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Actualizado:Las elecciones legislativas en Estados Unidos de este 8 de noviembre pueden dar un golpe de timón a la guerra de Ucrania. La Administración del demócrata Joe Biden, acosada por el avance republicano, estaría apremiando al Gobierno de Kíev para que se siente a la mesa de las negociaciones, incluso con el presidente ruso, Vladímir Putin, a quien su homólogo ucraniano ha vetado en cualquier intento de diálogo.
El diario The Washington Post ha filtrado esa inquietud dentro del Gobierno del presidente Biden ante el curso que puede tomar la guerra en los próximos meses y ante la amenaza que una mayoría republicana en el Congreso podría suponer para el apoyo militar de EEUU a Ucrania. Un cambio en esta estrategia a su vez influiría en la actual posición de los aliados europeos de Estados Unidos y en su respaldo con dinero y armas a Kíev.
Aunque el presidente Zelenski firmó un decreto el pasado 4 de octubre que declaraba "imposible" el diálogo directo con Putin. Sin embargo, no cerraba las puertas a una posible negociación, siempre y cuando se respetara la integridad territorial de Ucrania, algo que no parece que Rusia vaya a aceptar como punto de partida para unas conversaciones de paz. Ahora, Estados Unidos quiere que el Gobierno de Kíev se abra a la posibilidad de esa negociación, incluso con Putin al otro lado de la mesa.
Razones suficientes para negociar
Hay tres razones de peso para abrir ese canal de diálogo y que pesan entre los congresistas estadounidenses: Rusia no está tan débil como se la suponía y tiene la iniciativa en los combates que se suceden en el nordeste del país. En segundo lugar, el invierno se acerca y casi la mitad de las infraestructuras básicas ucranianas han sido dañadas por los misiles rusos. El costo de más ayuda económica a Ucrania, que incluya el acogimiento de nuevas oleadas de refugiados, puede añadir dificultades a las arcas europeas, muy maltratadas por la guerra.
La tercera razón depende de lo que ocurra en las elecciones legislativas de EEUU Aunque la Casa Blanca de Biden insista en que Washington seguirá apoyando como hasta ahora a Ucrania, es muy real el riesgo de que una victoria republicana pueda reducir o al menos modificar esa ayuda. Eso llevaría a que algunos de los aliados europeos que suministran armas a Ucrania empezaran a cuestionar su propio respaldo a Zelenski en una guerra que, gracias a esas armas, se puede prolongar de manera indefinida, sin ganadores ni perdedores en el campo de batalla, pero con la asfixia en el ámbito económico. "La fatiga por Ucrania es algo muy real para algunos de nuestros aliados", indicó a The Washington Post uno de sus informadores en el Gobierno estadounidense.
Según esas fuentes, lo que la Casa Blanca pretende con esa llamada al diálogo es mantener el interés de sus aliados europeos en el apoyo a Ucrania. Una hoja de ruta de negociación daría esperanzas a los Gobiernos europeos que apoyan a Ucrania. Seguirían mandando armas con la seguridad de que la causa ucraniana tiene fuerza suficiente para sentarse a una mesa de diálogo.
“Ni un solo centavo para Ucrania”
Pero entre los republicanos estadounidenses la desconfianza en el apoyo incondicional a Ucrania crece día a día. Las filas más conservadoras de ese partido están pidiendo la redefinición total de la política estadounidense respecto a la guerra.
Marjorie Taylor Greene, congresista representante de ese ala más ultramontana del Partido Republicano, fue tajante la semana pasada en un mitin en Iowa, en el que habló sobre la estrategia de la Administración Biden y el Partido Demócrata. "La única frontera que les preocupa es la de Ucrania, no la frontera sur de Estados Unidos (con México, en referencia a su traspaso por inmigrantes)", afirmó Greene. Y advirtió: "Con los republicanos, ni un solo penique más irá a Ucrania. Nuestro país está primero".
The Washington Post añade que, si el legislativo queda en manos de los republicanos, podría aumentar su presión sobre la Administración Biden y la forma en que llevó a cabo la retirada estadounidense de Afganistán. También se endurecerían las relaciones con Irán y, en el caso de Ucrania, se revisaría la concesión por parte del Congreso de más de 50.000 millones de dólares en ayuda a este país en guerra. "La gente va a estar inmersa en una recesión y no va a firmar un cheque en blanco para Ucrania", afirmó el republicano Kevin McCarthy, líder de la minoría en la Cámara de Representantes, en una entrevista con Punchbowl News. "Simplemente no lo harán", agregó.
