Este artículo se publicó hace 5 años.
Elecciones ItaliaReferéndum constitucional y elecciones regionales: qué se juega Italia en sus primeras urnas de la pospandemia
Doble cita electoral para los italianos, que arranca este domingo y termina el lunes.
![Conte, hace unos días en Roma. EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI Conte, hace unos días en Roma. EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI](https://imagenes.publico.es/files/image_horizontal_mobile/uploads/2024/11/16/6738b38163ead.jpeg)
Roma-
Italia vuelve a las urnas, por primera vez desde la aparición del coronavirus. La cita electoral, que tendrá lugar este domingo y lunes, tiene un doble objetivo: por un lado, votar una reforma constitucional a través de referéndum para reducir el número de parlamentarios; y, por el otro, renovar los presidentes de siete regiones transalpinas, donde el principal foco de atención está principalmente sobre la Toscana, un territorio tradicionalmente reformista y que los soberanistas de la Liga de Salvini no ven la hora de arrebatárselo a la izquierda.
¿Por qué se vota acerca de la reducción del número de parlamentarios?
Tanto a pie de calle como en los medios de comunicación, desde hace décadas, en Italia se considera que hay demasiados parlamentarios, tanto en el Senado (Cámara Alta), como en la Cámara de los Diputados (Cámara Baja). Si en España, por ejemplo, hay un total de 615 parlamentarios (350 diputados y 265 senadores); en el país con forma de bota los representantes políticos de la ciudadanía rozan actualmente el millar: 945 parlamentarios, es decir, 630 diputados y 315 senadores. De las principales naciones europeas, Italia es el país con mayor número de parlamentarios. Los costes de mantenimiento también son muy altos: atendiendo a un estudio publicado este viernes por el diario Corriere della Sera, si el Congreso español cuesta menos de 100 millones de euros anuales para 350 diputados, el homólogo italiano cuesta 989 millones de euros para un total de 650.
¿Qué dicen los sondeos?
Con la nueva reforma los diputados italianos pasarían de 650 a 400 y los senadores de 315 a 200, así pues, un recorte global de 345 parlamentarios. Atendiendo a los últimos sondeos permitidos en el país en relación al referéndum, es decir, con fecha de hace dos semanas, más del 70% de los italianos estarían a favor del recorte del número de parlamentarios, en un clima donde la gran mayoría considera que esta votación es "muy importante". No hay quorum de participación, así que ganará la opción que más votos logre.
No sólo una buena parte de los italianos considera que los políticos con asiento son "demasiados", sino que, además, en las últimas votaciones del Parlamento italiano realizadas en octubre de 2019 al respecto, se votó de forma unánime a favor de la reducción. Desde la mayoría parlamentaria del Gobierno del primer ministro, Giuseppe Conte, hasta la oposición soberanista. Del Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo, hasta la Liga de Salvini. Dicho consenso, con el tiempo, ha demostrado ser una estrategia de fachada por parte de todos los partidos, ya que, hoy por hoy, todas las formaciones tienen argumentos a favor del "sí" o a favor del "no" de cara a la aprobación del referéndum: por razones técnicas, pero también políticas.
Las razones del "sí"
Los que votarán "sí" en el referéndum apuntan, claramente, a que haya un recorte, material pero también simbólico, de los despilfarros de la política transalpina. Aunque se trataría, a priori, de una simple discontinuidad cuantitativa, para los defensores de la reducción ésta, de por sí, ya implicaría "un importante primer paso" para cambiar las reglas del juego. Partiendo del lugar común, muy popular entre los transalpinos, de que Italia es, políticamente, una máquina muy difícil de cambiar, que casi roza el inmovilismo, un recorte del número de parlamentarios representaría la primera de una serie de reformas destinada a la agilización de la vida de los palazzi de la política romana. De hecho, si ganara el "sí", automáticamente habría que cambiar también la actual ley electoral.
"Votar "sí" es mirar al futuro, votar "no" es mirar a la prehistoria", aseguró con exageración estos días Luigi Di Maio, actual ministro de Exteriores del Ejecutivo del premier Conte y hasta el pasado enero líder político del Movimiento 5 Estrellas. No es casual que los grillinos voten en su mayoría a favor del "sí", porque no sólo esta reforma es obra de ellos, sino que dicha formación, además, nació hace una década precisamente como partido antiestablishment, así pues, dedicado a luchar contra la casta política italiana. De ahí la famosa frase: "Abriremos el Parlamento como una lata de atún", leitmotiv de los seguidores del cómico Beppe Grillo, fundador del movimiento.
