Este artículo se publicó hace 4 años.
Guerra en SiriaEl incremento de la tensión en Siria hace peligrar el matrimonio de conveniencia entre Putin y Erdogan
Ignacio Ortega (EFE)
Moscú-
El matrimonio de conveniencia entre Putin y Erdogan peligra por las actuales tensiones en Siria. Durante casi un lustro Rusia y Turquía pusieron de lado sus agrias afrentas históricas con el fin de estabilizar la situación militar y humanitaria en el país árabe. Pero Ankara ha tensado tanto la cuerda en las últimas semanas con sus diatribas militares, que ésta está a punto de romperse.
Putin y Erdogan, una pareja disfuncional
Los presidentes ruso, Vladímir Putin, y turco, Recep Tayyip Erdogan, tienen muchas cosas en común. Ambos son partidarios de la mano dura con sus opositores y son criticados por sus tendencias autoritarias. Putin acabó con la guerrilla islamista del Cáucaso sin importarle el coste humano y Erdogan quiere hacer lo mismo con la kurda. Son más temidos que amados en sus respectivos países.
Sorprendentemente para muchos analistas, ambos forjaron una improbable unión que ha causado no poco quebraderos de cabeza a Estados Unidos. Putin ha logrado salir victorioso en su intento de evitar el derrocamiento del presidente sirio, Bachar al Asad, y Erdogan ha podido liberarse del yugo estadounidense para presentarse como líder regional.
La relación estuvo a punto de resquebrajarse cuando Ankara derribó a finales de 2015 un avión ruso. Putin incluso afirmó entonces que era "prácticamente imposible" llegar a un acuerdo con Erdogan, que se negó durante semanas a disculparse por el incidente.
Putin incluso acusó a la familia de Erdogan de enriquecerse del tráfico ilegal de petróleo del Estado Islámico, pero el pragmatismo de ambos mandatarios imperó y, junto a Irán, ambos firmaron los años siguientes varios acuerdos de paz en Astaná y Sochi que permitieron acabar con la guerra a gran escala en Siria.
Hasta ahora la alianza ha sido mutuamente beneficiosa –Rusia incluso suministro baterías antiaéreas a Turquía, país miembro de la OTAN–, pero las bajas sufridas en las últimas semanas por el Ejército turco en Siria hacen cada vez más difícil para Erdogan, justificar su silencio ante los nacionalistas.
Ofensiva siria
El detonante de la actual tensión ha sido la actual ofensiva del Ejército sirio. Con el visto bueno del Kremlin, el régimen de Bachar al Asad ordenó la operación en abril de 2019, pero fue en las últimas semanas en las que las tropas leales a Damasco han logrado importancias ganancias territoriales.
El objetivo no es tanto Idlib como las dos carreteras –la M4 y la M5– que unen Damasco con Alepo y la segunda ciudad del país con la costa en Latakia –cuyo control es clave para la reconstrucción del país–, además de que así, también cortarían el suministro a los islamistas.
En Turquía creen que Siria no hubiera podido avanzar sin el apoyo político y militar ruso. No andan descaminados. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, defendió públicamente la ofensiva como una respuesta a los ataques de los islamistas contra las infraestructuras civiles y las bases rusas en el país.
Según las tropas sirias avanzaban, aumentaba el peligro para los puestos de observación turcos en Idlib. Así, en las últimas semanas han muerto varios soldados turcos.
Represalias turcas
La respuesta turca no se hizo esperar. Por cada baja turca (14), varias decenas de soldados sirios murieron bajo fuego de artillería turco. Según el Ministerio de Defensa turco, el jueves medio centenar los militares sirios aniquilados.
"Turquía debía separar a los rebeldes moderados de los radicales. No lo ha hecho. No ha querido o no ha podido. Pero el hecho es que apoya a los islamistas de Idlib, a los que Ankara considera moderados, pero Moscú y Damasco ven como terroristas", aseguró a Efe Boris Dolgov, conocido arabista ruso.
El experto estima en casi 30.000 los milicianos islamistas presentes en Idlib que martillean continuamente las posiciones del Ejército sirio y las bases rusas. "Todos se encontraban bajo el paraguas del Frente al Nusra. Han cambiado de nombre y ahora se llaman Frente de Liberación Sirio. Pero son los mismos", apunta.
Acusaciones mutuas y el silencio de Putin
Por eso, fue Erdogan el que rompió la baraja al acusar hace un par de semanas a Moscú de "cerrar los ojos" ante los ataques sirios contra las posiciones militares turcas en Idlib, donde el jueves habrían muerto otros dos militares turcos.