Otro político de esa formación, J.D. Vance, nominado para el Senado de Estados Unidos, explicó que su país ha donado ya "suficiente dinero para Ucrania", por lo que "es hora de que los europeos den un paso al frente" para compartir esa carga.
Las críticas a la manera en que la Casa Blanca está llevando la contienda en Ucrania no se limitan al Partido Republicano. Ya el mes pasado un grupo de legisladores demócratas, del ala más progresista, apostó por la vía de la negociación a fin de alcanzar un alto el fuego con Rusia. Una negociación, indicaron, que no debería interrumpir de momento la asistencia militar estadounidense a Ucrania.
La Administración Biden reafirma su apoyo a Ucrania
En todo caso, la posición de la Administración de Joe Biden de momento sigue comprometida con la ayuda a Ucrania. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, señaló en Kíev hace unos días que el apoyo de Washington a Ucrania permanecerá "inquebrantable" después de las elecciones de medio término al Congreso de Estados Unidos. Sullivan es uno de los enviados de Biden que mantiene contactos regulares con las autoridades rusas, por ejemplo, en torno a la posibilidad de una extensión de la guerra de Ucrania o ante el peligro de que el conflicto devenga en una contienda nuclear.
Un portavoz del Departamento de Estado norteamericano citado por la agencia Reuters indicó que, si Rusia está lista para negociar una paz, entonces "debería parar sus bombas y misiles, y retirar sus fuerzas de Ucrania".
Las bombas siguen cayendo, se recomienda abandonar Kíev
Pero esas bombas y esos misiles siguen impactando en suelo ucraniano y afectando a sus puntos vitales. El presidente Zelenski, en su discurso retransmitido en la noche del domingo, advirtió de que Rusia lanzará renovados ataques contra las infraestructuras energéticas ucranianas, similares a los que ya han dejado a cerca de 4,5 millones de ucranianos sin electricidad.
Rusia "está concentrando sus fuerzas y medios para una posible repetición de los ataques masivos de nuestras infraestructuras, especialmente de energía", dijo Zelenski, en referencia a los bombardeos rusos que han destruido más de un 40% de las infraestructuras críticas ucranianas.
Un día antes, el sábado, el alcalde de Kíev, Vitali Klitschko, pedía a los residentes de la capital ucraniana que estuvieran preparados para todo, incluido el abandono de la ciudad en caso de que quedara cortado el suministro de agua y electricidad en todos los distritos. Klitschko recomendó a los habitantes de Kíev que aprovecharan para "pasar una temporada" con sus parientes en el campo.
Las elecciones de Estados Unidos son vistas con preocupación en Ucrania, donde también se teme que Rusia pueda aprovechar a su favor un eventual giro en la política exterior de la Casa Blanca por una victoria republicana. Preocupa que surjan dudas en la Administración Biden a la hora de suministrar todo el material bélico que se precisa en estos momentos en Ucrania de cara a una potencial batalla por la liberación de Jersón o para reactivar la contraofensiva ucraniana en el Donbás, donde se suceden los combates en torno a la localidad de Bakhmut.
Se necesitan aviones y antiaéreos
Un nuevo informe del gabinete de investigación británico Royal United Services Institute (RUSI) advierte de que el ejército ucraniano está quedándose sin el material antiaéreo que por ahora permitía frenar los ataques aéreos masivos rusos. Sin embargo, el RUSI señala que si Occidente no refuerza esa asistencia con sistemas antiaéreos (incluidos aviones de combate) capaces de poner en jaque a la hasta ahora superior aviación de guerra rusa, entonces Moscú podría recurrir a bombardeos como los llevados a cabo en Siria a finales de la década pasada, con un efecto devastador.
Hasta ahora Estados Unidos y la OTAN han evitado el suministro a Ucrania de aviones de combate ante el temor de que Rusia pudiera considerar esta ayuda como un traspaso de la línea roja del apoyo militar occidental al ejército ucraniano.
De momento, Ucrania se tiene que conformar con los sistemas de misiles antiaéreos que sus aliados empiezan a hacerle llegar con cuentagotas. Este lunes, precisamente, el ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov, anunció la llegada de la primera partida de NASAMS, un sistema de misiles tierra-aire que, según el político, dará una "fuerza significativa" al ejército ucraniano.
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