-estado del pueblo judío', declarando que dentro de ese territorio, el derecho de autodeterminación ‘es único para el pueblo judío", una definición que discrimina a quienes no son judíos.
Esto significa que al margen de la parálisis de EEUU y la UE existe un consenso creciente sobre el apartheid de Israel. De hecho, notables sudafricanos que han visitado la zona en los últimos años han señalado que las medidas de apartheid y las restricciones y discriminación que sufren los palestinos son más severas que las que ellos sufrieron durante el gobierno de los blancos.
Pero HRW no solo denuncia la discriminación que sufren los palestinos de los territorios ocupados, sino que también menciona la discriminación y el apartheid que sufre el 20 por ciento de la población árabe-palestina dentro de Israel, segregada mediante leyes. El gobierno israelí incluso no permite que se construya en zonas donde viven palestinos y hay un gran número de pueblos que el estado se niega a reconocer.
La importancia del informe de HRW radica en que existe un creciente consenso que señala la existencia de un apartheid que hasta hace poco todo el mundo evitaba reconocer, pero que es cada día más manifiesto. Las consecuencias del informe se podrán traducir en el futuro en otras ONG y organizaciones internacionales que se sumen a esta denuncia, y hasta es posible que tenga repercusiones con la Corte Penal Internacional que va a examinar presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por el estado judío.
El Estatuto de Roma, sobre el que se creó la Corte Penal Internacional, define apartheid como "actos inhumanos (…) cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión sistemática y dominación por parte de un grupo racial sobre cualquier otro grupo racial o grupos, y cometido con la intención de mantener ese régimen", una definición que numerosos expertos internacionales consideran que es pertinente en este caso.
HRW exige a la ONU que examine la cuestión y que declare un embargo de armas sobre Israel hasta que se corrija la situación "inhumana" del "apartheid, crímenes contra la humanidad y de persecución" de las "minorías", es decir de la población no judía. El ministerio de Exteriores de Israel ha calificado el informe de "propaganda" contra el estado judío.
La parálisis de EEUU y la UE queda cada día más en evidencia, especialmente si se tiene en cuenta que los informes mencionados, que probablemente crecerán en el futuro, son claros con respecto al apartheid que Israel aplica contra los palestinos, tanto en los territorios ocupados como dentro de Israel, una realidad que en algún momento se volverá contra el estado judío.
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