El Parlamento Europeo ha declarado este miércoles a Rusia como un Estado patrocinador del terrorismo. Un movimiento meramente simbólico, ya que la Unión Europea no cuenta con un marco legal para designar a países con este estatus. Algo que sí ocurre en Estados Unidos, quien otorga esta etiqueta a los Gobiernos de Siria, Irán, Corea del Norte o Cuba. Por su parte, la Unión como tal no cuenta con competencias para reconocer presidentes o estatus de países. Son los Estados miembros quien lo hacen de forma individual, algo que se puso en relieve cuando la Eurocámara designó, sin ningún efecto, al venezolano Juan Guaidó como presidente de Venezuela.

Por ello, uno de los puntos claves de la propuesta es llamar a Bruselas para que cree un nuevo marco legal que sí permita esta denominación y pedir a los 27 Gobiernos europeos que den este reconocimiento a Rusia. Los Parlamentos de Polonia, Lituania, Letonia, Estonia o Chequia ya lo han hecho. La resolución -no vinculante- ha salido adelante por 494 votos a favor, 58 en contra y 44 abstenciones. El PSOE español anunció ayer que votaría a favor, según afirmaron fuentes del partido a Público.

Los datos recogidos por los eurodiputados destacan que en los últimos nueve meses, Rusia ha utilizado más de 4.000 misiles diferentes contra Ucrania, ha sido responsable de 34.000 crímenes de guerra, ha destruido el 40% de la infraestructura energética crítica del país, bombardeado más de 60.000 infraestructuras civiles y cometido torturas, desapariciones forzosas, violaciones y atrocidades en territorios como Bucha o Irpín.

Ya en septiembre, la misión independiente de la ONU confirmó que Rusia había cometido crímenes de guerra en el país vecino, incluyendo ejecuciones sumarias o violencia sexual. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, redobló esta semana en Madrid sus llamadas a que los países de la OTAN reconociesen a Rusia como Estado terrorista.

El texto argumenta que un Estado terrorista es aquel que aplica la violencia de forma sistemática contra una población civil y sus infraestructuras: colegios, hospitales o centrales nucleares. Y recoge que Moscú ha utilizado esta estrategia con sus proxys en Siria, Libia o Mali. En el punto de mira está el grupo de mercenarios rusos Wagner, que también opera en Ucrania, y que ya fue objetivo de sanciones europeas hace un año.

Consecuencias

La línea clave de la resolución es "el Parlamento Europeo reconoce a Rusia como un Estado patrocinador del terrorismo y como un Estado que usa medios de terrorismo", avanzaba el eurodiputado de Partido Popular Europeo (PPE) Andrius Kubilus, ponente del texto. Según la propuesta sobre la mesa, este hipotético reconocimiento a nivel UE tendría un efecto económico y diplomático sobre el país de Vladimir Putin, que quedaría todavía más aislada del ámbito internacional. Las relaciones comerciales y los contactos políticos se limitarían todavía más. Así, los escasos canales de diálogo entre la UE y la Federación Rusa aminorarían. De hecho, el texto pide congelar los contactos a todos los niveles, pero en el corto plazo no se materializará por el vacío legal en el seno europeo sobre esta cuestión.

Una de las prioridades de la UE y de Estados Unidos desde el inicio de la guerra ha sido aislar a Rusia en todos los frentes: diplomático, cultural o económico. Convertirlo en un paria. Pero Rusia ha aguantado con cintura la presión internacional. De hecho, más de lo que muchos anticipaban. La economía rusa caerá menos de lo previsto en un primer momento. China o India no han dado la espalda a Moscú. Y regiones como África o América Latina no se han unido a las sanciones internacionales. En esta línea, otra de las arterias que vertebra la resolución del Pleno pasa por suspender la participación de Rusia en organismos internacionales como el G20 o el Consejo de Seguridad de la ONU, escenarios que cuentan con pocos visos de hacerse realidad.

Antecedentes

La UE cuenta con una lista de organizaciones, entidades o individuos considerados como terroristas y que son objeto de sanciones. Entre ellos se encuentran el brazo armado de Hezbollah o el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Pero ningún país. Los europeos fijaron este primer paso tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York en línea con los sancionados por Naciones Unidas. Quince años después, la UE dibujó su primera ristra punitiva por vínculos terroristas y añadió de forma autónoma a miembros de Estados Islámico o Al Qaeda, que básicamente cuentan con sus cuentas en la UE congeladas y prohibición de vínculos financieros con cualquier entidad o individuo europeo.

En estos momentos, la Unión estudia si incorporar a la lista a la Guardia Revolucionaria Iraní, tras las pruebas de que el reino persa está proporcionando drones kamikazes que Rusia está empleando en Ucrania. Los Veintisiete revisan estos listados y sanciones cada seis meses: son ampliables, pero también se pueden dar marcha atrás. En 2016, tras el acuerdo de paz, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejaron de estar bajo el órdago punitivo de Bruselas.