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Los descendientes de esclavos se rebelan contra el poder colonial británico en la cumbre de la Commonwealth

Keir Starmer y Carlos III niegan una disculpa formal, por posibles consecuencias legales, y el pago de compensaciones por el esclavismo, aunque abren un fórum de "diálogo significativo" con los caribeños y dicen que "nadie puede cambiar el pasado".

El rey Carlos III y la reina Camilla llegan para asistir al Servicio de Pascua en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor.
El rey Carlos III y la reina Camilla llegan en una imagen de archivo  Hollie Adams / Europa Press

La escritora Esther Phillips, nacida en Barbados en 1950, lleva grabada con fuego la historia que le contaba su abuela, de su abuela, en la hacienda Drax. Había una mujer en la familia de piel oscura, que vivía en las plantaciones cuyos propietarios eran los ingleses Drax, que solía acarrear un bebé de piel clara. ¿De dónde surgía el bebé? Por entonces, las mujeres de las plantaciones eran violadas por hombres blancos. Ahí acaba el siniestro acertijo.

Han pasado más de tres siglos desde que el inglés James Drax llegase a Barbados (Caribe), la primera colonia británica con "código esclavo", en 1661, que calificaba a los humanos africanos como "material de propiedad" para compra y venta. Esther Phillips está hoy con la Caricom Reparation Commission (Comisión para la Reparación de la Comunidad Caribeña), integrada por descendientes de esclavos y otros cargos, pertenecientes a quince países miembros y seis asociados a la citada comisión conocida como Caricom. La familia inglesa Drax es una de las pocas -entre 46.000 compensados por la abolición del esclavismo en la década de 1830- que continúa con la propiedad de plantaciones en el ex Imperio Británico.

Caricom levanta estos días la voz en la cumbre bienal de jefes de Estado y Gobierno de 54 países de la Commonwealth que se celebra en Apia, capital de Samoa (Polinesia), reunión descafeinada por la ausencia del mayor miembro de la asociación, el primer ministro indio, Narenda Modi, o el relevante Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica. Ambos han delegado en subalternos. Sí que han acudido los representantes del poder colonial británico, el primer ministro Keir Starmer y Carlos III. Caricom insiste en una disculpa formal por el esclavismo y compensaciones económicas en forma de becas para educación, infraestructuras, servicios sanitarios o escolares, etc. Las reparaciones podrían llegar a los 200.000 millones de libras (180.000 millones de euros).

"Las reparaciones y la disculpa no están en la agenda ni se incluirán; el primer ministro quiere hablar del futuro", repetían los portavoces de Starmer. Al final, el primer ministro ha aceptado la creación de un fórum con los caribeños más afectados por el esclavismo, que se reunirá en 2025 para iniciar un "diálogo significativo" que lleve a un acuerdo entre el ex poder colonial y algunas ex colonias.

Joshua Setipa, exministro de Comercio de Lesoto y candidato a secretario general de la Commonwealth, ha dejado caer que "Reino Unido debe más dinero a India del que tiene". La resistencia a una disculpa formal no responde a elección de vocabulario, sino a consecuencias legales. "Los abogados del Gobierno creen que con una disculpa formal admiten la culpa y las responsabilidades legales que pueden derivarse de ello, pero yo creo que no es así", considera Alex Renton a Público, autor del libro Blood Legacy ('Legado Sangriento') sobre Gran Bretaña y el esclavismo en el Caribe. "Los ingleses fuimos los primeros en beneficios y explotación del transporte de esclavos, detrás de los portugueses si nos atendemos al número proporcional de barcos y bozales, y fuimos también los primeros en crueldades, muy por delante de los españoles y franceses", asienta Renton.

El ministro británico de Exteriores, el laborista David Lammy, está en un aprieto, puesto que, en 2018, en la oposición, publicó el tuit siguiente: "Como caribeños, esclavizados, colonizados e invitados a Gran Bretaña, recordamos nuestra historia; no queremos solo una disculpa, queremos reparaciones y compensación". Era Lammy en la oposición. La diputada laborista Bell Ribeiro-Addy, adelantó en la Cámara de los Comunes que "una disculpa es gratis, y si el gobierno no abre diálogo sobre las reparaciones, la Commonwealth se hará pedazos". Una premonición que comparte Alex Renton y el grupo Heirs of Slavery (Herederos del esclavismo). En este caso son descendientes del poder colonial, unidos para conocer la historia de sus familias y contribuir a las reparaciones.

El rey Carlos III, con un preciso y cuidado vocabulario, ha dicho que "hay que aprender y entender el pasado, y encontrar vías creativas para corregir las desigualdades que permanecen". En la última cumbre expresó "pena" por el papel del imperio en el comercio de esclavos, abolido en la década de 1830. El príncipe Guillermo, de viaje a Jamaica en 2022, calificó de "aberración" el esclavismo, la misma palabra que ha repetido Keir Starmer en Samoa. A pesar de que historiadores como Suzanne Schwarz, de la Universidad de Worcester, han publicado artículos documentados sobre los beneficios económicos que obtuvo la familia real del comercio de esclavos -solo un miembro fue abolicionista- y la defensa del esclavismo, Carlos III ha encargado un estudio, sin fecha de entrega, de los vínculos de sus antepasados con el tráfico de personas a lo largo y ancho del ex imperio donde nunca se ponía el sol.

El profesor y presidente de Caricom, Hilary Beckles, es otro de los que lleva años estudiando el mismo tema y manifiesta que "en 200 años, unos 30.000 esclavos murieron en las plantaciones de la familia Drax". Datos que han hecho estremecer a Esther Phillips, cuya familia vivió durante generaciones en Drax Hall Estate o latifundio Drax en las colonias británicas del Caribe. En la actualidad, Richard Drax, diputado conservador desde 2010 hasta la pérdida del escaño en julio de 2024, es de los que se resisten a la disculpa formal y a las compensaciones. Califica el esclavismo de "lamentable" y continúa como propietario, ausente, de plantaciones en el Caribe, siguiendo la estela de más de tres siglos de su antepasado pionero en la degradación de humanos.

En la década de 1830 el Gobierno británico abolió la trata de esclavos y redactó una ley que venía a pagar la libertad de los que no la tenían. Para ello destinó 20 millones de libras de entonces (17.000 millones a valor de hoy) que con préstamos estatales acabaron de pagarse en 2015 provocando la sorpresa de propios y ajenos al asunto. El dinero fue repartido en el siglo XIX entre 46.000 terratenientes que reclamaron la pérdida de la propiedad de la mano de obra de las plantaciones y, en consecuencia, exigían compensaciones económicas al Gobierno que representaba al Estado británico en aquel momento. Ni una libra por la abolición fue destinada a los esclavos que pasaron a ser aprendices o huyeron de las plantaciones.

A pesar de que el Gobierno británico y la monarquía se niegan a la disculpa formal y las compensaciones económicas, la Iglesia anglicana sí ha accedido a pagar por haberse beneficiado del esclavismo. El arzobispo de Canterbury ha destinado 100 millones de libras (85 millones de euros) y ha nombrado a Guy Hewitt, reverendo de Barbados y una especie de embajador de la paz, para subvencionar proyectos en el Caribe que compensen la "discriminación racial" en la que participó la Iglesia anglicana en el pasado. La Iglesia anglicana sí ha dicho "sorry", como lo hizo el ex primer ministro Tony Blair en su momento, pero sin profundizar demasiado en el mea culpa.

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