Después fue más allá al anunciar una inminente operación militar con el fin de evitar que el régimen y sus aliados, en alusión a Rusia, tomen Idlib. En caso de que las tropas sirias no se replieguen a las posiciones anteriores a la ofensiva antes de final de mes, Erdogan amenaza con lanzar una contraofensiva a gran escala.
Lavrov acusó a Ankara de incumplir todos los acuerdos alcanzados por Putin y Erdogan. Y el Kremlin ya ha advertido que la operación turca en Idlib sería el "peor escenario" posible para Siria.
Mientras, Putin guarda silencio al respecto. Concentrado en la reforma constitucional, Putin no se ha pronunciado ni sobre las acusaciones de Erdogan ni sobre los planes militares turcos.
"Es pronto para una reunión entre Putin y Erdogan. La situación en Siria se ha agravado debido a la actitud de Turquía. Por ahora, se limitarán a conversaciones telefónicas", comentó Dolgov.
Al respecto, el Kremlin ha informado sobre una posible cumbre en marzo entre los líderes de Rusia, Turquía e Irán, los garantes del alto el fuego en Siria.
Farol turco
"Erdogan no se decidirá a lanzar una operación militar contra el Ejército sirio. Es demasiado arriesgado. Puede desembocar en un conflicto a gran escala", manifestó el experto.
En su opinión, "en caso de iniciar las hostilidades, las tropas turcas tendrían que enfrentarse al Ejército sirio y a las milicias kurdas, e Irán tampoco se quedará con los brazos cruzados".
"Puede salirle mal", advierte Dolgov.
Farol o no, el caso es que la ONU exigió el miércoles a Turquía y a Rusia a que firmen un acuerdo para rebajar la tensión y, lo más importante, eviten una escalada de las hostilidades aún mayor.
Algunos expertos consideran que Erdogan no quiere un conflicto, sino negociar un nuevo acuerdo sobre Idlib y que las diatribas de las últimas semanas están dirigidas exclusivamente al consumo interno.
El objetivo del nuevo acuerdo sería garantizar la seguridad de sus fronteras e impedir el flujo de nuevos emigrantes sirios en Turquía, por lo que a Ankara le conviene menos que a nadie una nueva guerra a gran escala.
Amenaza de choque
La prensa rusa y occidental llevan ya semanas advirtiendo sobre un posible enfrentamiento militar entre Moscú y Ankara. Rusia cuenta con dos bases en el país árabe -una base naval y un aeródromo-, mientras el Ejército turco ha movilizado a miles de tropas en Idlib y tiene desplegado a un número indeterminado de unidades en la frontera.
Con todo, Rusia no cuenta con tropas de tierra sobre el terreno fuera de las bases, únicamente asesores militares y especialistas. Putin también redujo el número de aviones de guerra en su último repliegue, aunque su papel es crucial en las ofensivas ordenadas por Asad.
"No habrá un enfrentamiento militar. La política rusa excluye tal posibilidad", insiste Dolgov.
Considera que la única medida que Moscú podría adoptar en las próximas semanas o meses sería el cierre provisional del espacio aéreo sirio.
Libia y Crimea
La alianza ruso-turca también está amenazada en Libia, ya que ambos países apoyan a bandos diferentes. Moscú apoya al hombre fuerte del país norteafricano, Jalifa Hafter, que visitó esta semana Moscú tras atacar el puerto de Trípoli con el fin de hundir un buque turco con armas para el Ejército.
Mientras, Ankara respalda abiertamente al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) e incluso firmó con su líder, Fayez Al Serraj, un acuerdo militar.
"Todo es parte del neoislamismo de Erdogan. Las autoridades turcas son islamistas moderados y apoyan a los hermanos musulmanes. Por ello, son cercanos ideológicamente a los islamistas de Idlib y por eso apoyan también a Trípoli", explica Dolgov.
El experto cree que Erdogan quiere propagar dicha ideología por todo el antiguo imperio otomano, desde Oriente Medio al Cáucaso o Asia Central. "Por eso mismo tampoco reconoce la anexión rusa de Crimea", asegura.
Pero en lo que coinciden todos los expertos es que ambos países han forjado en los últimos años una estrecha cooperación económica y comercial, que ha permitido a Rusia aliviar en parte el coste de las sanciones occidentales, a Turquía extender sus tentáculos por todo el espacio postsoviético y que se iría al garete en caso de una ruptura en Siria.
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