Otros que votarán "sí" serán los reformistas del Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti, una formación moderada tradicional, no muy partidaria de este referendo. Su compromiso de coalición con el M5E, sin embargo, les empuja a cambiar de postura en beneficio de la continuidad del Ejecutivo. "La creación del segundo Ejecutivo de Conte responde a la necesidad de impedir, en 2022, la elección de un presidente de la República Italiana de tendencia soberanista", recordó con acierto el expremier Matteo Renzi, exlíder del PD y fundador hace un año de Italia Viva (IV) para sumar una tercera pata a la actual coalición de Conte. La soberanista Liga de Matteo Salvini, oficialmente, también votará a favor del "sí" en cuanto fuerza política antiestablishment que, hasta septiembre de 2019, compartió el primer Gobierno de Conte junto a los grillinos como socios minoritarios del mismo, apoyando en todo momento la reforma de la reducción de los parlamentarios tan deseada por el M5E.
Las razones del "no"
Los partidarios del "no" tienen claro que el recorte de parlamentarios en Italia es, simplemente, una cuestión cuantitativa, que no va a cambiar el funcionamiento real de la política italiana. Para ellos, ni siquiera representaría un gran ahorro en términos de gasto público, dado que cuesta tanto el mantenimiento de la política transalpina que no va a ser dicho referéndum el que va a limitar el despilfarro de las Cámaras italianas.
Aquellas personas favorables al "no", en su gran mayoría, preferirían que la reforma fuera más profunda. Lo ideal, para partidos como el soberanista Hermanos de Italia (HDI) de Giorgia Meloni, o Forza Italia (FI) del expremier y magnate Silvio Berlusconi -ambos aliados de Salvini en la coalición de derecha-, sería una modificación más contundente de la Constitución Italiana, que prevea la "eliminación" del Senado, resolviendo de una vez por todas el notorio bicameralismo perfecto italiano, donde ambas Cámaras legislativas tienen prácticamente las mismas funciones. En España y en otros países, por ejemplo, el peso político recae sobre todo en el Congreso; agilizando así la producción legislativa. Las crónicas parlamentarias transalpinas están plagadas de leyes que rebotan entre Cámara y Senado.
En diciembre de 2016, de hecho, se hizo un macroreferéndum constitucional para cambiar todo un capítulo de la Constitución Italiana para romper precisamente con el bicameralismo perfecto. Pero el uso personalista que hizo de la reforma constitucional el expresidente del Gobierno de entonces, Matteo Renzi (2014-2016), favoreció que un 59% de los italianos quisieran preservar la Carta Magna de 1948. En un país tan complejo políticamente como Italia, es un refugio de muchos pensar que al menos la Constitución sigue como herramienta común de los italianos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
¿En qué regiones se vota y quiénes son los favoritos?
Este domingo y el lunes se vota en siete regiones italianas: Toscana, Liguria, Véneto, Apulia, Campania, Valle de Aosta y Las Marcas. Dichas elecciones regionales -al igual que el referéndum constitucional- estaban previstas para la pasada primavera, pero la pandemia del coronavirus ha obligado a las autoridades transalpinas a esperar y decidir acerca de una fecha más adecuada.
El favorito más consolidado es el leguista Luca Zaia, el presidente del Véneto (Venecia), un gobernador con unos muy buenos índices de popularidad tras cinco años en el cargo; y que podría hacerle sombra a su líder nacional, Matteo Salvini. Otro que tiene buenas probabilidades de ganar es Vincenzo De Luca, actual presidente de la región de Campania (Nápoles), y conocido en Italia por su carácter llano, sobre todo a la hora de reprochar a los ciudadanos de su territorio cuando no respetaron las reglas del confinamiento. La partida más jugosa, sobre todo para el soberanista Matteo Salvini, es la Toscana, una región históricamente de izquierda. Si el líder de la oposición italiana ganara también en la tierra de Florencia, se estaría hablando de un verdadero cambio de época para la izquierda italiana.
¿Qué consecuencias podría tener para el Gobierno y la oposición?
Oficialmente y de cara a las cámaras, las elecciones regionales no tendrían que significar nada ni para el Gobierno ni para la oposición. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ya ha confirmado que "nada" cambiará en el Ejecutivo a partir de este lunes, tanto en referencia a las regionales como al referéndum. Sobre todo, en medio de la crisis sanitaria del coronavirus. Sorprendentemente, Matteo Salvini ha garantizado lo mismo, asegurando que no hará ninguna lectura nacional de una eventual aplastante victoria en el conjunto de las siete regiones en juego y ni siquiera si la mismísima Toscana se convirtiera, por primera vez, en soberanista.
Lo cierto es que, inevitablemente, habrá consecuencias en caso de derrotas. Sólo el hecho de que, a la vez, el PD gane en Toscana y en Apulia, la Liga en Véneto y el "sí" en el referéndum, podría mantener el actual estado de cosas, sin más. Pero si Zaia gana de forma apoteósica en Véneto, el liderazgo de Salvini podría estar comprometido, dado que en seis meses su partido ya ha perdido el 10% en los sondeos. Si el PD pierde la Toscana, el estilo descafeinado de Nicola Zingaretti podría dejar paso a un nuevo líder para la izquierda italiana. Si gana el "no" en el referéndum, los grillinos y el PD tendrán que hacer cuentas, entre ellos, para mantener el Ejecutivo en pie hasta el 2023. En la política italiana, más vale no bajar nunca la guardia.
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