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El Ejército de Brasil descarta una intervención en Venezuela

La cúpula militar, que marca el paso del presidente Bolsonaro, tampoco se plantea apoyar en forma alguna una posible maniobra armada de Estados Unidos. El Ministerio de Defensa brasileño ha confirmado a 'Público' que la cúpula militar no quiere ni busca ni alentará una maniobra armada externa.

04/01/2019 - El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, participa en el relevo de la dirección del alto Comando de la Aeronáutica, en Brasilia (Brasil). Imagen de archivo. EFE/Joédson Alves

VÍCTOR DAVID LÓPEZ

Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal) se rodeó de militares nada más ser proclamado presidente de Brasil, y son ellos los que le están marcando el paso a seguir respecto al conflicto cada vez más áspero en la vecina Venezuela.

El Ejército ha visto durante estos meses, con desasosiego, cómo Bolsonaro se posicionaba junto a Donald Trump, que no descartaba una intervención militar. Hoy, con el nuevo estallido en las calles de Caracas, las Fuerzas Armadas han vuelto a tomar el mando de las relaciones exteriores.

La cúpula militar no quiere ni busca ni alentará una maniobra armada externa en Venezuela. Así se lo ha confirmado a Público el Ministerio de Defensa brasileño, dirigido por el general Fernando Azevedo. Están siguiendo la situación muy de cerca, les llega buena información directamente desde los agregados militares destinados en Caracas y, aunque de momento dicen no poder profundizar sobre el tema, confirman que “está totalmente descartada” la intervención militar.

El Ejército brasileño “cumplirá la Constitución” y se limitará a actuar “de la frontera hacia adentro”, asegura Margareth Soares, desde la sede del Ministerio de Defensa en Brasilia. Tampoco planean, y aquí es donde la amistad de Trump y Bolsonaro podría empezar a hacer aguas, apoyar en forma alguna una posible intervención militar de Estados Unidos. Prefieren bajar el tono y esquivar las aseveraciones realizadas en momentos puntuales por el ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, espejo de Bolsonaro.

Dado que la fragilidad de la frontera entre Brasil y Venezuela es una de las cuestiones que más preocupan al Gobierno brasileño en esta disputa, el Ejército brasileño, comandado por el general Edson Leal Pujol, seguirá en la linde que separa ambos territorios con dos misiones fundamentales: La “operación de acogida [de refugiados], que va a continuar; y garantizar la ley y el orden, en una operación solicitada por el gobierno del Estado [de Roraima]”.

Así se lo explicó Leal Pujol al presidente del Senado cuando se reunieron hace dos meses en la Cámara Alta. “Es obvio que todos nosotros queremos la paz. Nadie quiere un conflicto allí, y menos con dos países involucrados”.

Un crédito especial de cerca de 224 millones de reales [53 millones de euros] ayudará al Ministerio de Defensa a llevar a cabo estas dos misiones en el Estado de Roraima. La resolución ha sido aprobada este martes 30 de abril en el Diario Oficial de la Unión, como primera respuesta a la escalada de acontecimientos. La medida provisional queda reflejaba como “Asistencia emergencial y acogida humanitaria de personas llegadas de la República Bolivariana de Venezuela”. Roraima, que es una de las regiones más pobres de Brasil y está en plena emergencia sanitaria, no está capacitada para solventar por sí misma la crisis de refugiados.

De toda la cúpula militar brasileña, el que mejor conoce la política venezolana es el general Hamilton Mourão, vicepresidente del Gobierno. Él fue uno de esos agregados militares que enviaba información a Brasil a principios del siglo XXI. Presiente que tarde o temprano el Ejército venezolano dará la espalda a Maduro. Considera la liberación de Leopoldo López, la rebeldía de algunos grupos de militares venezolanos y el llamamiento a la población como un punto de no retorno: “Después de esto, o son presos [Guaidó y López] o Maduro se va, no hay otra salida”.

La reunión urgente del Consejo de Defensa Nacional

El movimiento de la oposición venezolana para derrocar a Nicolás Maduro ha coincidido con la articulación que Bolsonaro y su equipo intentan desarrollar en la Cámara de Diputados, donde se debate la reforma de la seguridad social. Esta apuesta en el ámbito económico está robando la mayor parte del tiempo al Ejecutivo, que vio su actividad normal cancelada a medida que en las calles de la capital venezolana aumentaba la tensión.

La crisis hizo que se convocara con urgencia una reunión del Consejo de Defensa Nacional, en la cual el presidente Bolsonaro escuchó a sus tres generales de confianza, los mencionados Azevedo y Mourão, y también Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional. La sesión contó con la presencia también del ministro de Relaciones Exteriores, de quien los militares no se fían, por su explosividad –ha hablado de “tiranía” y “genocidio silencioso” en Venezuela, como parte de un esquema internacional “para llegar al poder en toda América Latina”.

Al terminar el encuentro, el Gobierno brasileño ilustró sus dudas con las informaciones oficiales que poco a poco ayudan a completar el puzzle. “Todo se ha ido situando en la dimensión correcta”, respondía el general Heleno ante los medios de comunicación, sobre la estrategia de Juan Guaidó. “Tenía cierto apoyo de las Fuerzas Armadas [venezolanas], pero no llegaba a alcanzar a los escalones más altos, se quedaba en un escalón más bajo”.

Mientras los militares que rodean a Bolsonaro esperan y confían en que finalmente el Ejército venezolano decida apoyar sin reparos a Guaidó, reconocen que no están seguros de que tal reacción vaya a ocurrir de forma inminente. “Parece que ese apoyo tiene un valor cuantitativo, pero el valor cualitativo todavía no se ha expresado”, subrayaba Heleno. “No hemos visto u oído a ningún jefe militar apoyar explícitamente al presidente Guaidó”.

Bolsonaro ha conseguido militarizar tanto la política brasileña en tan poco tiempo, y sus métodos han logrado acaparar tantos focos, que el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (Demócratas) no lo ha podido evitar y ha irrumpido en el debate público para explicar un detalle que se estaba pasando por alto: “Autorizar una declaración de guerra” sería, en todo caso, “competencia exclusiva del Congreso Nacional”, no del presidente, ni del Ejército.

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